por Mercedes Ezquiaga
Recién confirmado para encarar una nueva gestión de cinco años al frente al Museo Nacional de Bellas Artes, el arquitecto Andrés Duprat dialogó acerca de las próximas iniciativas en las que se centrará su nuevo mandato, que incluyen un nuevo guión curatorial de la colección permanente, un inminente acuerdo con el museo Thyssen de España, los avances del Paseo de Esculturas que ya comenzó a construirse y una nueva sede para reservas que funcionará en un predio ubicado en el barrio de Congreso.
Luego de ocho años de dirigir el Bellas Artes, Duprat continuará por un lustro más al frente de la institución cultural más importante del país -a tono con los principales museos del mundo donde las direcciones ejecutivas suelen durar décadas para dar continuidad a los objetivos de gestión-, lo que permitirá avanzar en los planes de mudar la reserva a un nuevo edificio a construirse en el barrio de Congreso, la ampliación y conexión del edificio principal de Libertador con la Asociación Amigos, incluido el paseo de Esculturas, y un nuevo guión curatorial para la colección permanente, un recambio que no sucedía desde el año 2015.
Un acuerdo inminente con el Thyssen Bornemisza de Madrid para hacer presentaciones cruzadas entre ambas instituciones, una exposición dedicada al imaginario de Egipto, con curaduría de Emilio Burucúa y Sergio Baur, una retrospectiva dedicada a Leopoldo Maler, una antológica sobre Liliana Porter, la esperada ampliación del museo y el proyecto de abrir las reservas al público conforman lo más relevante entre los planes a futuro del confirmado director de una institución que posee un acervo de 13 mil obras de arte y que recibe 2.000 visitantes por día.
«Tendremos una muestra de Liliana Porter, curada por el mexicano Humberto Moro. Vamos a hacer una muestra de Leopoldo Maler que es un artista bastante secreto para Argentina, muy relevante en los 70, después se fue a vivir afuera. Y una muestra espectacular curada por José Emilio Burucúa y Sergio Baur, sobre la influencia del imaginario egipcio en la cultura argentina. Tentativamente para 2024 o 2025. Con la ampliación del museo vamos a duplicar el espacio de exhibición en el Pabellón, entonces se van a poder hacer dos muestras paralelas», contó a Télam el arquitecto, guionista, curador de arte y flamante director ejecutivo Andrés Duprat, que por estos días además oficia de jurado en el envío chileno a la Bienal de Venecia.
¿Cómo te enteraste de que seguías al frente del Museo de Bellas Artes?
Me enteré porque me llamaron el viernes del Ministerio de Cultura avisando que Tristán Bauer quería pasar a verme. Vino, subimos y en la oficina me dijo «Voy a decidirme por tu continuidad porque hiciste una gestión excelente» y me dio las razones: que hubo un incremento en la asistencia de público, una mayor cantidad de obras ingresadas a la colección, por potenciar el carácter federal de la colección, pero también que le pareció una gestión de buen ambiente laboral, de buena relación con la Asociación de Amigos, con los trabajadores, con los privados. Le agradecí la confianza y se fue.
Mariana Marchesi, que también se postuló a la dirección ejecutiva del museo ¿seguirá como directora artística?
Sí. No habrá cambios en el staff del museo.
¿Qué proyectos tenés para el museo en materia expositiva?
Estamos en diálogo con el director artístico del museo Thyssen de Madrid, Guillermo Solana, para presentar acá en el Bellas Artes una selección de obras que dialoguen con nuestra colección. Todavía lo estamos desarrollando. Es algo preliminar. Es un museo que tiene muchas analogías con el Bellas Artes, ambos con obras antiguas pero muy abiertos a que el arte contemporáneo los ilumine, a que tenga una presencia en el universo actual, con las problemáticas actuales, lo que está bueno para no transformar el museo en una pieza de museo justamente. Argentina tiene una relación muy estrecha con España, eso es histórico. Acordate que hicimos la muestra de Joan Miró con el Reina Sofía, de Joan Brossa con el MACBA de Barcelona, una muestra en homenaje a Graciela Sacco que luego viajó a la Casa de América de Madrid.
¿Cuál es el equilibrio en la oferta de exposiciones del museo?
-AD: El Museo tiene dos grandes ventajas, que es su historia, un museo centenario, absolutamente instalado en la sociedad, lo conoce todo el mundo, o sea, no es que tenemos que salir a cazar visitantes. En mi gestión diversificamos la idea de visitantes que quizás antes era más homogénea en los papeles. Nosotros apuntamos a distintos públicos, de diferentes edades, extranjeros, eruditos, con disminución en el oído o la vista, es decir, distintas capas de aproximación. Eso hizo que aumente el interés de los diversos públicos. Y luego tiene una colección superlativa, extraordinaria, de arte europeo, latinoamericano, colonial, moderno, sobre todo, que es súper atractiva. Nunca dejas de descubrir nuevas cosas y siempre podés volver a las grandes obras, «La vuelta del Malón», «Sin pan y sin trabajo», toda la serie de Cándido López o las pinturas de Raquel Forner. El museo organiza exposiciones temporarias con distintas líneas de acción: muestras históricas que ponen la lupa en en la colección o en movimientos del arte ya sea argentino o internacional como han sido El canon accidental, en la producción de las artistas mujeres, de visibilizar lo que en su época fue invisibilizado, la de Ernesto la Cárcova o la de Norah Borges. Luego, muestras que homenajean a los grandes maestros y tratamos de que sea en vida, Julio le Parc, Diana Dowek, César Paternosto, Norberto Gómez. Y después muestras históricas de artistas relevantes de la Argentina como hemos hecho de los Ferrari, de Gyula Kosice. Y muestras internacionales como fue la de Turner, la de Miró o la de los maestros mexicanos Orozco, Rivera y Siqueiros. Nos interesa no ser endogámicos. Los museos tienen que abrirse y los países también tienen que abrirse. Es bueno para una institución estar atento a qué cosas están pasando en la región y en el mundo. Y si bien el Bellas Artes no es un museo de arte contemporáneo creemos que el museo tiene también que dar cuenta de la problemática contemporánea, y no ser visto solo desde su aspecto histórico de preservación.
