Extenuados, angustiados, asistiendo las salas y terapias intensivas desbordadas por la segunda ola de Covid-19 y, en algunos distritos, hasta teniendo que reclamar para que se los reconozca como profesionales, los enfermeros y enfermeras celebran mañana su día sosteniendo el compromiso y la lucha frente a una enfermedad que provocó la muerte de centenares de trabajadores de la salud.
«Desde que me recibí decidí trabajar en terapia intensiva, lo hago hace diez años, así que estoy acostumbrada a estos casos extremos en los que las personas necesitan cuidados intensivos y que, lamentablemente, no siempre tienen un buen final, pero esta pandemia me ha llevado a llorar, a sentirme mal y hasta a pensar en no querer hacer más este trabajo», sostuvo con voz quebrada Juliana Torquati, enfermera en dos centros de salud de La Plata.
«Ver a alguien que se despide de su ser querido y notar en sus ojos el miedo de no saber si lo volverá a ver; que te llamen desesperados porque están aislados en sus casas y necesitan noticias de su familiar; que tu paciente, ese al que le dedicaste días, y decenas de prácticas distintas para que mejore, ese que en algún momento te miró como dándote las gracias ya no esté, son situaciones que te agotan mentalmente», agregó.
En el último informe especial al respecto, realizado el 31 de marzo, el Ministerio de Salud de la Nación precisó que 79.806 trabajadores de la salud contrajeron Covid-19, de los cuales 472 murieron.
Torquati, de 38 años, fue la primera persona del país en recibir la vacuna Sputnik V contra el coronavirus el pasado 29 de diciembre en el hospital San Martín, donde desde marzo del año pasado forma parte del equipo de enfermería que trabaja en la UTI (Unidad de Terapia Intensiva).
Además de desempeñarse en el ámbito de la salud pública, Torquati trabaja en la UTI de una clínica privada de la capital bonaerense y afirmó que «en los dos lugares se incrementó la cantidad de personal de salud de cara a esta segunda ola, sin embargo, también se incrementó la cantidad de trabajo por lo que el desgaste es total».
Torquati consideró la situación como «agotadora» y pidió a «todos un poco más de conciencia, para cuidarse y cuidar al otro», además, aseguró que le «cuesta» ver o enterarse que «hay gente que dice que está cansada del encierro: nosotros estamos cansados de ver situaciones límite todos los días, sé que se quieren juntar y celebrar, yo hoy celebro cuando un familiar me dice que le llegó el turno para vacunarse».
Jorge Iglesias es enfermero en el hospital Carlos Durand hace 26 años y aseguró que «enfrentamos desde el día uno a una enfermedad de la que no había bibliografía, los médicos no sabían nada, ni los especialistas y fuimos aprendiendo con el correr del tiempo. Estamos acostumbrados a lidiar con la muerte, pero a eso se le sumó la incertidumbre y el miedo».
«Hoy mueren entre 300 y 500 personas por día, y vos los atendés a 30 centímetros, es lógico tener miedo de contagiarte, de llevar la enfermedad a tu casa y contagiar a los que más querés», explicó el hombre de 53 años, oriundo de Bolívar y que hace un año y medio no ve a su madre «para cuidarla, aunque me lo reprocha y me dice que está triste y eso me parte el alma».
Iglesias también se refirió a la situación extrema que atraviesa el colectivo, que lo llega a un agotamiento «físico y mental».
Los enfermeros, dijo, «generamos vínculos con los pacientes, somos los que estamos todo el tiempo, cada vez que necesitan algo, nos cuentan de sus familias, de sus vidas, ríen y lloran con vos, te piden que los ayudes y que no dejes que se mueran y nosotros tenemos que enfrentar días en los que perdemos dos pacientes por turnos, eso destroza a cualquiera».
Otro problema que enfrentan en un distrito como la ciudad de Buenos Aires es la falta de reconocimiento profesional.
En este contexto y «poniéndole el cuerpo desde el comienzo, tenemos que encima salir a pelear por un salario digno, el Gobierno de la Ciudad no nos reconoce como trabajadores profesionales y eso no sólo nos quita un 30 por ciento del sueldo sino que es un ninguneo hacia nuestro esfuerzo y compromiso», sentenció Iglesias.
En este sentido, Melina Paredes, otra enfermera que desempeña sus tareas en un hospital público porteño, afirmó que «desde que empezó la pandemia el gobierno de la Ciudad nos ninguneó, al principio ni siquiera nos mandaba Elementos de Protección Personal (EPP) adecuados para trabajar» y reconoció que «con el correr del tiempo eso se fue regulando».
En el hospital de Casa Cuna, donde es enfermera hace 15 años, se armaron tres salas para pacientes Covid, pero en enero «se tomó la decisión desarmarlas y, por decisión del Ministerio de Salud porteño, los pacientes comparten salas, no importa si son positivos, sospechosos o si todavía son negativos pero uno de sus padres es positivo», precisó la mujer.
Asimismo, Paredes aseguró que «no todo el personal de salud» del centro de salud en el que trabaja «está vacunado, hay algunos que solo tienen una dosis y otros que ni eso. Es más, el mes pasado llamaron a los compañeros que estaban dentro de las licencias por ser grupos de riesgo y les dijeron que ya tenían que volver a trabajar, y los compañeros lo hacen para cuidar el laburo».
Paredes también remarcó el reclamo que los enfermeros porteños llevan desde hace tres años «cuando el gremio oficialista Sutecba, firmó un acuerdo con el gobierno de (Horacio Rodríguez Larreta) para pasar a formar parte del escalafón general y no profesional de los trabajadores del Estado, así somos considerados empleados administrativos».
«Trabajamos es un hospital pediátrico, tenemos que poder contener a los padres y madres, imagínate que hay niños internados por otras patologías y somos nosotros los que estamos con ellos, tenés que poder estar entera, aun cuando terminas de despedir a una que murió por covid y tenés que seguir, todo el tiempo seguir», declaró.
Mañana en el marco del Día Mundial de la Enfermería los enfermeros y enfermeras de la ciudad de Buenos Aires realizarán una jornada de paro y concentrarán a las 12 en Plaza de Mayo para movilizar hacia la legislatura porteña en reclamo del pase al escalafón profesional.
Télam