Barrio Sur, una librería anticuaria e imprenta tipográfica que tiene libros antiguos, raros y artesanales, organiza la Feria del Libro Raro que este sábado y domingo se llevará a cabo en la galería porteña Ruth Benzacar, donde se rescata el libro hecho a mano, la edición original y la reproducción tradicional: “Los proyectos editoriales artesanales no son comerciales sino pasionales”, explica Agustín D’Ambrosio, impulsor de la iniciativa junto a Paula Vergottini.
La Feria puede recorrerse en el local de Juan Ramírez Velasco 1287, Villa Crespo, con entrada gratuita, abre de 14 a 20 y cuenta con 30 librerías y editoriales anticuarias y artesanales especializadas en primeras ediciones, ejemplares firmados por sus autores y libros antiguos o curiosos.
El antecedente del encuentro hay que buscarlo en diciembre de 2021 con la realización de la Feria del Libro Raro y Moderno. Pero esta vez la muestra se centrará en el cruce entre librerías anticuarias y editoriales artesanales del que también participarán imprentas. Tal es el caso de “Rescate”, que imprime con tipografía de plomo y madera, o “Calos”, que reproduce con plomo en una linotipo.
“La Feria -explica D’Ambrosio- es una oportunidad para encontrar libros que no vamos a encontrar en librerías. Libros antiguos, coleccionables, curiosos, primeras ediciones, ejemplares firmados, a lo que se suman producciones artesanales que tampoco suelen encontrarse en librerías”.
En contra de lo que puede suponerse, adquirir este tipo de ediciones no es prohibitivo. “Por más que los libros estén encuadernados a mano o las tapas impresas en serigrafía, tienen un valor de venta acorde y que rompe con la idea de que se trata de circuito aristocrático destinado a quienes tienen mucho dinero”, subraya Vergottini.
Además los visitantes podrán protagonizar su propia experiencia de impresión. “Vamos a llevar una prensa Minerva manual para que todos pueda imprimir”, adelanta.
D’Ambrosio es librero y Vergottini diseñadora gráfica. Son los creadores de Barrio Sur que nació durante la pandemia de la fusión de la imprenta tipográfica Papel Principal, que llevaba adelante Vergottini con Natalia Raíces, y de la librería anticuaria Montevideo Club, de D’Ambrosio y Sabrina Sangineti. Papel Principal funcionó más de 10 años sobre la calle Chile. Montevideo Club surgió en 2015 con la intención de vender libros “raros y de ocasión”.
“Buscamos poner en relación pasado y presente de la cultura impresa en San Telmo, que le dio origen a la cultura impresa porteña. Nos gusta recuperar el trabajo artesanal, un mismo espacio y equipo de trabajo haciendo libros y poniéndolos a la venta en el mismo lugar”, cuenta D’Ambrosio.
“Así funcionaba la imprenta de los Niños Expósitos en la Buenos Aires colonial y también las imprentas y librerías del siglo XIX, como la Imprenta y Librería de Mayo, de Carlos Casavalle”, agrega quien, junto a Vergottini es uno de los organizadores de la Feria del Libro Raro que se desarrollará en la Galería Ruth Benzacar este fin de semana.
La Librería e Imprenta Barrio Sur se asoma al empedrado de la calle México al 502, en una cuadra regida por la soberanía del libro. A pocos metros se encuentra la casa donde tuvo su sede la Sociedad Argentina de Escritores entre 1945 y 1971 y, un poco más allá, el edificio donde funcionó la Biblioteca Nacional entre 1901 y 1993.
El local tiene unos 8.000 libros antiguos, raros y artesanales. Los más añejos datan del siglo XVIII. Los títulos son amplios, van desde la literatura y el ensayo hasta el arte y la botánica. Entre todos ellos se destacan primeras ediciones, ejemplares firmados por sus autores, títulos curiosos y rarezas.
“Nos inspiramos en momentos fuertes de la cultura impresa argentina; en un momento de reconfiguración donde las tecnologías digitales modifican el conjunto de nuestras vidas, encontrar prácticas y caminos en la tradición de la cultura impresa que se puedan recuperar”, asegura D’Ambrosio.
La apuesta es concebir el libro como un objeto estético, recuperando texturas, formas y tonos que se fueron perdiendo vitalidad con la uniformidad que impone la producción en serie.
