Por Enrique Viale*
En las ciudades no hay petróleo, no hay minerales, hay tierra pública. Y las corporaciones inmobiliarias la codician. Y eso es lo que se entregó impunemente en la sesión del 1ero. de Noviembre en la Legislatura Porteña a partir de un espurio pacto Pro-K. Es la privatización de lo público, de su patrimonio, con los mismos argumentos del menemismo.
En la etapa actual del capitalismo la acumulación es por desposesión y la tierra (el territorio) es el objetivo de las corporaciones. En este caso se concedieron por 30 años -entre gallos y medianoches- treinta y siete hectáreas de espacio público (si 37 manzanas del Parque Roca) a una S.A. sin canon alguno y se la eximió del ABL e Ingresos Brutos. También se ordenó la subasta pública del Edificio del Plata, patrimonio de la Ciudad (casi como vender el Obelisco) y se entregaron centenares de hectáreas a la especulación inmobiliaria con la rezonificación a medida de las playas ferroviarias de Caballito, Palermo y Liniers (que no son para el plan Procrear, porque así expresamente lo excluye el decreto presidencial). Además el espurio Pro-K incluyó la autorización al Poder Ejecutivo local de endeudarse por U$S 250 millones de dólares (la deuda de la Ciudad aumentó un 227 % desde que está Macri). Asimismo ayer se votó el denominado «Distrito de las Artes» en la Boca, promovido por el macrismo, pensado para los negocios con el arte -y no para los artistas- lo que provocará inevitablemente la gentrificación del barrio.
Una cuestión que pasó algo inadvertida en la catarata de aprobaciones fue que el Pacto Pro-K incluyó la aprobación de una ley que creó un fondo con recursos públicos para que sea administrado por el Diputado Daniel Amoroso (Presidente a su vez del Sindicato de Juegos de Azar, ALEARA). Esto garantizó que él acompañe este Pacto, votó todo.
La especulación inmobiliaria es nuestra megaminería o nuestra soja transgénica. Tienen la misma lógica: expulsan y provocan desplazamientos de población; concentran riqueza y territorio; se apropian de lo público; provocan daños generalizados al ambiente, al hábitat y a la Naturaleza; degradación institucional y de la vida democrática, entre otras nefastas cuestiones. Pero sobre todo las cosas desenmascara el evidente pacto que hay entre los gobiernos y las corporaciones. Son ellas, con complicidad gubernamental, las que deciden el ordenamiento territorial del país: donde se impone la megaminería, donde se implanta la soja y donde las torres. En la Ciudad de Buenos Aires la planificación urbana la realiza la especulación inmobiliaria. IRSA es a la Ciudad, lo que la Barrick es a la Cordillera o lo que Monsanto es al campo.
Todas las leyes votadas se votaron “sobre tablas”, sin siquiera despacho de comisión y, menos aún, Informe Técnico como establece el reglamento de la Legislatura. Es más, la ley de endeudamiento por U$S 250 millones se presentó horas antes de la sesión. Podrán decir que las formas no son tan importantes, pero en este caso las formas tienen que ver con el fondo.
Pero lo peor es que el 1 de noviembre sólo se votó parte del espurio pacto Pro-K, que continuará en los próximos días. Como si no fuese suficiente lo que ya entregaron, queda la “Dubai de IRSA” en la ex Ciudad Deportiva de Boca (un negocio de 5000 millones de dólares), la rezonificación de la Isla Demarchi para entregarla a la especulación inmobiliaria y la entrega de concesiones de las plazas y parques público, casi nada.
*abogado ambientalista, miembro del Colectivo por la Igualdad