viernes, noviembre 22

LA PROSTITUCIÓN NO ES UN TRABAJO

entrevista de Florencia Gargiulo y Tania Rodriguez*

Lohana Berkins, reconocida militante por los derechos humanos de las personas travestis y transexuales, presidenta de la cooperativa Nadia Echazú y asesora en la Legislatura porteña, analiza el debate en torno a la prostitución destacando los ejes de la postura abolicionista que ella asume y diferenciándose de la posición reglamentarista. También reflexiona sobre la relación entre trata y prostitución, opina sobre las leyes recientemente aprobadas que prohíben los prostíbulos en Córdoba y Tucumán y destaca el avance que significó la aprobación de la Ley de Identidad Sexual, que, afirma, es parte de una necesaria batalla cultural.

Existe un debate en torno a la prostitución en relación a si se trata o no de un trabajo. ¿Cómo lo analiza?

No diría que existe un debate sino dos posiciones muy claras: una es la nuestra, la del abolicionismo, que entiende que la prostitución crea violencia contra las mujeres y travestis y debe ser abolida. Por su parte, la otra posición es la del grupo que la entiende como un trabajo, que en la actualidad pasa a promover una posición  que busca reglamentar las normas por las cuales se  ejerce la prostitución, considerándola un trabajo. Entonces, desde el abolicionismo no consideramos que sea un trabajo, creemos que la prostitución y la trata de personas afectan la dignidad humana y los derechos de las personas. Por eso abogamos por el fin del sistema prostituyente. Además, cabe destacar que en el abolicionismo no solo nos encontramos quienes hemos estado estado involucradas sino gran parte del activismo de mujeres feministas intelectuales.

¿Cuáles son los ejes principales que promueve la postura abolicionista?

Adherimos al abolicionismo en general pero también consideramos que habría que hacerle algunas reformas en cuanto a que ahí la única sujeta en disputa es la mujer. Entonces, habría que cambiar ese concepto y ver que las travestis también somos explotadas, no aceptamos la prostitución como un trabajo. Somos condenadas a la prostitución como única forma de supervivencia. En este contexto, el ejes principal que promueve el abolicionismo tiene que ver con que el Estado genere políticas claras para la erradicación de la prostitución. Por otra parte, también señalamos la importancia de no criminalizar bajo ningún punto de vista a las personas en situación de prostitución. En definitiva, exigimos que el Estado intervenga para terminar con aquellas condiciones estructurales que históricamente han permitido que exista la prostitución, genere políticas públicas que nos incluyan y quite cualquier cebo de autoritarismo y control hacia las compañeras en situación de prostitución.

Detrás de la prostitución se encuentran los fenómenos de trata de personas y explotación sexual. ¿Cómo se da esta relación? ¿Se conoce la magnitud de estas problemáticas?

Esta es otra contradicción del planteo de la prostitución como un trabajo, el querer separar a la prostitución de la trata. El fin de la trata es la prostitución. ¿Por qué tratan a una mujer si no es para alimentar ese negocio? Entonces, ahí es donde nosotras operamos fuertemente y también buscamos ampliar esta problemática. Aquí, nuevamente, cuando se habla de trata para explotación sexual se da cuenta de una construcción de la víctima mujer. Por eso creemos que hay que ampliar los márgenes. Nosotras, las travestis, mayoritariamente, 98 de cada 100, estamos en situación de prostitución y es un dato alarmante. Por supuesto que no todas las mujeres pobres terminan prostituyéndose. Hay una estructura y arquitectura más fuerte que sostiene la prostitución y la trata, por eso no se trata solo de una cuestión de pobreza. En el caso de las travestis, si bien no somos “tratadas” de la misma manera, sí somos explotadas. Por eso hay un campo común entre ellas y nosotras y por eso la necesidad de discutir y ampliar ese concepto de trata incluyendo a otras víctimas.

Recientemente en Tucumán y Córdoba se aprobaron leyes que prohíben los prostíbulos. ¿Qué de estas iniciativas?

Yo nunca adherí a ninguna postura punitiva porque sino el Estado aparece actuando solo de esa manera. Si esas medidas no van acompañadas de una fuerte política pública, en general terminan revictimizando a las víctima -mujeres y travestis. Entonces, si no se generan otras instancias, como programas de ayuda social, capacitación, acceso a los derechos, etc., esas cuestiones terminan teniendo solo un efecto mediático. Si no profundizas la trama, siempre surge el mismo efecto. Además, estas cuestiones ya estaban contempladas en los códigos contravencionales, lo que se castiga es la explotación de terceros. Entonces, no es que se incluyen figuras nuevas dentro de esta lucha, son, más bien, efectos mediáticos que están bien pero tienen que ser profundizados a través de políticas públicas.

