Este año, para celebrar el 80 aniversario del Obelisco, 80 vecinos subirán el lunes a su parte más alta y disfrutarán de una vista privilegiada de la ciudad desde este icónico monumento.
Para llegar a la punta del Obelisco, los vecinos deberán subir 67 metros y medio por 206 escalones de una escalera tipo marinera, esas verticales que se usan para bajar a pozos muy profundos o subir a la parte más alta de algunas torres, cada uno irá sujetado con arneses y podrá hacer siete paradas, donde un miembro de Defensa Civil lo recibirá y verificará que todo está en orden para continuar.
La actividad comenzará a las 8 de la mañana y a su termino, previsto para las 8 de la noche, se inaugurará la nueva iluminación del Obelisco: un juego de luces led de distintos colores que será modificado y controlado desde una computadora en cada fecha emblemática o celebración.
Por dentro, el Obelisco es una estructura gris, vacía y angosta iluminada sólo artificialmente; allí retumban las vibraciones de los subtes que pasan por 9 de Julio y Corrientes, y en la cúspide no caben más de cinco o seis personas.
Sin embargo, el esfuerzo vale la pena, sobre todo para los amantes de la ciudad, que descubrirán una nueva y única postal de Buenos Aires y reconocerán desde lo alto los lugares donde transcurre la vida cotidiana. Desde la punta, la ciudad fluye ordenadamente y parece no haber razones para ponerse nervioso circulando por sus avenidas, calles y veredas; el tráfico orquestado por los semáforos donde los motores y bocinas se sienten como leve sonido de fondo.
La historia de este monumento comienza en 1936, cuando el parlamento porteño votó su construcción para dar testimonio del espíritu progresista de la época y celebrar los 400 años de la fundación de Buenos Aires. El presidente de la Nación era Agustín P. Justo y el intendente Mariano de Vedia y Mitre.
Las obras comenzaron en marzo de ese año y duraron poco más de un mes, estuvo a cargo un consorcio alemán con poco más de 150 operarios, que dieron forma al proyecto del arquitecto tucumano Alberto Prebisch.
Prebisch también proyectó el teatro Gran Rex, inaugurado al año siguiente en Corrientes al 800, y del cine Atlas, en Lavalle a la misma altura, además de varios edificios para el Banco Hipotecario y del cine Gran Rex de Rosario.
El Obelisco pesa 170 toneladas, mide 67,5 metros y tiene 206 escalones con siete descansos hasta llegar a la cúspide, con cuatro ventanas. Su costo fue de 200.000 pesos moneda nacional.
Cada uno de sus lados rinde homenaje a un hecho histórico: las dos fundaciones de Buenos Aires (Pedro de Mendoza, 1536, y Juan de Garay, 1580), el primer izamiento de la bandera, en la iglesia de San Nicolás (que estuvo en ese predio) y la Constitución de 1880, que estableció la Capital Federal. La inauguración fue el 23 de mayo.
Desde las cuatro ventanas ubicadas en la punta, se pueden apreciar distintas etapas de la arquitectura porteña: cúpulas como la del Congreso Nacional, el palacio Barolo o el edificio Bencich, y construcciones mucho más recientes como las torres de Puerto Madero.
También se divisan las copas de los árboles de la Reserva Ecológica y si es un día despejado, se ve el Río de la Plata. El trazado urbano parece desde allí un dibujo geométrico, la avenida 9 de julio desde Retiro hasta Constitución, las diagonales que nacen en la Plaza de Mayo y la avenida Corrientes que sigue hasta Villa Crespo.
La subida no requiere gran esfuerzo físico pero no parece apta para aquellos que sufren de vértigo: desde la escalera, completamente vertical, pueden verse los 67 metros de esta estructura vacía de cemento.
En la punta, que mide 40 centímetros, hay empotrada una caja de hierro que al parecer guarda una foto del jefe de máquinas de la construcción y un documento destinado a quien demuela el monumento.