sábado, noviembre 23

por Victoria Peralta

Entrevistas a referentes y debates sobre técnicas y nuevas tecnologías concentrarán esta semana a más de un centenar de artistas de todo el país en el décimo Encuentro Anual de Fileteadores, un símbolo porteño que, pese al tiempo, prioriza la técnica artesanal y tradicional.

El fileteado es un arte popular que caracteriza a la Ciudad de Buenos Aires. Si bien no hay datos exactos de su comienzo, los artistas que llevan adelante esta práctica lo sitúan a finales del siglo XIX o principios del XX, cuando se utilizaba esta técnica para decorar los carros que circulaban por la urbe porteña.

Como muchas de las tradiciones y singularidades que representan a la Ciudad, el fileteado es una técnica que trajeron consigo los inmigrantes italianos, y una anécdota que se repite entre sus cultores asegura que la primera vez que se reprodujo fue en las manos de dos niños: Salvador Venturo y Vicente Brunetti, que realizaban tareas menores en una fábrica de carrocerías.

Un día el dueño del taller les pidió que lo ayuden con la pintura de los carros que en ese entonces era gris, el color reglamentario, y los pequeños, que eran de origen italiano, plasmaron un filete colorado sobre los chanfles del carro, diseño que comenzó a ser muy requerido por los clientes.

Desde entonces, el filete representa a la clase trabajadora que decoraba sus carros y luego sus vehículos con diseños influenciados por la inmigración.

Marcelo Sainz, de la Asociación de Fileteadores relató que «con el correr de los años los diseños se fueron profesionalizando, al principio era solo una banda de líneas recortando carros, después se incorporaron iniciales, las hojas de acanto, luego pajaritos».

También –señaló el artista- fueron cambiando «de soporte, cuando se prohíbe la tracción a sangre en la Ciudad de Buenos Aires, el fileteador empezó a trabajar en camiones y colectivos, luego en los ’70 un decreto prohibió el filete en el colectivo porque decía que se confundían las letras y números».

Con el correr de los años, «llegaron los ploteos a los colectivos y el filete pasó a carros para desfiles, cartelería, publicidad, o en bodegones», apuntó Sainz, quien remarcó que también «hay ramificaciones del filete que se usan en muralismo, en los diseños de tatuajes o en los bombos de las murgas».

Según el artista, el fileteado es una técnica que se caracteriza por su trabajo artesanal, tiene «técnicas y estéticas que son la raíz principal, la norma que nos enseñaron los maestros, es un arte popular que se trasmite a las nuevas generaciones, manteniendo viva la pasión por lo que uno hace».

En este sentido, en 2011 se llevó a cabo el primer encuentro de fileteadores. Fue un 14 de septiembre, Día del Fileteado Porteño, que conmemora la primera exposición de esta técnica que se realizó en Buenos Aires en la Galería Wildenstein en 1970.

Ese primer encuentro, que se produjo hace una década, convocó a 45 artistas de distintas partes del país a la reapertura del Cine Teatro El Plata, en el barrio porteño de Mataderos y allí surgió la iniciativa que crear una asociación que los nucleé con el objetivo de mantener viva esta tradición, rescatar la historia del filete, los orígenes y proteger la documentación que se pudiera conseguir sobre los principios de este distintivo porteño.

Silvia Dotta concurrió a ese primer encuentro y fue donde conoció: «La historia y a fileteadores de muchos años que hablaban con amor y pasión por su trabajo y fue donde surgió la idea de un lugar que pueda conservar todas esas anécdotas y técnicas que son parte de la historia».

«La intención era reunirse para darle visibilidad a nuestro trabajo, hacerlo crecer y evitar que se pierda», aseguró a esta agencia la artista, quien comenzó con esta técnica a sus 40 años y recordó que lo primero que hizo la asociación fue «tomar testimonios de todos los viejos fileteadores y plasmarlos en un libro que se sacó junto al Fondo Nacional del Arte».

En este sentido, Dotta explicó que el fileteado es un arte «que se trasmitía de maestro a discípulo», pero no había técnicas o disciplinas documentadas y, de este modo, «se puede tomar conocimiento de lo que es el filete en sí y por qué nos identifica».

La mujer, desde su taller en Vicente López, sentenció que «nada hubiera sido lo mismo de no haber sido por todo este trabajo que realizamos en grupo, es de lo más hermosos es saberse parte de algo que te trasciende, que es el filete porteño. Más allá de que cada uno tiene su crecimiento individual, poder compartir el amor por el oficio, que los saberes no se pierdan, no tiene precio».

«El filete no nace en academias, nace en las carrocerías por eso los grandes y primeros fileteros eran autodidactas, algunos con sus técnicas particulares pero todos respetaban la raíz que durante años representó a gran parte de la clase trabajadora porteña», sentenció Dotta.

Este año, en el marco del décimo Encuentro Anual de Fileteadores, la asociación propone más de una decena de actividades virtuales que pueden consultarse a través de su cuenta oficial de Instagram @asociacion_de_fileteadores, al igual que los talleres y trabajos de los más destacados artistas.

En 2015, la Unesco declaró al filete porteño como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Foto/ Fuente: Télam

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