¿Cómo cree que debería actuar la justicia con los consumidores?

No soy partidaria de ninguna cuestión, creo que el acento hay que ponerlo en toda la sociedad. No analizamos la prostitución solo como un fenómeno de pobreza o tal como los medios logran establecer como iconicidad -la chica mal vestida, mal teñida, la travesti parada toda desnuda con 3 grados bajo cero. Se pone el acento sobre estas cuestiones y nada se dice, por ejemplo, del cabaret público que es el programa de Tinelli, donde miles de jovencitas usan y aspiran a llegar como una vidriera para después tener un estándar de vida mucho mejor. De hecho el proxenetismo quedó claro cuando Moria Casan señaló que le cobraba a Andrea Rincón por haberla presentado. ¿En calidad de qué le cobraba, era su representanta, era la que le enseñaba? Sin embargo, no pasó nada. Por eso me parece que hay que comenzar a ampliar el tema y dar cuenta de que no solo se trata de un problema de las prostitutas y las travestis, es un problema de toda la sociedad. Toda la sociedad se tiene que ver involucrada. La justicia, por ejemplo, que siempre nos da cárcel, debería establecer un fallo ejemplificador como podría ser exigirle al Estado de Córdoba que genere un microenprendimiento para las compañeras en situación de prostitución. Es decir, salir de la cuestión punitiva y abordar el tema de forma integral. Si no trabajamos sobre el machismo, si las mujeres siguen al servicio de los varones, si la construcción de lo femenino es siempre para ser las mancebas de los señores, si no generás un debate más amplio, si, en definitiva, no se aborda la cuestión de manera integral, va a ser difícil terminar con la prostitución. Mientras la mujer no acceda a la economía real, a la autonomía plena, nada va a cambiar. Por eso hay muchas metas para ponernos.

¿Considera que ha habido avances al respecto en los últimos años? ¿Cómo dar la necesaria batalla cultural?

El gran día “T” fue el 9 de mayo cuando se aprobó la Ley de Identidad de Género. Este fue el máximo logro alcanzado. Ahora bien, reconociendo esto, no se ha avanzado sobre la estructuralidad de la pobreza en la que vivimos. Incluso no hemos ingresado en el mismo Estado, no hay una travesti que sea directora de un área; sin embargo muchos activistas gays o lesbianas sí han ocupado lugares de poder. Entonces, hay que profundizar la política para que podamos capacitarnos y accedamos a empleos dignos, con buenas condiciones de trabajo. Hemos logrado el acceso a la salud, educación y vivienda pero ahora hay que garantizar la permanencia dentro de ese sistema. Si no se resuelven esas cuestiones estructurales, de esa trama perversa en la que nosotras hemos vivido, poco es lo que vamos a poder avanzar. Hay que empezar a desmantelar esa estructura, incluso en las mismas escuelas. Las leyes de Salud Sexual y Reproductiva y de Educación Sexual, por ejemplo, no han profundizado el tema con las travestis. Ni siquiera fuimos invitadas a participar en los debates -como ocurre en otros temas. Por eso tenemos que trabajar para que podamos aparecer de manera plena, con nuestras propias voces. Todavía se nos ve como sujetos tuteladas en donde otros y otras suponen que van a hablar por nosotras. Y nosotras podríamos aportar muchísimo.

Es Presidenta de la Cooperativa Nadia Echazú, ¿podría contar el trabajo que llevan adelante?

Es una cooperativa textil que justamente surgió para dar una respuesta, para generar una dialéctica con el mundo del trabajo que no sea la prostitución. El empleo es fundamental, a partir del trabajo las personas se plantean su vida, se organizan o se buscan instrumentos para mejorar la calidad de vida. Por eso fue generada la cooperativa y nos encargamos de capacitar compañeras para el mundo laboral. Es el proyecto más exitoso que logramos sostener y ya han pasado más de 100 compañeras. Muchas luego formaron sus propios micro emprendimientos o se incorporaron a otro trabajo. Entonces, la socialización, el acercamiento al mundo laboral, el desafió en términos personales de descubrir sus propias capacidades y potenciales, de empezar a construir un autoestima, dan cuenta de un trabajo altamente exitoso. En definitiva, usamos el trabajo, la identidad y la ciudadanía como disparadores para ampliar los sentidos.

*Para el Espacio Iniciativa

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