viernes, noviembre 22

EL TEATRO DE PUEBLO Y SUS MUDANZAS

El Teatro del Pueblo tiene el mérito de haber sido uno de los primeros teatros independientes de Argentina y América latina. Surgió  en el mes de noviembre de 1930, en un contexto socio-cultural donde la crítica al teatro comercial se evidenciaba mediante la propagación de grupos de teatro independiente, con la finalidad de «realizar experiencias de teatro moderno para salvar el envilecido arte teatral y llevar a las masas el arte general, con el objeto de propender a la salvación espiritual de nuestro pueblo», señalaba Leónidas Barletta promotor del grupo de esta iniciativa que a partir del 20 de  1931, como señala el acta oficial de su fundación, se convierte en el director del Teatro del Pueblo. Cabe destacar, también, que hasta sus últimos días, Leónidas Barletta, alternó su actividad teatral con su comprometido trabajo de periodista.

Por sus características desgraciadas. La primera gran crisis capitalismo a nivel mundial, se tradujo en desempleo, hambre y, en nuestro país, en tratados económicos espurios como el denominado Roca-Runciman[i]. Estos acontecimientos dieron a la década del 30,ç una inusitada rebeldía a nivel artístico y teatral. Surgió así, el germen de los que luego se llamó teatro independiente o de vanguardia. Desgraciadamente no todos esos grupos tuvieron la eficacia y la constancia en su lucha como la del Teatro del Pueblo.

Durante varios años el Teatro del Pueblo carece de lugar propio y estable, por lo tanto se ve obligado a recorrer distintos edificios que le concede la Municipalidad de Buenos Aires. En 1943 las nuevas autoridades municipales del gobierno militar de turno lo expulsan violentamente del edificio de Corrientes 1530 que ocupaba desde 1937. A partir de ese momento ocupa en forma definitiva el subsuelo que alquila en Diagonal Norte 943.

El grupo de trabajo que constituye el Teatro del Pueblo tiene su período más fructífero entre 1937 y 1943 llevando a escena obras de la dramática universal de todas las épocas sin descuidar la producción nacional. Barletta invita a poetas y narradores argentinos a incorporarse a la actividad dramática; así es que logra que se pongan en escena textos de Álvaro Yunque, Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y Roberto Arlt, entre otros. Artistas plásticos y músicos argentinos de reconocido prestigio participan de las distintas actividades que promueve el Teatro del Pueblo, muchas de éstas fuera del edificio teatral con el fin de llevar el teatro a la gente.
Desde 1943 transita un largo período crítico que culmina en 1976, año en que fallece Leónidas Barletta y con él cesa la actividad teatral del grupo. El espacio antes ocupado por el Teatro del Pueblo pasa a ser un centro de exposiciones plásticas.

Recién en 1987 un grupo prestigioso de teatristas lo recupera bautizándolo con el nombre de Teatro de la Campana, y en 1996, por fin, el Teatro del Pueblo abrió nuevamente sus puertas recuperando su nombre mediante un convenio que suscriben el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la Fundación Carlos Somigliana (SOMI), que desde entonces tiene a su cargo la dirección artística, técnica y ejecutiva. El Teatro del Pueblo forma parte de la mejor historia cultural de los argentinos

La actual crisis económica y la imposibilidad de afrontar los gastos de expensas, ABL y electricidad,  obligo al Teatro del Pueblo a trasladarse a una nueva sede, cita en Lavalle 3636. Como compensación de esta desgraciada nueva mudanza, el 15 de junio pasado, la Legislatura porteña resolvió declarar al Teatro del Pueblo Sitio de Interés Cultural, para lo cual colocarán una placa de mármol con el siguiente texto:

“Teatro del Pueblo. Sitio de Interés Cultural. Promotor y difusor del teatro independiente en nuestra ciudad. Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires”.

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[i] El Pacto Roca-Runciman,  aprobado por el Congreso de la Nación Argentina mediante la sanción de Ley 11.693. Se firmó el 1º de mayo de 1933, entre el vicepresidente de la República Argentina, Julio Argentino Roca (hijo) y el encargado de negocios británico, Walter Runciman. El mismo consistía en que  el Reino Unido se comprometía a continuar comprando carnes argentinas en tanto y en cuanto su precio fuera menor al de los demás proveedores mundiales. Como contrapartida, Argentina aceptó la liberación de impuestos para productos británicos al mismo tiempo que tomó el compromiso de no habilitar frigoríficos de capitales nacionales. Paralelamente se creó el Banco Central de la República Argentina con competencias para emitir billetes y regular las tasas de interés bajo la conducción de un directorio con fuerte composición de funcionarios del Imperio Británico. No obstante todas estas concesiones, se le adjudicó además al Reino Unido el monopolio de los transportes de Buenos Aires.

 

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