por Marina Sepúlveda
¿Cómo abordar y comprender la obra de un artista conceptual como Víctor Grippo fallecido hace 20 años que es considerado uno de los grandes exponentes del arte argentino? Tal vez esa respuesta se encuentra alojada en la muestra «Preexistencias» que le dedica Muntref Centro de Arte Contemporáneo en el Hotel de Inmigrantes a partir de una idea de su hija Paulina que se articula en un recorrido mágico a la intimidad del taller con las herramientas, bosquejos, frases y libros que dimensionan las reflexiones del artista y cobran vida en obras e instalaciones.
Con curaduría de Florencia Battiti y Diana Wechsler, directora artística de Muntref, la muestra que se titula «Víctor Grippo. Preexistencias» y podrá verse hasta el 9 de octubre, surge a partir de una idea de la hija de Grippo, Paulina Vera, y de los escritos del artista, desde donde se dan indicios sobre su proceso creativo.
Situado en el tercer piso del Hotel de Inmigrantes, el recorrido inicia con el tránsito por el amplio pasillo para acceder a la parte posterior del salón, que introduce al hábitat y la atmósfera de cientos de historias del edificio, y que trae la voz e imagen del propio Grippo (Junín, 1936-Buenos Aires, 2002) proyectada, la del hijo de inmigrantes, como antesala.
Al traspasar la blanca puerta, un primer pensamiento sustenta obras, textos y la intimidad del taller mostrados y la excusa que acerca su práctica al presente: «Todo acto creativo se apoya en algo preexistente y ordena, construye algo que implica un recorrido, que va más allá», escribe el artista en un texto recuperado por su hija.
En una sala pequeña, las fotografías muestran a un Grippo sonriente captado por Gian Paolo Minelli, algo que «no es muy frecuente» explica la curadora. Mientras que otras fotos reflejan el edificio de departamentos antiguo de la calle Juncal donde vivía y trabajaba, así como instantáneas del taller donde se combinaba el arte y la química, o los oficios como el de orfebrería que práctico.
Entre los muchos elementos amorosamente dispuestos, un código QR permite viajar a «La asombrosa excursión de Zamba al mundo de la alimentación – Encuentro con Víctor Grippo», una producción que le dedica la señal televisiva Pakapaka.
«En un tipo de obra que se va leyendo por capas, el propósito de esta muestra es poder ofrecer las claves para desentrañar esa lógica de pensamiento que está en la base de todas estas obras», explica Wechsler.
En el esfuerzo curatorial compartido, la idea de las preexistencias y el texto de Paulina que lo retoma fue el punto de partida para «pensar con los propios textos de Grippo y encontrar la manera de traer a la sala esto, porque tampoco se trataba de reconstruir el taller o de hacer una puesta en escena, sino en dar indicios de cuáles eran esas preexistencias y poder recorrer la muestra identificándolas», señala la curadora.
La idea de preexistencia surge no sólo del texto encontrado por Paulina y su madre en el taller, sino en esa «pendulación que él hacía desde la cocina que era su ambiente cotidiano más habitado y el taller, el espacio más grande la casa. En ese ir y venir empecé a pensar en este texto de lo preexistente, que en él eran todas sus investigaciones, búsquedas, pensamientos, dibujos, anotaciones, que después cristalizaban como en sus grandes obras», dice Vera.
Y agrega: «Víctor decía que uno no elige ser artista, sino que elige una vida artística y esos objetos que va construyendo en ese devenir que forman parte de un universo, de una cosmovisión, se convierten en obra».
Por otra parte, según la hija del artista, «mostrar estas preexistencias tiene que ver con que todo acto creativo conlleva algo preexistente».
«Empezamos a pensar que formaba parte de la obra y era interesante que se vea porque mostraba todo ese otro espacio y trabajo de Víctor que además muestra otro costado también como artista de Víctor que era un gran dibujante, una persona que reflexionaba mucho por escrito, que manejaba muchas técnicas plásticas», explica Vera.
«Víctor trabajaba en todo momento con esta idea de la transformación. Intuyo que fue por cosas que dice de su infancia y del vínculo con sus padres que es una idea que lo atravesó toda su vida. Por algo elige estudiar bioquímica. Dice en una entrevista que él llega a la alquimia haciendo el camino inverso de la humanidad, pasa de la ciencia a la alquimia que tiene que ver con la transformación, pero está sostenida en lo espiritual», añade Vera.