¿Crees que el rol del museo es hacerse eco de las problemáticas más urgentes de la sociedad?
Sí, pero los museos no son la vanguardia. Yo creo que las vanguardias en temas sociales y en temas artísticos no las dan las instituciones, el que cree eso se equivoca. Los museos en general van detrás, son como elefantes, van más lento tratando de acomodarse un poco a la escena. Yo creo que las vanguardias las hacen los artistas, los movimientos, pero no las hace la institución, que los acoge. Sobre todo, un Bellas Artes, pero pienso lo mismo de un museo de arte contemporáneo, de un museo de arte moderno o de un museo de arte latinoamericano. La vanguardia no la señala una institución, en todo caso están atentos a lo que sucede alrededor. Sí el museo tiene que ser dinámico, si no se transforma en una especie de tumba. A nosotros nos interesa tener una exposición como El canon accidental, con perspectiva de género. Nunca había hecho el Museo algo así, pero también es necesario estar atentos a otras estéticas, por ejemplo, de artistas del noroeste. Todos esos cambios en las dinámicas son bienvenidos, pero no creo que los genere la institución. Las instituciones en todo caso los tienen que acoger.
¿Cómo sigue la obra de ampliación del museo?
-AD: Es lo que más me entusiasma, empieza ahora. Lo venía trabajando hace tiempo, desde que ingresé al museo. Hicimos un master plan arquitectónico para mejoras edilicias y de servicios del museo y vamos avanzando. Ya hicimos el hall de entrada al museo, la tienda, arreglamos el pabellón, recuperamos el estacionamiento que ahora es un parque de esculturas, y vamos a hacer el paso más grande que es la gran conexión entre los dos edificios, el de Bustillo y el de la Asociación Amigos. Eso ya se licitó, ganó una empresa y ya empiezan. Habrá nuevos ascensores, escaleras, halls en cada piso y una bajada directa al café. Eso va a llevar un año y medio de obra si todo avanza como esperamos.
¿Ya se saben las fechas del calendario de exposiciones para el 2024?
El cronograma para el 2024 lo estamos viendo porque tiene que compatibilizarse con la obra en construcción. Si bien pretendemos no cerrar el Museo vamos a tener por etapas algunos espacios inaccesibles. Vamos a tener que acordar con la empresa constructora porque la obra también incluye cambiar el aire acondicionado, la instalación eléctrica, nuevos pisos, colocar escaleras, ascensores, baños, romper paredes para instalar el puente que une. Entonces la programación de los próximos meses va a estar articulada con las labores de construcción. Además, con Mariana Marchesi, vamos a abocarnos a renovar el guion permanente del Museo. Si bien los highlights están siempre, como La vuelta del malón, o El despertar de la criada, habrá un nuevo ordenamiento. Estamos trabajando hace meses con eso. Y se va a ir haciendo paulatinamente, cerrando de a sectores. Es un trabajo de meses.
¿Y el proyecto para mudar las reservas a un edificio en el barrio del Congreso?
-AD: Es un predio del Estado que ya fue transferido al dominio del Ministerio de Cultura para uso del Bellas Artes. Es un lote enorme. Nuestra idea es hacer un concurso de arquitectura en base un programa que estamos empezando a confeccionar que tiene que ver con esos centros de conservación y reservas abiertas, o sea, cambiar el concepto de que las reservas no las puede visitar nadie. Exhibir de una manera diferente, poder ver prácticamente todas las obras del museo. Y como está en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires no solo va a ser un centro de conservación y de reservas, sino que va a tener salas de exposición, auditorio, un espacio gastronómico. Y va también a revitalizar el centro de Buenos Aires. Y al lado está el Gaumont que también se puede trabajar en tándem con ese complejo de cine. Es una idea lindísima, pero es a mediano plazo. Es difícil pronosticar una fecha de inauguración. Eso depende de decisiones políticas sobre todo y Argentina es un país impredecible.
En los principales museos del mundo las direcciones ejecutivas suelen durar décadas…
Es cierto. Manolo Borja estuvo 15 años al frente del Reina Sofía y gracias a eso lo puso en órbita, hizo una gran gestión y logró una reforma con el edificio nuevo que diseñó Jean Nouvel. Eso no es algo que se logre en cuatro o cinco años. Guillermo Solana en el Thyssen está desde hace más de una década. Glenn Lowrie dirige el MoMA desde hace más de 20 años. Pero incluso acá, Borges fue el director de la Biblioteca Nacional durante 20 años. De todos modos, me parece bien también los recambios, pero sí que los plazos de gestión de un museo como este no alcanzan con un con un período, eso se ve.
Foto / Fuente: Télam