Las obras en la oscuridad que el Centro Argentino de Teatro Ciego pone en escena no sólo son una fuente de ingreso para los actores sino que desafían las convenciones y ayudan a derribar prejuicios sobre la discapacidad visual al obligar al espectador a ponerse en sus zapatos.
Es que para disfrutar el teatro ciego hace falta dejar de lado el sentido de la vista para potenciar los demás, confiar, reconocer la relatividad de toda discapacidad -porque nadie es ciego donde la oscuridad es absoluta- y poner en juego todo el potencial creativo.
«La característica fundamental del teatro ciego es que la gente no ve absolutamente nada de lo que está pasando. Pero al anular el sentido de la vista, se potencian el sentido del oído, el olfato y el tacto», explica Martín Bondone, director y cofundador de este espacio cultural, que tiene 8 obras en cartel funcionando como cooperativas.
«El ´teatro ciego´ hace referencia a una modalidad de teatro en la oscuridad, pero no es un ´teatro para ciegos´», más allá de que el 50% de los actores lo sean, como el caso de Julia Pereyra, que hace teatro desde los 12 años y es protagonista de «Mi amiga la oscuridad», una propuesta para chicos que se estrenó en julio.
“Comencé a estudiar con Luisa Vehil, en los años `60. Yo ya veía poco. Estuve 4 años con ella y no me cobró un peso porque creía que enseñarme era inútil. Después hice teatro leído o me llamaban para ponerle la voz a algo”, dijo, dando cuenta de la poca oferta que había para su trabajo.
La actriz se enteró de la propuesta del espacio cultural y quedó «encantada, porque era lo soñado. Acá por primera vez pude hacer teatro”.
Con esta técnica, los actores ciegos no sólo están totalmente integrados, sino que son ellos quienes están en condiciones de facilitar el trabajo de los que pueden ver. “Hay muchos actores ciegos que te ayudan mucho. Uno tiene que aprender este juego de la oscuridad total, que me encantó jugar”, explicó el actor Javier Rosón.
Con “Mi amiga la oscuridad” el grupo descubrió que los chicos son mucho más permeables y quienes menos miedo tienen a la oscuridad. “Ahí te das cuenta que son diamante en bruto y a medida que se van socializando se van llenando de miedos y prejuicios. El niño es el que mejor reacciona, los miedos son nuestros”, analizó Victoria Cestau, la directora de la obra infantil.
El teatro ciego inició su recorrido en Córdoba, en 1991, cuando el director teatral Ricardo Sued, inspirado en las técnicas de meditación tibetanas, decidió realizar en total oscuridad la obra “Caramelo de limón”.
En 1994 se presentó en Buenos Aires con Gerardo Bentatti como protagonista quien, en 2001, decidió conformar una compañía con actores ciegos pertenecientes al Grupo de Teatro Leído de la Biblioteca Argentina para Ciegos, para realizar obras en la oscuridad. Un año después estrenaron «La Isla Desierta».
Un grupo surgido de esa compañía conformó en 2008 el Centro Argentino de Teatro Ciego, que funciona en Zelaya 3006, en el barrio porteño del Abasto, y que es el primer teatro ciego del mundo.
Pero las obras no solo representan un desafío para los espectadores, porque «el discurso del cuerpo casi que se anula para ponerse a disposición de la voz. Y mientras actuamos aportamos también a lo que es la ambientación, los efectos de sonido y olores”, explica la actriz Vanesa Boroda.
“Además, esta técnica te da la posibilidad de trabajar en 360 grados, entre el público y sin ningún escenario que restrinja tus movimientos. Entonces podés tener una acción en un primer plano y en la periferia algo, en un segundo plano, que tiene lugar en otro ambiente o en otro tiempo”, dijo.
Entre 400 y 600 personas acuden al centro por fin semana para ver alguna de las obras en cartel: «El Infinito Silencio», «Babilonia FX», «Luces de Libertad», «A ciegas con luz» (musical gourmet), «Stereotipos a ciegas», «Todo Sonidos», «Parlantes Holofónicos de Zuccarelli» y «Mi amiga la oscuridad».
Este lunes estrenaron la obra «360», a la que definen como «una fiesta en la oscuridad», inspirada en el trabajo de «Fuerza Bruta».
«360 es una experiencia fuera de lo común de lo que se venía haciendo en teatro ciego. Te invita a despertar nuevos sentidos, a bailar en la oscuridad», contó el actor y autor César Martínez.
La obra se presenta los lunes a las 21,30 y los viernes a las 0,30, en el Centro Argentino de Teatro Ciego.