Es así que, entre los objetos mostrados hay una mesa con materiales «que hacen al día a día de su trabajo», acuarelas, papel metalizado, lápiz, pintura, hasta una alacena con vasos de precipitado y productos varios, diseños en joyería y alguna de sus fotografías experimentales. Y en «este Grippo inesperado que queremos mostrar rescatamos algunos de sus dibujos que no son del Grippo que conocemos», dice por su parte la curadora, así como libros de su biblioteca donde conviven los de cocina como «Ciencia y arte modernos de la alimentación» o las recetas inéditas de «El glotón» de Ugo Tognazzi, un libro de cocina para hombres, hasta las de otro tipo de conocimiento como «El Tao de la física» del austríaco Fritjof Capra o alguno de Paracelso.
Entre las fotos de las piezas de joyería que no se conservan, están unas pequeñas figuras de madera talladas, sencillas, que en su base sellada dicen «hechos en Rusia». Grippo las compraba al quiosquero del barrio, relata la curadora, tal vez, como un anticipo de esas configuraciones de anónimos previos de pan o las otras pequeñas piezas que componen «Cercando la luce» (Buscando la luz).
¿Cómo era entrar al taller? «Tenía que ver con entrar a un territorio habitado que estaba como detenido en el tiempo, porque Víctor era un artista de otra época, era un hacedor. Cocinaba y construía y escribía y dibujaba, leía y pensaba y se sentaba a charlar todo como en la misma dimensión, dando igual importancia con quién charlaba y cuál fuera la situación del diálogo», describe Vera. Y agrega: «Entrar al taller era encontrarse con él haciendo y con él dialogando, tanto conmigo como con los materiales, como con algunos autores con los que había estado pensando, o con las ideas de sus obras o con sus tomates madurando en su maduradero. Entrar al taller era eso: entrar a un momento detenido en el tiempo».
La exposición es habitada por sus anónimos, figuras amorfas, blancas como secuela de esas otras en pan de su taller, u otras paradigmáticas como «La comida del artista» (1991) y «Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza» (1977), «Vida, muerte y resurrección» o «Analogías I» con sus papas -similar a la que se encuentra en el Museo de Bellas Artes-, que buscan responder a ese hermetismo de procesos «alquímicos» de la materia.
Y como rememorando esa acción en la vía pública de compartir el pan en el marco de la exposición Arte e ideología, «Construcción de un horno popular para hacer pan» (1972), realizada con Jorge Gamarra y un trabajador rural en la Plaza Roberto Arlt de Buenos Aires y que sólo duró 48 horas, un nuevo horno se encuentra instalado en la planta baja del museo. Esta acción que se detalla también con los documentos y fotos expuestos en la sala fue recuperada el año pasado en San Juan durante Bienalsur, una obra que sitúa a Grippo como referente temprano del conceptualismo en el mundo.
En la exposición las curadoras buscan esa latencia «que habita» en el trabajo del artista y devuelve «en cada pieza, un fragmento de la condición humana, simple, íntima, frágil, efímera, sensible», tal como describen.
«La importancia del trabajo de Grippo es la de haber instalado un tipo de obra donde el concepto es tan fuerte como claro, en el sentido de poner este lugar político del arte pero de manera menos obvia y de forma más intensa al poner el acento de su trabajo en el lugar de la transformación». Y agrega: «pensar en la transformación es un concepto políticamente muy intenso y toda su obra está montada sobre este concepto, sobre aquello que cambia, es inestable», indica Wechsler.
«El arte descubre las relaciones ocultas o encubiertas. Si una de mis obras ´redescubre´ la capacidad energética de la papa, de ese alimento tan común, que se ingiere casi sin verlo porque no hay ´día sin papa´ en cualquier habitante del planeta, es porque intento proveer una imagen totalizadora que destruya o debilite esa especie de ceguera que la ha vuelto casi invisible para la mayoría», cierra el texto de Grippo la muestra.
Con entrada libre y gratuita, la muestra podrá visitarse de martes a domingos de 11 a 18 en Muntref Centro de Arte Contemporáneo, en Avenida Antártida Argentina sin número (entre Dirección Nacional de Migraciones y Buquebús, con entrada por el Apostadero Naval de Puerto Madero), Ciudad de Buenos Aires.