El día del canillita comenzó a festejarse el 7 de noviembre de 1947, en conmemoración a la fecha de muerte de Florencio Sánchez. Este dramaturgo uruguayo dio origen a esta denominación en su obra «Canillita».
En Perú, Bolivia, Paraguay, la Argentina y Uruguay es común que se designe «canillita» al vendedor ambulante de diarios y revistas . También se aplica al dueño del puesto o kiosco donde se venden periódicos. «Cañilla» es diminutivo de caña. Por semejanza se aplicó a los huesos largos de la pierna, especialmente la tibia, y de allí surgió el uso de canilla ‘pierna flaca’.
En 1904 el dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez estrenó en Buenos Aires la pieza teatral en un acto titulada Canillita. El título correspondía al apodo del protagonista, un niño desnutrido que vendía diarios en la calle para alimentar a sus padres, y llevaba pantalones cortos que dejaban al descubierto las piernas largas y flacas.
Este esforzado vendedor de periódicos, se presentaba así:
«Soy Canillita
gran personaje
con poca guita
y muy mal traje.
[…]
Muy mal considerado
por mucha gente,
soy bueno, soy honrado,
no soy pillete,
y para un diario,
soy un elemento
muy necesario» .
La obra tuvo tanto éxito que pronto el nombre del protagonista se aplicó a todos los chiquillos vendedores de diarios. El término pasó más tarde a Perú, como tantos otros argentinismos. Pero como el diminutivo no se sentía como adecuado para designar a los adultos del mismo oficio, ha surgido, por regresión, la forma (común a ambos géneros) canilla, que tiene alguna difusión.
La primera vez que se escuchó el grito de un vendedor de diarios fue en 1867 cuando anunciaba: “¡La República! ¡La República!”. Éste era el nombre de un diario de la época que ideó aquella forma de venta directa. Debido a su éxito, esta costumbre fue adoptada por otros diarios, creándose así una nueva fuente de trabajo.