En el primer día de vigencia del uso obligatorio de dispositivos de protección que cubran «la nariz, la boca y el mentón» en la Ciudad de Buenos Aires, chóferes de colectivos, usuarios de transporte público, empleados de comercios y personas que circulan por la calle adoptaron este modo de prevención como medida para mitigar la propagación del coronavirus.
«Todos los clientes que vinieron hoy, vinieron con barbijo. Nosotros lo usamos desde la semana pasada» relata Patricia, una empleada de un café ubicado en Avenida de Mayo y Lima, en el centro porteño. Con las sillas colocadas arriba de las mesas, el local tiene una única puerta semiabierta, y una pequeña mesa se utiliza como mostrador para atender a los clientes que no ingresan y deben aguardar en la vereda a que el empleado traiga el pedido, el vuelto y ticket.
«Me parece bien esta medida porque entiendo que hay gente que no presenta síntomas y tal vez tiene el virus. Es para cuidarnos entre todos», dice Estefanía,empleada de un negocio que vende golosinas en la misma avenida del centro porteño. El local permaneció cerrado durante las primeras semanas de cuarentena pero volvió a abrir el pasado lunes aunque con horario reducido y con todos sus empleados utilizando barbijos. Los clientes deben colocarse alcohol en gel antes de pagar.
La medida, que comenzó a regir hoy, establece «el uso obligatorio de elementos de protección que cubran nariz, boca y mentón para ingresar o permanecer en locales comerciales, en dependencias de atención al público y en medios de transporte público en el ámbito de la Ciudad».
Martín, de 39 años, sacó a pasear a su perro por Monserrat, con un tapabocas casero. «Es por mi seguridad, no sé con quién me voy a cruzar, o tal vez toco algo en la calle y después sin darme cuenta me llevo la mano a la cara, entonces con esto yo me siento menos expuesto», comentó el hombre que aseguró que dentro de su casa también intensificó los cuidados ante el Covid-19.
En tanto, en la estación de Constitución los policías que se encuentran en la entrada y piden documentos y autorizaciones para la circulación también tienen la indicación de advertir y no dejar pasar a personas que no tengan cubierta la boca, nariz y mentón.
En las dársenas ubicadas frente a la estación donde paran decenas de líneas de colectivos, los pasajeros hacen filas con barbijos -algunos caseros y otros no-, pero todos llevan el suyo.
«Nosotros usamos barbijos desde el primer día, aunque no todos, pero la mayoría, porque por acá pasa muchísima gente y si bien mantenemos distancia es preferible estar resguardado», explica Marcelo Insaurralde, mientras cobra los boletos de la línea 59.
El joven remarcó que la empresa repartió barbijos para todos los chóferes e inspectores y que además en las unidades se dispusieron medidas de prevención como la de subir a los pasajeros por la puerta del medio y la colocación de un film entre el chófer y los primeros asientos.
Esta mañana, el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, había destacó la masividad del uso de tapabocas. «Estoy en Constitución y acá todo el mundo tiene su tapaboca, la verdad es impresionante lo que estoy viendo», dijo en diálogo con radio La Red, y aseguró que era «un día de baja movilidad» en referencia al flujo de personas por las calles porteñas.
En uno de los controles realizados por agentes de Tránsito de la Ciudad advirtieron que unos de los pasajeros del 59 no tenía cubierta la boca y lo hicieron descender de la unidad. «Si vemos a alguien sin barbijo tenemos que pedirle que se baje, notificarle la disposición vigente y labrarle un acta de contravención», explicó una de las agentes. El hombre de unos 30 años que fue obligado a bajar del colectivo dijo desconocer la nueva disposición y no quiso dar declaraciones.