Buscarita Roa, integrante de Abuelas de Plaza de Mayo fue distinguida por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como personalidad destacada en el ámbito de los Derechos Humanos.
«Agradezco muchísimo este reconocimiento y creo que hay que seguir adelante trabajando y luchando porque demostramos al mundo que no estábamos locas, y porque aún no sabemos dónde están los cuerpos de nuestros hijos», dijo Roa en la ceremonia.
Buscarita Roa es la madre de José Poblete, detenido-desaparecido el 28 de diciembre de 1978, el mismo día en que su nieta Claudia fue secuestrada junto a su madre, Gertrudis Hlaczik, y apropiada ilegalmente a los ocho meses de edad.
La identidad de Claudia fue restituida en el 2000 gracias a la incansable búsqueda de las Abuelas de Plaza de Mayo.
En el acto estuvo la nieta de Roa, así como Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo; el diputado nacional y nieto recuperado Horacio Pietragalla; Julio Morresi, un «padre de Plaza de Mayo», y la legisladora María Elena Naddeo.
Buscarita Roa nació el 15 de septiembre de 1937 en la ciudad de Temuco, Chile, tuvo siete hijos, y llegó a la Argentina para acompañar a José, quien se encontraba internado en un instituto de rehabilitación por haber perdido sus piernas en un accidente ferroviario cuando tenía 16 años.
El compromiso social que José manifestó durante su adolescencia en su país se profundizó en la Argentina y a pesar de sus limitaciones físicas comenzó a militar en “La Unión Nacional Socioeconómica de Lisiados y Cristianos para la Liberación”, hasta su secuestro.
«Cuando desapareció José, arranqué la búsqueda con mi consuegra, yendo a todos los lugares donde podíamos. Poco después, mi consuegra cayó en una depresión muy fuerte y se suicidó. Ahí me sentí muy sola y me uní a otros que pasaban por lo mismo, estuve en Madres, en el SERPAJ, en Familiares hasta que llegué a Abuelas», recordó.
Gracias a los testimonios de los sobrevivientes, Buscarita supo que su hijo y su nuera estuvieron secuestrados en el Centro Clandestino de detención conocido como El Olimpo.
Su nieta fue secuestrada junto a su madre en un operativo comando, y entregada a una familia de militares; y gracias a la búsqueda de Abuelas, pudo reencontrarse después de 22 años y construir un vínculo que le llevó -según su relato- cinco años poder abrazarla por primera vez.
Con su identidad recuperada, Claudia fue la primera nieta en declarar en un juicio oral contra sus apropiadores en el 2001.
Aún después de reencontrar a su nieta, Roa continúa con Abuelas buscando a los 400 nietos robados por la dictadura cívico militar porque «los chicos son los nietos de todos, son los nietos de la Argentina», explicó.