lunes, noviembre 25

MUNDO CRUEL

Por Milena Heinrich

En su debut literario, «Mundo cruel», el puertorriqueño Luis Negrón despliega un libro de relatos queer con personajes que exultan su homosexualidad, en un escenario en el que la marginalidad y la supervivencia dejan paso a un divertido melodrama, porque, como enuncia su autor, «algo bien característico de los grupos marginados es que se salvan con el humor, nadie resiste tanta tragedia».
El libro más vendido en los últimos cinco años en Puerto Rico, «Mundo Cruel», desembarcó en el país de la mano del pequeño y cuidado sello Páprika; con su entrada al mercado local, los relatos de Negrón suman ya siete ediciones en el mundo, entre ellas la traducción inglesa, ganadora del Lambda Literary Award que distingue obras de temáticas LGBT, la sigla de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero.
Librero por vocación, como se define, Luis Negrón (Puerto Rico, 1970) narra con su pluma descarnada y afilada once relatos anclados en una dura realidad pero no por ello sórdida.»Muchas veces la literatura queer tiene personajes tristes, trágicos y la realidad es que no somos los únicos que estamos jodidos, créeme que la pasamos bastante bien», dice en entrevista con Télam.
Por eso, advierte, «Mundo cruel» -en alusión irónica al «adiós mundo cruel», con mano en la frente incluida, actúa Negrón en un bar del microcentro porteño- «no es una queja ni una protesta, es un melodrama. Para mí es imposible hablar de unas locas caribeñas sin que haya humor porque siempre nos estamos riendo, buscando el chiste; el humor nos salva, el humor y la lágrima son casi la misma cosa, y sobrevivir es la única forma de vivir».
Las historias y personajes de estos cuentos recorren con alegría las calles boricuas de Santurce, «un barrio -cuenta- que acoge todo lo que la sociedad rechaza: migrantes, pobres, deambulantes, locos. Es un lugar en el que nadie está mirando y puedes ser como eres, y donde constantemente tienes que negociar tu espacio. Las locas como son un poco pretenciosas son la clase alta; como dice un amigo, `Santurce es maricona`».
Ese color barrial se imprime en la sonoridad de los relatos, una decisión literaria, señala el autor, porque «en la forma de hablar, en lo que dicen y callan, tu comprendes la psicología», argumenta acerca de algunos de los protagonistas: varones, de todas las edades y las esferas sociales -académicos, religiosos, niños, adultos, en la pobreza o en la barra de un bar-.
Muchos de los personajes que integran el libro asumen su identidad con elocuencia y exuberancia, con sus gestos y corporalidades, algunos más tímidos, otros más estrellas, proponen «esa otra presencia, esa otra cara de lo gay que incomoda y transgrede más. Yo creo que la loca es un ser político porque la loca incomoda. Una loca caminando por la calle es un desafío».
«Incluso al interior de la comunidad gay -sostiene el borriqueño- hay prejuicio de quienes dicen que por las locas existe prejuicio. ¡Pero hombre, si el prejuicio siempre está, da igual si es loca o no!. Sabemos que las grandes transformaciones sociales vienen de la gente que sacrifica todo».
«Mujercita», «La Edwin», «Botella», «Mataperros» son algunos de los títulos de los relatos o «El elegido» por nombrar otro de los sugerentes cuentos, ésta vez protagonizado por un niño y en el que Negrón aborda la «resistencia» del adoctrinamiento y la corrección: «cuando los golpes sanaban se convertían en más hermosos, quería hablar de esa desfachatez que nos ha ayudado mucho a sobrevivir, a estar presentes».
En ese mismo cuento, el puertorriqueño construye un escenario atravesado por las hipocresías de instituciones como la iglesia, «es la trinchera que más nos ataca», asegura y bromea «la misa es un performance bien gay… Yo un poco quería hablar, mostrar la presencia en esos lugares donde supuestamente no existimos, que la creencia y la fe va por otro lado».
Con rapidez en sus palabras y ese tono caribeño que convoca a la risa, Negrón reconoce «una vena muy activista» y rápidamente se cuestiona: » Dándole like en Facebook a una noticia que apoyas no sales a cambiar el mundo ¿Por qué portarse bien y quedarse en la casa? Hay que salir a la calle no por uno, yo ya he aprendido a lidiar, sino por los que vienen, por los que están, por tus compañeros y tus compañeras».
Aunque en su país es ley el matrimonio igualitario y la adopción por parte de las parejas homosexuales, «y eso lo celebramos y reconocemos, sin embargo no significa nada – contrapone-, porque todavía no están todos los espacios conquistados, una cosa es la ley y otra la calle. No se vive en un juzgado, tu vives en la calle, en la casa y ¿quién manda en la casa?, la familia y ésa sigue siendo de las instituciones más violentas».
«Nosotros -sintetiza entonces- no le podemos dar a los jóvenes el sueño de un mundo más justo, lo que hacemos es enseñarles a resistir. `Mundo cruel` tiene que ver con eso: un melodrama, una forma más fácil de sufrir, un drama que lo llevas a un plano más tolerable porque nadie puede resistir en la vida tanta tragedia».

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