por Claudia Lorenzón
Habitantes de más de 4.400 villas y barrios populares de Argentina podrán acceder a Internet a través de propuestas comunitarias presentadas ante el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) que, con una línea de financiamiento de mil millones de pesos, solventa obras de infraestructura para ampliar o lograr conectividad a la red y generar puestos de trabajo para quienes habitan esos territorios.
La iniciativa surgió del Programa de Conectividad para Barrios Populares, aprobado en junio de este año por ese organismo «para llevar conectividad a los barrios y asentamientos que figuran en el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) y ascienden a 4.416 a lo largo y ancho del país», informó el director Nacional de Fomento y Desarrollo del Enacom, Pablo Urquiza.
Según datos de 2017 del Renabap «el 65 por ciento de los habitantes de esos barrios, que suman más de cuatro millones de personas, no tiene acceso a Internet porque muchas veces el mercado no considera rentable llevar conectividad a esos lugares», dijo Natalia Vinelli, subdirectora de Proyectos Especiales del organismo.
La falta de conectividad en barrios populares de larga data en Argentina quedó expuesta en toda su dimensión durante la pandemia de coronavirus ya que la necesidad de aislamiento otorgó un rol primordial a la virtualidad para todas las actividades, fundamentalmente en el acceso a la educación, una brecha que busca revertirse de la mano de la urbanización de los barrios.
En este sentido, Urquiza recordó que a partir de la pandemia y para dar una respuesta inmediata «el Enacom aceleró la aprobación de programas de emergencia para los vecinos de Villa Azul en los distritos (bonaerenses) de Quilmes y Avellaneda» y trabajó «con habitantes de los barrios populares del país para la provisión de tarjetas telefónicas sin perder el objetivo de mediano y largo plazo de llevar conectividad».
Con la apertura del programa, el Enacom «financia el 100 por ciento de las obras de infraestructura, entendiendo que el acceso a la conectividad es un derecho que debe garantizar el Estado y terminar con la brecha digital para que no haya argentinos de primera y de segunda», afirmó Vinelli.
«El acceso a Internet es a su vez una puerta de acceso a otros derechos como el derecho a la educación, al teletrabajo, al encuentro, a la telemedicina, entretenimiento, que sin la conectividad no está garantizada», sostuvo.
El programa impulsa que las obras de conectividad se hagan a través de las organizaciones que están en los barrios y lleven Internet a su comunidad, para lo cual deben poseer o tener en trámite licencias TIC, de Servicios de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
Las iniciativas pueden surgir de integrantes de «cooperativas de servicios de internet, pymes u organizaciones comunitarias que garanticen el acceso a Internet en instituciones públicas o significativas de la sociedad como comedores populares, clubes, escuelas, iglesias, bibliotecas, jardines y centros culturales, para que quienes no puedan pagar una tarifa no se queden afuera por una situación de desigualdad económica», precisó Vinelli.
La otra posibilidad es «la instalación de estaciones tecnológicas o cyber comunitarios en espacios comunes con computadoras y conectividad gratuita para que se puedan acercar personas que de otra manera no tendrían acceso, y así se garantiza la inclusión social, y el vínculo entre el proponente y las organizaciones de la comunidad», destacó.
Otro elemento distintivo del programa es que «un porcentaje de quienes trabajen en el desarrollo de las obras de infraestructura sean los propios habitantes de los barrios, y de esta manera se genere empleo en el territorio», señaló.
A partir de la convocatoria abierta en septiembre por el Enacom, distintas organizaciones comenzaron a enviar propuestas, muchas de las cuales están en estudio y otras a poco de ser aprobadas. Algunas llegaron desde Formosa, Santa Fe, Chaco, Neuquén, Misiones (Oberá), Bariloche y Buenos Aires (Lanús, La Plata, Luján, Del Viso, Lomas de Zamora, Mar de Ajó), puntualizó Vinelli.
Otras iniciativas surgieron de la Ciudad de Buenos Aires como la radio FM de Villa Soldati, que después de muchos años de intentos fallidos para poder acceder a Internet, presentó ante el Enacom una propuesta para que el servicio llegue no solo a ese barrio, sino también a Fátima, Los Piletones, Ramón Carrillo y La Esperanza.
La radio fue inaugurada en 2016, pero la falta de Internet limitaba las posibilidades de acceder a una aplicación o página web y usar plataformas digitales, por lo que se replantearon cómo hacer para que la red llegue el barrio, dijo Ariel Verón, de la organización social El Hormiguero que dio nacimiento a FM Soldati.
Ante este panorama, el año pasado intentaron que el Gobierno de la Ciudad garantice el servicio para los barrios que quedaban aislados no solo en lo educativo sino en cuanto a ocio y entretenimiento, pero finalmente dieron con el Enacom y presentaron la propuesta, explicó Verón.
«Buscamos acercar Internet de calidad a vecinos y vecinas, y que las personas que no puedan pagar accedan a través de puntos wifi libres, para no estar desconectados de la virtualidad», señaló.
Otro proyecto presentado es el de la organización Atalaya Sur, de la villa 20, del barrio porteño de Villa Lugano, que con la iniciativa presentada se propone ampliar la red a 500 hogares.
Este programa de alcance nacional destina mil millones de pesos del fondo de servicio universal, un fondo fiduciario que financia proyectos de conectividad en barrios populares, compuesto por un impuesto que pagan al Enacom las empresas de telecomunicaciones.