sábado, marzo 15

LAS BESTIAS DE SEGURIDAD

Falsos volantes de la izquierda con supuestas consignas que derivan en un instructivo para convertirse en presa de las bestias policiales. Un patrullero plantado (abandonado con las puertas abiertas) en una esquina de Avenida de Mayo, incendiado por personas (léase infiltrados) nunca detenidas ni identificadas. Una bestia policial plantando un arma en el césped de la Plaza de los Congresos. Una supuesta barra brava de 81 años, apaleada en la cabeza y empujada sobre la acera por una acorazada bestia policial de gran porte. Dos niños barras bravas de 12 y 14 años, detenidos, incomunicados y atados con precintos a la reja de la Casa Rosada, por el supuesto delito de correr cuando regresaban del colegio. Una bestia policial abriendo la cabeza de un fotógrafo barra brava con una granada de gas lacrimógeno. Jubilados y jubilados gaseados, apaleados, empujados, lastimados. Cacería de personas por el delito de llevar como vestimenta la camiseta de un club de fútbol.  El balcón de un edificio humeando al ser alcanzado por una granada de gas.  Una joven con una bala de goma incrustada en el rostro, a centímetros del ojo derecho. Bestias policiales disfrazadas de barras bravas infiltradas entre los manifestantes, gaseando a los manifestantes desde dentro de la movilización. Bestias policiales disparando balas de goma a jubilados (¿barras bravas?) de entre 70 y 80 años armados con pancartas. El flamante jefe de las bestias policiales porteñas, con o sin instrucciones de Bullrich, debutó con un camión hidrante sobre avenida Callao. Antes de las 17:00, hora de convocatoria a la movilización, comenzó a arrojar agua a los manifestantes y, en particular, al camarógrafo Daniel Cabezas de La Retaguardia que filmaba la represión. Minutos más tarde, sobre la calle Hipólito Irigoyen, el cartucho de una granada de gas lacrimógeno impacta en la frente del fotoreportero Carlos Grillo.  Gravemente herido, fue auxiliado por manifestantes y luego trasladado al hospital Ramos Mejía, donde permanece en grave estado. Edgardo Gómez, fotoreportero que se desempeña en el diario Tiempo Argentino, recibió impactos de bala de goma en la espalda y en la cabeza. Marcos Sierras, fotoreportero, fue agredido por barras bravas de la policía federal, quienes le rompieron la nariz, insultaron e impidieron trabajar.  También resultaron heridos los periodistas Emanuel Herrera y Guillermo Lepore de Crónica TV; Manu Jove y Matías Rebella de TN y los equipos de cronistas y camarógrafos de El Destape y de C5N.

La ministra Bullrich instruyó (si es que tiene capacidad para hacerlo) a 10.000 bestias policiales, de gendarmería y aeroportuarias, perfectamente armadas y acorazadas para que salgan a cazar presas. Los servicios de inteligencia, comandados por el asesor estrella del Gobierno, Santiago Caputo, y el delfín del PRO, Diego Kravetz, se encargaron de las tareas de inteligenzia: Plantar falsos volantes del Frente de Izquierda, tomar la foto. Plantar un patrullero sobre Avenida de Mayo, incendiarlo, tomar la foto. Plantar una moto policial, incendiarla, tomar la foto. Plantar piedras en las inmediaciones del Congreso, ordenar a los infiltrados arrojarlas, tomar la foto. Plantar el arma en la plaza, esperar que algún desprevenido la levante, tomar la foto. Esta última «tarea» les falló. Una cámara de televisión filmó el momento en que una bestia policial la dejaba sobre el césped.

El CELS confirmó en conferencia de prensa en ARGRa que el lanzagranadas utilizado es letal y estuvo prohibido hasta que Bullrich asumió en el Ministerio de Seguridad en 2023. Además, informó que fue disparado apuntando directamente a la cabeza de Pablo Grillo, contraviniendo el protocolo de uso que indica que el disparo debe hacerse a 45 grados.

El fotoreportero Carlos Brigo describe en este relato las condiciones en las que se ve forzado a trabajar: «Te empujan con sus escudos, mientras te miran con los ojos inyectados de sangre, hacia la vereda, te gritan que subas a la vereda cuando estás sobre ella, te siguen empujando a golpes de escudo y te gritan que mantengas distancia, cuando ya están todos apretados contra la pared, es ahí cuando comienzan a lanzar el veneno en spray a los ojos, y golpean con más fuerza, se arma el desbande de ciegos, ardidos y quemados, y ahí te lanzan golpes con sus bastones, y pasan las motos y te siguen tirando gas, corridas, y comienzan a disparar cartuchos de balas de goma y gases, y aparecen los carros hidrantes, que sería bueno saber con qué los cargan, ya que la mojadura te lastima la piel y te impide respirar. Y así herido, te rodean y te empujan si tenés suerte, que, si no la tenés te detienen, te atan las manos con precintos, que te cortan la circulación y te tiran dentro de un camión celular», relata y califica a las fuerzas de seguridad como «criminales de este régimen».

«Se le tiraron encima a un nene de 12 años; tremendo tipo se le tiró encima para agarrarlo de la espalda y ponerle precintos», comenta indignada Mariela Gómez, la madre de Lautaro, y relata que el niño y su amigo fueron detenidos a la salida de la escuela, cuando, ante los cortes, buscaban la forma de llegar a sus casas. Ambos desconocen la zona y se vieron envueltos en una estampida. Durante la corrida, al amigo se le cayó el mate, y un policía los acusó de arrojar piedras y fueron detenidos bajo la acusación de atacar la Casa Rosada. Permanecieron atados durante dos horas, sin poder comunicarse con su madre y pasando frío.

El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmó que la mujer de 81 años agredida por un policía federal cayó a la acera tras golpearlo con su bastón, sin que este reaccionara ante su caída. La diferencia de masa corporal entre el agente y la anciana es considerable, estimándose que el policía triplica o cuadruplica su peso.

Cada caso es una postal del terror que este régimen pretende establecer, al amparo de los medios de comunicación hegemónicos. La calle, las redes sociales, los medios comunitarios muestran la verdadera cara de la realidad: la exclusión, el hambre, el ajuste y también el coraje.

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