jueves, abril 18

HOSPITALES EN RIESGO

 La Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires denunció las fallas estructurales de los hospitales porteños y el déficit de médicos y de enfermeras, mientras legisladores reclamaron hoy al ministro del área Jorge Lemus que explique la situación «a las madres que hacen cola a la madrugada para atender a sus hijos».

Las denuncias también fueron acompañadas por los propios médicos que integran las distintas Asociaciones de Profesionales, quienes aseguraron que la falta de nombramientos de profesionales originan  cierres de salas y falta de camas y aseguraron que trabajan con equipamiento obsoleto.

Los documentos de la Auditoría, comprenden a casi la mitad de los 33 hospitales que dependen del Estado porteño, en base a recorridas realizadas por los centros asistenciales desde 2008 hasta el 2011 y que, en su mayoría, fueron entregados tanto al Poder Ejecutivo local, como a la Legislatura.

El análisis revela que cada uno de los centros asistenciales visitados presenta irregularidades que, en menor o mayor grado, incide en el trabajo de los profesionales y la atención de los pacientes.

El informe detalla que el Hospital Rivadavia, del barrio Recoleta, evidencia «grandes dificultades existentes con falencias múltiples» entre las cuales se menciona «la falta de gas, sistema de drenaje de aguas y cámaras cloacales obstruidos, tableros eléctricos en pésimas condiciones y falta de habilitaciones de ascensores».

Un problema similar presenta el hospital Muñiz, de Parque Patricios, donde el estado de mantenimiento de las instalaciones «es regular en el caso del mobiliario, expresado generalmente en roturas o deterioros debido a la antigüedad».

También se constató que «un 54 por ciento de los servicios del hospital no cuentan con salidas de emergencia; un 20 por ciento de la superficie no posee rampas de acceso y apenas un 3 por ciento del espacio relevado tiene detectores de humo».

Además se menciona la falta de personal médico, como cardiólogos, kinesiólogos, jefes de servicios y anestesiólogos, tal como ocurre en los hospitales Rivadavia, Muñiz, Penna, Ramos Mejía y Tornú.

Por su parte el legislador del Frente Para la Victoria Juan Cabandié comparó el estado de ese centro de salud con «un hospital de campaña de Kosovo» y exigió al ministro Lemus que «dé la cara y hable con las madres que hacen cola todas las madrugadas para atender a sus hijos».

«Esta es la explicación del crecimiento de la mortalidad infantil en la Ciudad de Buenos Aires», dijo Cabandié mientras que el legislador Aníbal Ibarra consideró que el criterio del macrismo es no gastar en salud porque «en la ciudad la mayoría tiene prepaga y en los hospitales públicos viene mucha gente de la provincia».

Gabriel Rosestein, médico del Tornú, dijo que «se utilizan solo 100 camas de las 180 que tiene el hospital por falta de enfermeros, varias están rotas y no nos dan dinero para repararlas».

El médico destacó además que «teníamos una de las dos salas de neumotisiología que hay en toda la Ciudad de Buenos Aires para pacientes con tuberculosis activa, pero está cerrada desde hace cinco años porque decidieron reducir personal».

«Cuando nos llega un paciente tuberculoso no podemos ponerlo con el resto por riesgo de contagio, por lo que hay que cerrar una sala para él y con cada caso de tuberculosis perdemos varias camas» explicó Rosestein.

«Este es un tema delicado, porque además hay un informe del área de epidemiología del Piñeiro que señala el crecimiento de los casos de tuberculosis en la ciudad», advirtió el clínico.

Oscar Trotta, médico del Durand, aseguró en diálogo con Télam que en ese centro asistencial «faltan por lo menos 280 enfermeros y 500 designaciones de médicos».

Entre las carencias, el médico sumó: «los monitores fetales en obstetricia, ecógrafos en ginecología y en obstetricia y aparatos para hacerle las otoemeisiones acústicas a los recién nacidos, un estudio clave y obligatorio por ley».

En su informe, la auditoría porteña señaló también como un problema el déficit de enfermeros que «se siente en la Maternidad Sardá, el Manuel Rocca, el Tobar García y el Durand» y calificó el equipamiento de los hospitales como «obsoleto» y con «dificultades en el mantenimiento».

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