La inexistencia de políticas públicas hacia el sector, la imposibilidad de acceder a la tierra, la exclusión de los agricultores en la intermediación comercial y las reglas del juego elaboradas a favor de la mega industria alimentaria transnacional, hacen casi inviable la tarea de los pequeños y medianos agricultores en un país que cuenta con tierra de calidad para producir alimentos.
El martes 3 de octubre, los trabajadores de la tierra volvieron a ocupar la Plaza de Mayo. Llevaron hasta allí su cosecha en reclamo a la falta de políticas estatales para el sector. Esta vez, montaron gran una feria para vender las frutas y verduras al mismo precio que a ellos les pagan en las quintas. El objetivo fue visibilizar la diferencia de precios entre lo que a ellos se les paga por kilo de verdura y el que abonamos los consumidores en las verdulerías.
Según el Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD)[1] de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) que mide la diferencia promedio entre el importe de origen y góndola para 25 alimentos del campo, durante el mes de agosto la brecha entre lo que cobra un productor y lo que paga el consumidor fue 4,3 veces más alta. Sin embargo, los trabajadores de la tierra aseguran que en algunos productos la diferencia superior y sostienen que ellos reciben cada vez menos por su producción.
Esto se evidenció en la gran feria que se desarrolló en Plaza de Mayo. Mientras un trabajador de la tierra cobra por cada kilo de lechuga que produce 7 pesos, en la verdulería el mismo producto cuesta de 50 pesos. Por cada atado de acelga un productor recibe 4 pesos y se comercializa a 20. Por cada kilo de zanahoria el productor recibe 3 pesos y se comercializa a 18. Este desfasaje de precios se amplía en las cadenas de supermercados y en la zona norte de la Ciudad.
La Unión de Trabajadores de la Tierra, asegura que la mayoría de los productores no son propietarios de la tierra que trabajan, sino arrendatarios. “No se trata sólo de un problema de dominio, sino que además debemos pagar un alquiler por el uso de las tierras, esto nos consume una parte considerable de la poca ganancia que obtenemos”, señalan desde ese colectivo.
Otro problema importante son las condiciones de producción, cada más precarizadas y con una absoluta carencia de tecnología. No existen líneas de créditos para pequeños productores rurales, ni políticas públicas que le permitan acceder a algún tipo de financiación. En contrapartida a esto, las grandes industrializadoras de alimentos y las grandes comercializadoras son quienes se llevan los mayores beneficios en la cadena, generando oligopolios en casi todos los rubros alimenticios.
“Somos quienes producimos más del 65 por ciento de los alimentos que comemos día a día en nuestras casas. Producimos verduras, yerba, carne, leche, frutas, quesos, huevos. A pesar de la dignidad de nuestro trabajo, las condiciones en las que vivimos, producimos y comercializamos son muy precarias. No somos el campo rico que produce commodities para la exportación. No especulamos con nuestra producción, ni guardamos alimento en silos para vender cuando mejor se pague”, manifestaron los desde la UTT en un comunicado oficial.
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[1] El IPOD comenzó a realizarse en agosto de 2015 como una herramienta para conocer las diferencias en los valores que se pagan por algunos productos alimentarios en el campo y en el mercado de consumo.
Para obtener los importes de destino se relevan más de 200 montos de cada producto en la Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires, Corrientes, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Mendoza, Salta, San Juan y Santa Cruz. El sondeo se complementó además con un monitoreo diario de las cotizaciones online de las principales cadenas de hipermercados.
Para obtener los costos de origen, se consultaron telefónicamente a 10 elaboradores de cada alimento localizados en las principales zonas productoras de cada uno de ellos.
A través del IPOD se busca conocer la variación en el nivel de valores en dos momentos de la etapa de comercialización de un producto alimenticio. Estas etapas son:
– Precio de Origen: Importe que se le paga al productor
– Precio de Destino: Monto del alimento en góndola
Así, la diferencia de Precio Origen-Destino indica la cantidad de veces que aumenta el costo del producto al comercializarse en góndola.