por José Eduardo Machain
La PACHAMAMA es la diosa suprema honrada por los pueblos aborígenes que habitan el Noroeste Argentino, Bolivia y Perú. Se celebra el 1° de agosto aunque sus fiestas se extienden durante todo el mes, que está consagrado enteramente a Ella.
Ella es considerada la madre (Mama) que engendra la vida, la nutre y la protege. Su nombre es popularmente traducido como «Madre Tierra», aunque el significado arcaico de «Pacha» no estaba solamente referido a la tierra, sino al universo y al tiempo.
La Pachamama, o Madre Tierra, es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición incaica, es la deidad de la agricultura comunal, fundamento de toda civilización y el Estado Andino. Es la más popular de las creencias mitológicas del ámbito incaico que aún sobrevive con fuerza en las provincias del noroeste argentino.
El 1° de agosto es cuando se alimenta a la Pachamama, para lo cual se entierra una olla de barro con comida cocida, junto a hojas de coca, alcohol, vino, cigarros y chicha, entre otras cosas.
El rito supone que ese día debemos entregarle a la Madre Tierra todo lo que no quisiéramos que a nuestra familia le faltara durante el año y agradecerle por los favores recibidos durante el año pasado. Familias y vecinos se reúnen para abrir un pozo en la tierra, el cual será adornado con serpentina y papel picado. A continuación, se alimenta a la Tierra con maíz, quinoa, chalona, cordero, cabrito, distintas papas, habas, mazorcas, vino, cerveza, gaseosas, coca y otras comidas típicas. Luego se cierra el pozo con las manos y se le da de fumar.
Varias localidades del noroeste son sede de esta celebración. Entre ellas se destaca San Antonio de los Cobres, en Salta, donde desde 1995 se organiza la Fiesta Nacional de la Pachamama de los Pueblos Originarios. Aquí la festividad incluye, además de la ceremonia central del entierro de ofrendas a las 15 hs., ferias artesanales, comidas de diferentes comunidades collas, festival de música y danza. Durante todo agosto, San Antonio de los Cobres cuenta con un circuito turístico para conocer el poblado, visitar el increíble Museo de Arqueología de Alta Montaña y asistir a otros rituales de la Pachamama.
Jujuy es un importante centro de adoración a la Pachamama. En toda la provincia se le rinde culto mediante la realización de una ceremonia milenaria, en la que se dan ofrendas a la tierra, de comidas, bebidas y hojas de coca. La celebración adquiere mayor relevancia en Purmamarca, Tumbaya, Valle Grande y en toda la Puna jujeña.
Para pedir lo justo y devolver lo necesario
A pesar de que oficialmente no es feriado ni está en rojo en los almanaques, el 1.° de agosto es un día festivo en gran parte del noroeste argentino y en Bolivia. Este día marca el fin de la época seca; los pastores y agricultores les piden permiso respetuosamente a la Pacha, la Madre Tierra que da la vida, para abrirla y sembrarla. Ese día la Pacha se encuentra lista para recibir los regalos de sus hijos: las mejores comidas, la chicha, el vino, el alcohol, la coca y los cigarros, para que consuma.
En los pueblos la gente se prepara con antelación para la fiesta, y la noche anterior, nadie trabaja. Muchos chicos faltan a la escuela para colaborar con los mayores en los preparativos: juntan leña o ayudan a preparar las bebidas y comidas.
Al despertar: ¡a sahumar la casa!
Los lugareños, apenas se levantan, realizan el sahumado de las casas: con un hornillo o un incensario se disponen a «limpiar» toda la vivienda, que debe estar desocupada. ¡Así se espera espantar a los malos espíritus y alejar las enfermedades!
Cuando es posible se queman hierbas como khoa o muña-muña, que producen un humo con un olor intenso. Entonces ese día, el humo azul que sale de cada casa tiñe el aire del lugar, y los cerros tienen otro perfume.
Al atardecer: la señalada
En agosto, igual que el primer día de carnaval o el primer día de año nuevo, la Pacha permite señalar a las ovejas y cabras. Por la tarde, las familias se dirigen a los corrales. Las mujeres se ubican en una esquina del corral. Una de ellas pide que el año siguiente la Pacha se acuerde de ellos y les dé muchos cabritos. Después comienza la enflorada: el momento de colocar pompones de colores a los animales. Finalmente, el encargado de señalar los animales saca una navaja filosa y hace pequeños cortes en los bordes de las orejas de cabras y ovejas. Cada familia tiene se propia marca. ¡Así cada uno puede reconocer a sus animales cuando andan mezclados por los cerros!
El pozo y la corpachada
Cuando se acerca el 1.° de agosto, muchas familias disponen en su casa algún lugar especial, sagrado, para realizar la ceremonia de homenaje a la Pachamama. En la medianoche del 31 de julio, o antes de clarear el día, se cava un pozo en el lugar elegido para brindar los regalos a la tierra. Es la corpachada. Allí se colocan las «primicias» de la comida preparada para ofrendar a la Pacha: un poco de chicha, hojas de coca, cigarrillos encendidos que se clavan en la tierra, trocitos de lana de alpaca coloreada. Nunca debe faltar algo rojo, ¡es el color preferido de la Pacha! Son regalitos que se le hacen a la tierra para agradecerle por todo lo que la ella da.