sábado, noviembre 23

INFANCIA Y ESCASEZ HABITACIONAL

Uno de los derechos más afectados en los niños en situación de vulnerabilidad en la Ciudad de Buenos Aires es el de la vivienda: muchos viven hacinados en villas o casas tomadas, y aquellos que lo hacen en hoteles, inquilinatos o pensiones subsidiados por el gobierno porteño frecuentemente se ven sometidos a un círculo que los empuja a la deserción escolar y al desmembramiento familiar, según una investigación realizada por Flacso.
“Uno de los problemas que más afecta los derechos de la infancia vulnerable es la escasez de vivienda derivada del aumento del suelo y de los inmuebles”, aseguró la investigadora Aída Arango al presentar los resultados del “Estudio de Factibilidad para la Implementación del Programa Aldeas Infantiles en la Ciudad de Buenos Aires” que incluye un diagnóstico sobre la situación de la infancia y la adolescencia.
“Esto ha expulsado a muchas familias del mercado inmobiliario formal y han fomentado los asentamientos informales, las ocupaciones de tierras y edificios, los desalojos forzados y el desplazamiento de familias hacia zonas que tienen diversas deficiencias”, agregó la licenciada en Economía Política y magister en Administración Pública.
A partir de datos de la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad, el estudio consigna que el 30% de los hogares porteños cuentan con la presencia de niños, niñas y adolescentes; de los cuales el 96% son casas o departamentos y el 4% son “viviendas deficitarias”, conjunto que engloba a ranchos; casillas; piezas de inquilinatos, hoteles y pensiones; viviendas móviles y locales no construidos para habitación.
El estudio llama la atención sobre el crecimiento de la población residente en villas, que entre 2001 y 2010 aumentó el 58 por ciento, pasado de 107 mil personas a 170 mil, una tercera parte de ellos niños, niñas y adolescentes.
En cuanto a los niños que viven en inquilinatos, hoteles, pensiones y casas tomadas, éstos “no suelen tener espacio adecuado ni para hacer los deberes ni para guardar las cosas de la escuela porque una de las características es el hacinamiento”.
“Para peor, si el adulto responsable tiene trabajo, al niño le quedan dos alternativas según la familia: algunas deciden dejarlos encerrados, con lo cual el chico queda en situación carcelaria y otros le permiten salir a la calle con lo cual queda sujeto a todos los riesgos de la calle”, dijo.
“Un entrevistado nos contó de unos niños a los cuales la madre les daba de comer a la mañana antes de irse y a la noche cuando volvía, y los dejaba encerrados el resto del día: era un niño de 3 que cuidaba al más chiquito de 6 ó 7 meses”, contó.
Arango explicó que, en general, los adultos que habitan este tipo de viviendas sufren precariedad laboral “y cuando el jefe o jefa de hogar se queda sin trabajo probablemente es desalojado del lugar donde está viviendo: ahí empieza un círculo perverso que es del hotel al parador y de ahí a la calle”.
Y en el parador todo empeora porque el alojamiento se define por día, no pueden llevar cosas personales, y el grupo familiar se separa por el sexo de sus integrantes adultos, dado que los niños van con la madre a un parador de mujeres y el padre a otro de hombres.
“En algún momento la Ciudad les otorga otro subsidio pero no les alcanza y en algún momento se termina: entonces vuelven a ser desalojados, al parador y así comienza de nuevo el círculo y los chicos en edad escolar terminan abandonando la escuela”, dijo.
En 2013 el gobierno porteño ofreció asistencia habitacional a un promedio de 1.510 personas al día para el alojamiento transitorio en hogares y paradores, en lo que constituyen “subsidios de emergencia” que no representan una solución a largo plazo para estas familias.
Como contrapartida, la participación de los fondos para vivienda en el presupuesto de la Ciudad está en franco descenso: 5,5% en 2005 y 2,7% en 2011.
El estudio avanza también en el análisis del diseño institucional del sistema de protección integral de niños, niñas y adolescentes, la situación de los niños sin cuidados parentales, los servicios sociales que brinda la Ciudad y los espacios de cuidado para este grupo poblacional.
“Lo bueno de este estudio de factibilidad es que los resultados son abiertos a la comunidad y son insumos muy interesantes a la hora de llevar adelante políticas públicas en temas de niñez, adolescencia y familias”, aseguró María Alejandra Perinetti, directora nacional de Aldeas Argentinas.
Esta organización trabaja hace más de 35 años en Argentina para brindar un entorno familiar a niños y niñas que han perdido el cuidado de sus padres o están en riesgo de perderlo, en las ciudades de Córdoba, Rosario, Luján, Mar del Plata, y ahora se sumará la Capital Federal.

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