Se llamaba María Delungro y fue la primer anciana canillita que transitó las calles de Buenos Aires. Había llegado a esta Ciudad en 1870, cuando tenía ya 46 años, desde entonces se inició en el oficio de pregonar para veneder diarios por las calles porteñas.
Todos le decían Zia María, por el arrastre que tenía al pronunciar la “t”, le faltaban las piezas dentales frontales. Dejó de trabajar en 1906 y, en los 36 años que tránsitó las calles de Buenos Aires vendiendo diarios, tan sólo faltó 4 días a su trabajo. Recorría las calles gritando “Diarios, diarera”
Zia María vivía en Caballito, salía de su casa a las 4 de la mañana para comenzar su día laboral, iba a pié hasta la imprenta, levantaba la pila de diarios y así iniciaba su jornada, su distribución llegaba hasta Chacarita. Al final del día, regresaba caminando a su casa.
A los 82 años se retiró de su oficio, gracias a la iniciativa del gremio de vendedores de diarios que decidió sostenerla económicamente. A ese sostén contribuyeron La Nación, La Prensa, La Patria degli Italiani, El Diario Español, The Standard, Courrier de la Plata, Caras y Caretas; los señores Juan Canter, Severo Vaccaro, Salvador Ferrito, N. Lasala entre otros.