A medida que el año se acerca a su fin, un aire de resistencia y determinación envuelve a las calles. Un grupo que ha visto transformarse su bienestar en un campo de batalla es el de los jubilados y jubiladas en este país. En la actualidad, estos hombres y mujeres, quienes deberían disfrutar de un merecido descanso, se enfrentan a un escenario desolador, donde las políticas del gobierno de Javier Milei no sólo les despojan de sus derechos, sino que los convierten en víctimas de un discurso insensato y despectivo.
Así lo pone de manifiesto el comunicado de esta semana emitido por la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilad@s y Pensionad@s, en el que afirman ser «víctimas de las peores políticas impulsadas por el gobierno de Javier Milei».
«Desde que asumió el poder, Milei ha delineado un claro rumbo hacia la desprotección de los sectores más vulnerables, y los jubilados se sitúan en la primera línea de esta ofensiva», afirma el escrito, que denuncia: «En sus discursos, el presidente no vacila en utilizar un lenguaje cargado de cinismo, bañado en burlas y desdén hacia aquellos que han dedicado su vida al trabajo. Las constantes afirmaciones sobre la escasez de jubilados en situación de vulnerabilidad parecen más un intento de desviar la atención que una evaluación real de la triste realidad. Las estadísticas son contundentes: una gran parte de nuestros jubilados recibe haberes por debajo de la línea de la indigencia, mientras que el discurso oficial se aferra a un ideal que no se ajusta a la realidad vivida por la mayoría».
«En los hechos, las políticas de ajuste y las declaraciones vertidas por algunos funcionarios que sugieren la creación de categorías entre jubilad@s reflejan un enfoque discriminatorio hacia los adultos mayores, desvalorizando sus aportes y necesidades», argumentan. Mientras que aseguran que estas afirmaciones evidencian la desconexión con la realidad económica y el alto nivel de desinformación de estos funcionarios, dado que existen estudios que demuestran que una gran proporción de jubilados recibe pensiones por debajo de la línea de pobreza.
En el mismo sentido, denuncian que el PAMI ha implementado trámites complejos que no sólo complican el acceso a medicamentos, sino que también demuestran una falta de empatía hacia la situación de los jubilados. «Las restricciones en el acceso a medicamentos esenciales afectan gravemente la calidad de vida y la salud de los jubilados, aumentando su vulnerabilidad», afirman.
«Las justificaciones para aplicar estas políticas restrictivas de parte de estos funcionarios evocan un cinismo preocupante, al negar la realidad de un segmento importante de la población que ha contribuido al país durante toda su vida laboral», aseguran, al tiempo que insisten en que establecer una distinción entre jubilad@s refleja una desigualdad sistémica que perpetúa la marginación de los más vulnerables dentro del sistema jubilatorio».
«La situación es aún más alarmante cuando se considera el papel de la ANSES, pues su titular ha optado por reforzar la separación entre jubilados de primera y de segunda; tal categorización trivializa la lucha por dignidad de aquellos que han aportado al sistema durante décadas, niega su humanidad y se les condena a una existencia marcada por la pobreza; es un ataque a la memoria de aquellos que construyeron el país con su esfuerzo y sacrificio», sentencia el comunicado.
Con el final del año acercándose, muchos podrían pensar que es momento de reflexionar, de descansar e incluso de guardar fuerzas para el futuro. Sin embargo, esta pausa en el calendario no se traduce en una pausa en las luchas. La vida de cada jubilado, así como su dignidad, es una batalla que se debe continuar. La resistencia se palpita en cada rincón; colectivos de jubilados se organizan, se agrupan y alzan su voz en nombre de la justicia social, en un intento por reivindicar sus derechos y hacer frente a un gobierno que parece ignorarlos por completo.
En el fondo de esta situación, se encuentra una lucha que es mucho más que una cuestión de dinero; es una cuestión de respeto. Un respeto que se le debe a aquellos que han forjado este país y que ahora encuentran en su senectud un camino lleno de obstáculos impuestos por un Estado que se dice democrático, pero actúa de manera opuesta a los principios de equidad y solidaridad que deberían regir en una sociedad avanzada.
Los jubilados no solo enfrentan la batalla de la economía doméstica, sino que también se ven inmersos en un combate más profundo: el de la dignidad y el reconocimiento. En un país donde el poder económico nacional y transnacional parece tener la voz más fuerte, los jubilados gritan su descontento con la convicción de que su lucha no es en vano.