En el marco del 125 aniversario del nacimiento de Benito Quinquela Martín, que se cumplirá el 1 de marzo próximo, las veredas de la avenida Pedro de Mendoza de La Boca se llenaron de color en lo que fue una intervención colectiva de vecinos, fundaciones y artistas para cumplir un sueño inconcluso del pintor y muralista: asfaltar de colores las calles de su barrio.
Los banderines ondeando con el viento sobre la calle de la Escuela Pedro de Mendoza de La Boca, donde también está el Museo Bellas Artes Benito Quinquela Martín, el cielo gris y la lluvia que amenazaba era el escenario que por el mediodía, contra todos los pronósticos, invitaba a sumarse a la gran pintada. «Colaboren con este sueño, todos a pintar», se escuchaba decir.
Amarillo, rojo, verde y azul fueron los colores que desde la mañana empezaron a cubrir veredas y adoquines de la avenida Pedro de Mendoza al 1800, de la mano de niños, jóvenes, adultos, turistas y otros vecinos boquenses que en su habitual salida doméstica se toparon de casualidad con esta intervención en homenaje al emblemático artista local.
«Él pensaba que el color tenía una influencia beneficiosa sobre la vida de las personas y quería extender esa experiencia de Caminito hacia el resto del país y asfaltar de color La Boca. Hace un tiempo nos propusimos intervenir las calles y la idea fue que sea la comunidad la encargada de cumplirle el sueño a Quinquela», dijo Víctor Fernández, director del museo que lleva el nombre del artista .
Es que precisamente desde esa institución se convocó a fundaciones, vecinos y artistas a ser parte de la jornada, con la intención de que «cada uno pinte un pedacito de calle y entre todos le demos forma a unos de sus sueños», expresó sobre esta actividad que se inscribió «en una serie de celebraciones que estamos haciendo para conmemorar los 125 años».
En este sentido, Fernández explicó que «Quinquela recordó como nadie que el arte es una expresión de la comunidad y que compartió los frutos de su éxitos con su gente, no podríamos pensar su arte desvinculado de su ser en comunidad. Hemos visto desde siempre un incansable promotor de acciones solidarias, por eso nos parecía significativo justamente que se involucren vecinos y chicos del barrio».
Eli de once años vive en el barrio de La Boca y durante la jornada, que a pesar del nublado clima aguantó la lluvia y se extendió hasta la tarde, estuvo con pincel en mano cargando y volviendo a cargar su pote de pintura para cambiar el gris de los adoquines y transformarlos en una inmensa sonrisa junto al Riachuelo, como invitaban los organizadores.
«Vinimos a pintar y a celebrar el cumpleaños de Benito Quinquela, era un pintor de La Boca y era un hombre muy bueno porque cada vez que ganaba dinero pintaba gratis las cosas. Le estamos regalando lo que a él le gusta porque él siempre soñó con pintar los adoquines, las casas y ahora lo hacemos nosotros como un regalo», contó la niña.
Maxi, de 10 años, fue otro de los chicos que se sumó; se enteró por la misma Fundación (SOS infantil) a la que asiste junto a Eli y la idea le gustó. «Me dijeron de pintar, soy de acá y a Quinquela lo conozco porque fui al museo», contó, acompañado de una banda de amigos. «El amarillo y el azul son mis colores preferidos», despejó dudas, mientras señalaba su camiseta de fútbol, cuidadosamente intacta de pintura.
Una mancha de amarillo en el brazo, otra verde en la mano, sus dos colores preferidos, Leonel, también de diez años y de la misma institución sin fines de lucro, mostraba orgulloso los adoquines que llenó de color y que en su descanso otros niños continuaron pintando. «Soy del barrio, me invitaron. Me gusta ver las calles así, tienen más onda».
«Qué mejor que venir a participar», decía Viviana Agosti, acompañada de su amiga Andrea Sanmartín. Las dos maestras de artes plásticas e ilustradoras salían de una capacitación en Fundación Proa y una de ellas sabía de la movida. «Y dijimos de venir», contaron al unísono.
«La idea de intervenir el espacio público me encanta, muy divertido», comentó Andrea mientras daba una última pasada de azul a un adoquín, y Viviana condensó: «Me parece maravilloso que el color no solo este dentro del museo sino fuera, que lo haga la gente del barrio y que sea una propuesta abierta».
Madre e hija, Claudia y Tiziana, salían por el barrio y se cruzaron con este homenaje, «todos los días pasamos por acá, vimos esto y como a ella le gusta pintar le dije que participe», relató la mamá, al tiempo que agregó «yo sabía que el domingo es el cumpleaños de Benito Quinquela Martín y él quería que sea todo de colores, como los conventillos de La Boca».
En el año en que el gran artista cumpliría 125 años, La Boca, su barrio, no duda en homenajearlo a lo vistoso, como él, y con lo que fue su sueño inconcluso: llenar de colores su geografía porteña. Como dice Víctor Fernández, «Benito Quinquela Martín es una marca, es pensar en la Boca. Los vecinos lo llevan con mucho orgullo, como un emblema, su cumpleaños es un buen ejercicio de memoria colectiva».