Una jornada intensa se vivió el miércoles 13 de junio en todo el país. Por primera vez en la historia la Cámara de Diputados de la Nación se dispuso a tratar la Ley de interrupción voluntaria del embarazo. Una batalla ganada en la calles por miles de mujeres que desde hace años bregamos por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Los encuentros nacionales de mujeres, las marchas por el Ni Una Menos, los paros nacionales de mujeres en conmemoración del Día de la Mujer trabajadora, las estadísticas aterradoras sobre femicidios y travesticidios, nos unió en la diversidad. Nos reconocimos como mujeres, cis, trans, travestis y lesbianas, potenciamos nuestras voces y amalgamamos nuestros cuerpos en la lucha.
Porque decidimos que no queremos un día para nosotras ¡Queremos una vida’ Porque sabemos que nuestros cuerpos son nuestro territorio. Y que nuestro derecho es el deseo. Y nuestras vidas no deben correr peligro por desear, por decidir nuestra identidad sexual, por exigir igual salario por igual trabajo que los hombres, por decidir parir o no. Cuando todas nos descubrimos iguales en la diversidad, elegimos ser compañeras de batalla en un mundo que discrimina, mata, empobrece, viola, condena a maternidades no deseadas, cosifica, prostituye, humilla y convierte a las mujeres en un en un estereotipo o simples consumidoras.
Convengamos entonces que no fue el oportunismo político del presidente el que impuso el debate sobre el aborto, sino la intensa marea verde que venimos construyendo hace años y, que en el cuarto aniversario del Ni Una Menos se transformó en tsumani. Este año pusimos en la palestra un tema que hasta hace muy era tabú. Hablamos abiertamente de mujeres muertas y mutiladas por abortos clandestinos; hablamos de maternidad responsable; hablamos de salud pública; denunciamos y repudiamos una práctica que a costa de nuestras vidas, mueve tanto dinero en negro como la trata o el narcotráfico; hablamos la hipocresía y doble moral en una sociedad donde las mujeres que pueden pagar abortan en clínicas seguras y donde las mujeres pobres mueren desangradas o van presas; hablamos de niñas y adolescentes que son forzadas a una maternidad no deseada, con embarazos producidos por una violación o, en los mejores casos, por falta de educación sexual; hablamos del desfinanciamiento del Estado a la hora implementar programa de Educación Sexual Integral en las escuelas de todo el país; hablamos de la injerencia de la Iglesia Católica en nuestros cuerpos y en nuestra sexualidad, hablamos hasta desnudar la verdad y lo hicimos en las calles, en las aulas, en el recinto parlamentario. Cuerpo a cuerpo ganamos esta primera batalla.
La discusión sobre el aborto, dividió a la sociedad en dos. Un sector, influenciado por la doctrina de la Iglesia Católica, que entiende la vida desde la gestación y se inclina a favor del aborto clandestino. Y la marea verde que brega por el derecho de las mujeres a decidir nuestros cuerpos. En la jornada de ayer, los primeros o celestes, se congregaron en el ala sur del Congreso, sobre calle Hipólito Yrigoyen. Bajo el lema Salvar las dos vida, rezaron rosarios de rodillas, regalaron fetos de plástico y cantaron salmos. Fueron escasos comparados con la marea verde que se concentró desde Rivadavia hasta Callao y colapsó hacia el Norte y hacia el Este del Parlamento.
Desde el mediodía la zona verde del Congreso comenzó a poblarse de mujeres, trans, travestis, lesbianas, cis… sobre todo jóvenes. Aunque también desfilaron mujeres de todas de las edades, dos de ellas, una con un chal verde y otra con el pañuelo característico de la Campaña, relataron a esta cronista: “Somos mujeres mayores, muchos piensan que no debiera importamos la aprobación de esta ley. Pero, ¿sabe qué?, la apoyamos por nuestras hijas y sobre todo para que nuestras nietas tengan la libertad de elegir que a nosotras nos negaron”.
Nuestras hijas o nuestras nietas hoy expresan la bisagra histórica de la compresión social y política sobre un derecho que el Estado y la Iglesia nos negaron. Una juventud que vitalizó el fuego de esa lucha. Ganó las calles, hizo el aguante en la vigilia eterna de las casi 20 horas que duró la sesión en el tratamiento de esta Ley y aulló de alegría esta mañana, cuando, por un estrecho margen la Cámara de Diputados dió media sanción a un proyecto de ley que legaliza la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana catorce.
Esta tarde de conoció un comunicado del bloque de la oposición (FpV – PJ) de la Cámara de Senadores de la Nación dónde manifiesta que, en su totalidad, votará a favor de la media sanción de Diputados, atendiendo una demanda de la sociedad que se ha expresado masivamente través de los Colectivos de Mujeres. Un paso adelante hacia la garantía de la igualdad de las mujeres y personas con capacidad de gestar y sus derechos sexuales y reproductivos.