En la sesión del jueves 24 de noviembre, la Legislatura porteña aprobó la creación de un espacio verde de acceso público en un predio privado del barrio de Balvanera, en lo que se denominó como “Manzana 66”, y que fue motorizada por los vecinos de la zona que se opusieron durante años a la construcción de un microestadio para 18.000 personas.
En rigor, la ley sancionada por la Legislatura en primera lectura con 45 votos afirmativos durante la sesión ordinaria habilita la conformación del espacio verde en la manzana de Jujuy, Belgrano, Moreno y Catamarca que le pertenece a un privado y que en la actualidad tiene varias canchas de fútbol para alquiler.
Y establece que el dueño del predio que pasará a ser un espacio público reciba a modo de “compensación” unos terrenos en el barrio de Saavedra donde funcionó la terminal de la línea de colectivos 151 que tienen el mismo valor de mercado que la “Manzana 66”.
La aprobación de la ley fue celebrada por la Red de Vecinos por la Manzana 66, cuyos integrantes estuvieron presentes en la sesión de la Legislatura, al igual que el titular de la Junta de la Comuna 3 Carlos Breyaui.
Los vecinos iniciaron con su proyecto cuando, en 2011, se comenzó a demoler las instalaciones abandonadas de la manzana de Balvanera, situada cerca de la estación de trenes de Once, por lo cual planearon que allí se instalara una plaza.
La razón esgrimida por los vecinos fue que el barrio tiene sólo 0,4 metros cuadrado de verde por habitante, mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda como mínimo 10 metros cuadrados.
No obstante, en 2014 se enteraron que el dueño del predio quería levantar un microestadio con capacidad para 18.000 personas, con tres subsuelos de cocheras, un hotel y restaurantes, por lo que conformaron la Red para resistir el proyecto.
En ese marco de lucha llevaron a la Legislatura un expediente con el plan de la plaza, un centro cultural, una escuela y un polideportivo, que fue tomado como propio por 25 diputados.
Después de dos años, la Legislatura puso en tratamiento el proyecto que da marcha atrás con el emprendimiento del microestadio y contempla que la manzana pase a ser de la Ciudad para sumar allí el espacio verde.
Y paralelamente fija con el dueño del predio de Balvanera, que por su extensión fue tasado por el Banco de la Ciudad en 461 millones de pesos, un acuerdo de permuta mediante el cual le otorga la titularidad de una manzana de Saavedra.
El nuevo espacio es el que está situado en la manzana delimitada por las calles Vedia, Pico y la avenida San Isidro Labrador, donde funcionó durante décadas la terminal de la línea 151 de colectivos.
Al respecto, Breyaui destacó “la pelea de los vecinos de la Comuna 3 que es una de la cuales menos espacios verdes tienen en la Ciudad”; al tiempo que el vecino Alberto Aguilera-quien participó de la redacción del proyecto- aseguró que “hace años que venimos luchando por esta manzana y hoy se nos dio”.
El legislador Hernán Rossi, quien preside el bloque ECO, indicó “que el caso de la Manzana 66 se logró gracias al compromiso y lucha de los vecinos y nos deja dos enseñanzas principales: que organizados detrás de una buena causa pueden cambiar el rumbo de las cosas, y que si el Estado trabaja por el interés ciudadano, sin desconocer los derechos privados, es posible una negociación democrática”.
En rigor, la ley sancionada por la Legislatura en primera lectura con 45 votos afirmativos durante la sesión ordinaria habilita la conformación del espacio verde en la manzana de Jujuy, Belgrano, Moreno y Catamarca que le pertenece a un privado y que en la actualidad tiene varias canchas de fútbol para alquiler.
Y establece que el dueño del predio que pasará a ser un espacio público reciba a modo de “compensación” unos terrenos en el barrio de Saavedra donde funcionó la terminal de la línea de colectivos 151 que tienen el mismo valor de mercado que la “Manzana 66”.
La aprobación de la ley fue celebrada por la Red de Vecinos por la Manzana 66, cuyos integrantes estuvieron presentes en la sesión de la Legislatura, al igual que el titular de la Junta de la Comuna 3 Carlos Breyaui.
Los vecinos iniciaron con su proyecto cuando, en 2011, se comenzó a demoler las instalaciones abandonadas de la manzana de Balvanera, situada cerca de la estación de trenes de Once, por lo cual planearon que allí se instalara una plaza.
La razón esgrimida por los vecinos fue que el barrio tiene sólo 0,4 metros cuadrado de verde por habitante, mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda como mínimo 10 metros cuadrados.
No obstante, en 2014 se enteraron que el dueño del predio quería levantar un microestadio con capacidad para 18.000 personas, con tres subsuelos de cocheras, un hotel y restaurantes, por lo que conformaron la Red para resistir el proyecto.
En ese marco de lucha llevaron a la Legislatura un expediente con el plan de la plaza, un centro cultural, una escuela y un polideportivo, que fue tomado como propio por 25 diputados.
Después de dos años, la Legislatura puso en tratamiento el proyecto que da marcha atrás con el emprendimiento del microestadio y contempla que la manzana pase a ser de la Ciudad para sumar allí el espacio verde.
Y paralelamente fija con el dueño del predio de Balvanera, que por su extensión fue tasado por el Banco de la Ciudad en 461 millones de pesos, un acuerdo de permuta mediante el cual le otorga la titularidad de una manzana de Saavedra.
El nuevo espacio es el que está situado en la manzana delimitada por las calles Vedia, Pico y la avenida San Isidro Labrador, donde funcionó durante décadas la terminal de la línea 151 de colectivos.
Al respecto, Breyaui destacó “la pelea de los vecinos de la Comuna 3 que es una de la cuales menos espacios verdes tienen en la Ciudad”; al tiempo que el vecino Alberto Aguilera-quien participó de la redacción del proyecto- aseguró que “hace años que venimos luchando por esta manzana y hoy se nos dio”.
El legislador Hernán Rossi, quien preside el bloque ECO, indicó “que el caso de la Manzana 66 se logró gracias al compromiso y lucha de los vecinos y nos deja dos enseñanzas principales: que organizados detrás de una buena causa pueden cambiar el rumbo de las cosas, y que si el Estado trabaja por el interés ciudadano, sin desconocer los derechos privados, es posible una negociación democrática”.