El ruido de las botas contra el cemento, las frenadas y los gritos que marcaron el secuestro de los padres de la cineasta Albertina Carri en los 70 permanecieron apagados durante años en su memoria, haciendo de ello un recuerdo mudo, hasta que hace un tiempo esas imágenes regresaron por primera vez con sonido y con ellas regresó el pánico, una experiencia que la artista recuperó para crear su primera muestra audiovisual, que se expone en el Parque de la Memoria.
La exhibición «Operación Fracaso y el Sonido Recobrado» reúne tres instalaciones audiovisuales y dos sonoras, que se constituyeron en un homenaje a Roberto Carri y Ana María Caruso, padres de la cineasta, realizadora de los largometrajes «No quiero volver a casa», «Los Rubios», «Géminis» y «La Rabia».
«Literalmente no tenía memoria auditiva del momento en que secuestraron a mis padres», confiesa Carri, quien plasmó esa traumática experiencia que vivió a los cuatro años, en la película «Los Rubios» estrenada en octubre de 2003, y que ahora obró como disparador para esta exhibición.
«Nunca había registrado que la escena del secuestro es una escena muda; en la película ese momento está relatado por Ana Couceyro, que hace de mí, y eso no me provocaba ninguna sensación de pánico, y al recobrar el sonido, de algún modo, recobré el pánico que viví», señala.
«A partir de esa experiencia personal comencé a pensar en esta idea de la memoria como órgano vital que se va modificando y entramando de diferentes formas», explica.
«Me impactó cómo, a pesar de que transcurrieron tantos años, la película sigue vigente, por un lado; y por otro lado, me pasaron muchas cosas: fui madre, me hice más grande que mi madre y mi padre, en el momento que desaparecieron, lo que me cambió el punto de vista acerca de ellos», reflexiona.
La muestra «me permitió pensar también en una memoria de mi madre y de mi padre, del cine, de los archivos fílmicos, que son las diferentes posibilidades de recordar», sostiene Carri, quien hace de esta muestra un homenaje a sus padres, al cine, a las películas desaparecidas.
Uno de los temas centrales de esta muestra, sostiene el curador e investigador en medios audiovisuales Jorge La Ferla, en el prólogo del catálogo de la exposición, se concentra en los vestigios de información sobre el pasado. Los datos, documentos y registros que conforman la recuperación de la memoria a partir de archivos encontrados -publicaciones, correspondencia epistolar, guiones y fragmentos fílmicos- son el sustento de una política de archivos.
Para La Ferla, la propuesta de Carri «trasciende lo biográfico y se inscribe como un autorretrato que, a su vez, remite a la lectura de una historia personal, familiar y de un país».
La exhibición, que se expondrá hasta el 23 de noviembre en el Parque de la Memoria -ubicado en Rafael Obligado 6745, de lunes a viernes, de 10 a 18; y los sábados, domingos y feriados de 10 a 19-, reúne tres instalaciones audiovisuales y dos instalaciones sonoras.
«Investigación del cuatrerismo» alude al primer libro que escribió el padre de Carri, que era sociólogo, y que hoy es material de lectura en la facultad.
«A partir del libro y de algunas películas que se hicieron sobre el libro y otras que no se pudieron hacer, y de su director, que está desaparecido, la muestra se convierte también en un homenaje al cine, a las películas desaparecidas, a los restos y los no restos», explica.
«Allegro» y «A piaccere» son conciertos de proyectores analógicos -máquinas que hoy no están en funcionamiento para proyectar-. La primera ubica la máquina fílmica como testimonio físico de su existencia, su valor sonoro y escultórico.
En «A piacere», el espectador es quien determina el ritmo de la luz y el sonido de los proyectores. La máquina fílmica funciona sin película, no hay desfile de imágenes, pero queda el hardware expuesto en su valor de archivo ‘maquínico’.
«Cine puro» pone en escena la muerte del cine, el estado fotoquímico/figurativo que lo define, que fenece con el tiempo por sus propias características materiales.
En «Punto impropio» reconsidera las cartas que les envió su madre a ella y a sus hermanas durante el cautiverio, algunas de las cuales se escuchan en la voz de Carri, en esa instalación.
Con esta muestra, Carri propone «hacer memoria para encontrarse con la propia memoria y experimentar un recorrido por diferentes emociones para encontrar el propio relato, donde la emoción aparecerá de acuerdo a cómo cada uno recorra las obras y al tiempo de permanencia en cada espacio».