viernes, noviembre 22

RECONFIGURAR HÁBITOS LECTORES EN UN TIEMPO DE INCERTIDUMBRE

Cuando el año pasado la pandemia irrumpió con la fuerza de esa incertidumbre insospechada, los eventos literarios que rápidamente debieron adoptar una vida virtual y los comentarios en redes de usuarios lectores pusieron en discusión la práctica lectora en sí misma: estaban quienes alegaban mayor tiempo libre para leer y quienes decían que a pesar del tiempo les resultaba imposible conectar con información que no fuera la vinculada a la pandemia.

En este sentido, Magdalena Arrupe señala que «hubo mucha producción de diarios de la pandemia y textos muy valiosos en torno a este momento y la inquietud que genera vivir bajo esta ‘nueva normalidad’, que es de una enorme complejidad».

Y agrega que «si bien los hábitos en relación a los soportes o la cantidad de tiempo que se puede dedicar a la lectura, pueden ser dinámicos, lo que vemos es que hubo una gran necesidad de producir y leer textos que pudieran conectarnos con la historia, con el presente y con la posibilidad de pensar nuevos modos de habitar el planeta en el futuro. Eso se vio reflejado en las ventas de libros y en el hecho de que las librerías fueron declaradas comercios esenciales, por ejemplo. Más allá de la crisis que enfrenta también el sector editorial, el libro sigue siendo una herramienta para interpelar el presente».

Para Cecilia Fanti, desde su experiencia como librera, «la gente se volcó un poco más a la lectura porque los tiempos ociosos que antes se ocupaban en un cine o en un teatro, en una salida con amigues, con pareja, infinitas posibilidades sociales que experimentamos prepandemia, quedaron obturadas, entonces en ese sentido el libro recupera un espacio que tiene que ver con lo individual y lo solitario. Estamos muy pendientes de lo que está pasando y el libro ha aprendido a convivir con eso; es casi como una práctica de meditación poder agarrar un libro y dedicarte un largo tiempo».

¿Y qué estrategias se pueden impulsar para acompañar esos ratos, haciendo caso omiso a las interrupciones? «Puede haber estrategias como pensar qué vas hacer la próxima hora. Tenes opciones: podes estar en redes sociales, ver algo breve en Netflix o leer algunos capítulos de una novela o los relatos de un libro de cuentos», sugiere Fanti.

Pero advierte: «No sé si desalentaría las interrupciones con los libros. La gente entra a la librería preocupada porque está leyendo poco, porque lee lento y a veces son días en que las interrupciones entran mejor y meses en las que menos. Hay que amigarse con las interrupciones porque habiendo tantas exigencias de eficiencia me parece bueno que mantengamos la lectura como ese placer que puede ser interrumpido por un te, por un llamado telefónico, un timbre o el llanto de un bebé».

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