“Recuperamos la tradición de imprimir libros de manera manual, letra por letra, con tipos individuales de plomo. Un trabajo que lleva tiempo, pero que te permite hacer cosas que no podés en una computadora, efectos de bajo relieve o trabajar con papeles que no podés imprimir en otro lado”, explica Vergottini.
El libro se convierte así en un objeto valioso por su propia conformación. “Nos interesa explorar los orígenes de la cultura impresa rioplatense, ya que estamos todo el tiempo con una mirada muy europea sobre la imprenta y el diseño. Es muy interesante apropiarse de esas experiencias convirtiéndolas en un punto de partida”, señala la diseñadora.
D’Agostino especifica que recuperan dos momentos, ”uno es el del origen, en las misiones jesuítico-guaraníes, en el año 1700 y en condiciones muy difíciles: se componían libros muy interesantes, incluso con ilustraciones, con tipos propios hechos de estaño y con textos en castellano, guaraní y latín, usando imprentas que construían allí mismo”.
“El otro momento es la tradición de la imprenta Coni, que estaba acá a la vuelta, sobre la calle Perú. La más longeva del país. Los Coni imprimieron a lo largo de tres generaciones a partir de 1850. Pablo Emilio desarrolló un estilo, que después continuarán sus hijos, que podemos definir como refinado”.
Confeccionar un libro de manera artesanal tiene tiempos largos si se los compara con la inmediatez de lo actual. Sin embargo, Barrio Sur tiene su propio proyecto editorial a través del cual se imprimen libros completos de este modo, armando cada página letra por letra. “Creo que en la Argentina nadie hace algo así y en el mundo es muy difícil encontrarlo”, agrega.
“Nos apropiamos de tipografías muy antiguas de plomo y las actualizamos. Es lo que hicimos con el logo de la Feria del Libro Raro. Elegimos Semplicitá, diseñada por Alessandro Butti en 1928, una tipografía sans serif geométrica en boga entre los diseñadores europeos de la época que tuvo particular éxito en publicidad. Hicimos un rediseño de la tipografía en diálogo con la tradición”, detalla Vergottini.
Y añade: “El tiempo que lleva diseñar un libro artesanal depende de la complejidad de lo que hagas. Estas diseñando sin pantalla, tal vez si conoces la tipografía que estás usando no necesites hacer una prueba de impresión, pero es variable, en cualquier caso lleva mucho tiempo”.
Barrio Sur es una librería anticuaria. Allí pueden encontrarse libros raros o curiosos que forman parte de su catálogo de editoriales artesanales. Entre ellos “Karcino”, de Juan Filloy, firmados por el autor; “El arte de escribir”, un tratado de caligrafía de fines del siglo XVIII de Juan Antonio de la Riva; o “La cabeza de Goliat”, de Ezequiel Martínez Estrada, firmado por el autor y en edición inhallable.
Y el libro raro es el leiv motiv de la Feria, un libro raro que «se define por la escasez, que solo e infrecuentemente se encuentra a la venta”, define D’Ambrosio, quien precisa que “un libro raro ocupa un lugar más alto que un libro difícil y más bajo que uno inhallable”.
También hay libros que nacen raros. «Los que están hechos en base a criterios bibliófilos; tienen tiradas cortas, a veces solo 15 o 30 ejemplares -señala-, y lo que nos interesa exponer en la Feria es el cruce entre las librerías anticuarias, especializadas en primeras ediciones, coleccionables, curiosos y las editoriales que hacen sus libros a mano, de manera artesanal”.
En Barrio Sur creen que los libros artesanales y aquellos que se producen de manera industrial conviven mal en las librerías porque se pierde el proceso de confección. Cuando la producción en serie uniformiza y priva de matices, los libros artesanales pueden significar la posibilidad de recuperar una relación más personal e íntima tanto con la lectura como con la escritura.
“Me parece interesante recuperar el vínculo con la materialidad del libro y con la experiencia táctil que acompaña la experiencia de la lectura”, dice Vergottini, quien destaca la posibilidad de “salir un poco de la pantalla leyendo un libro encuadernado a mano y con tapas impresas en serigrafía”.
“Los proyectos editoriales artesanales no son comerciales sino pasionales, producidos por el interés tanto en el objeto-libro como en su contenido. Cada título es una selección pensada a partir de lo que más les gusta e interesa a quienes lo hacen. Un cruce entre el contenido y la materialización de ese libro marcado por el amor”, concluye D’Agostino.
Foto/Fuente: Télam