El domingo 1º de octubre, se cumplieron dos meses de la desaparición forzada de Santiago Maldonado en manos de la gendarmería nacional. Nuevamente, la familia del joven y organismos defensores de Derechos Humanos convocaron a una tercera movilización exigiendo al Estado la aparición con vida de Santiago Maldonado. Nuevamente, la Plaza de Mayo se colmó de manifestantes de todas las edades que portaban pancartas con el rostro de Santiago y exigieron la renuncia de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Nuevamente, como sucedió en la el 1º de septiembre, hubo infiltrados y encapuchados que agredieron a los trabajadores de prensa. Nuevamente, quedaron al descubierto sus rostros. Nuevamente, la Justicia omite investigar estos hechos en profundidad.
El 1º de agosto de este año, unos cien efectivos de esta fuerza en realizó un violento operativo en la Comunidad Mapuche “Pu Lof” en Resistencia, departamento de Cushamen, provincia de Chubut.
Desde entonces, el joven está desaparecido y si bien Estado niega sistemáticamente su responsabilidad en este hecho, la causa ha sido caratulada como desaparición forzada de personas, un delito de lesa humanidad que no tiene prescripción, según los tratados internacionales de Derechos Humanos, a los que nuestro país adhiere.
Mientras la familia desesperaba ante la indiferencia del Estado, los medios de comunicación afines al Gobierno iniciaron una campaña para demonizar a la víctima y a la comunidad mapuche, logrando así sembrar pistas falsas y entorpecer la búsqueda. La Justicia demoró y obstaculizó la investigación, incluso permitió que la Gendarmería, sindicada como autora material de este delito, tuviera acceso al expediente. Hasta la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, se permitió develar la identidad “reservada” de uno de los testigos de la causa.
La familia de Santiago Maldonado, los organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales y la sociedad en su conjunto, no cesan en el reclamo de su aparición con vida. No sólo a través de la vía judicial, sino también por medio de campañas públicas, iniciativas populares y redes sociales. La causa fue caratulada como Desaparición Forzada. Amnistía Internacional Argentina reclamó en dos oportunidades al Gobierno argentino que avance en investigaciones exhaustivas e imparciales y garantice los recursos necesarios para encontrar a Maldonado.
El viernes 1º de septiembre, a un mes de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, se realizó en Plaza de Mayo un acto multitudinario donde concurrieron 250 mil personas exigiendo su aparición con vida. El Gobierno respondió con una furibunda represión que dejó como saldo 31 personas detenidas sin causa e incomunicadas durante más de dos días, entre ellas tres trabajadores de prensa. Mientras tanto, Santiago sigue sin aparecer y la preocupación del Gobierno no es buscarlo sino criminalizar la protesta social, naturalizar la violencia policial y sembrar pruebas falsas en los medios corporativos de comunicación, encubriendo así a los autores materiales e intelectuales del delito de Desaparición Forzada.
Tras una larga batalla judicial, la familia Maldonado logró -el viernes 22 de septiembre- que el juez federal de Esquel, Guido Otranto, se apartara de la causa que investiga la desaparición forzada de Santiago Maldonado y también del hábeas corpus. Este magistrado fue quien libró la orden a Gendarmería para reprimir a la comunidad mapuche el día de la desaparición. En su lugar asumió el juez federal de primera instancia n° 2 de Rawson: Guillermo Gustavo Lleral. Pese a la separación de Otranto, la causa de desaparición forzada sigue en manos de la fiscal Silvina Ávila, una de las responsables -según la familia Maldonado- de que no haya avanzado la investigación.
A dos meses de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, su hermano mayor, Sergio, escribió esta carta:
Desde su desaparición forzada, nuestra familia sobrevive atravesada por un dolor inimaginable. Han sido 60 días en los que no he podido trabajar, ni descansar, ni dormir. Con cada hora que pasa, aumenta la tristeza, todas las mañanas, todas las noches. Y sí, me cuesta bajar esto, porque sinceramente me hace mal contar cómo estoy o cuánto sufren mis viejos. Por estas horas, la realidad nos está pegando con fuerza, mientras poco a poco intentamos ir asimilando toda esta angustia. Pero a pesar de la impotencia que me genera ver su rostro por todos lados, siempre sonriendo, hoy estaremos en Plaza de Mayo, demostrando que no lo han callado.
¡Aparición con vida de Santiago Maldonado!
Gritando, sí, exigiendo que los funcionarios responsables defiendan los derechos más elementales de cada ciudadano, en otra convocatoria pacífica, sin tintes partidarios. Pues me interesa ser claro: si alguien no respeta esa condición, hará un pronunciamiento totalmente ajeno a la manifestación, porque sólo favorecerá a los sectores que necesitan alguna razón para reprimir, diluyendo el verdadero espíritu de la convocatoria. A esta altura, es de público conocimiento lo sucedido en la marcha anterior, cuando hubo actos de vandalismo ocasionados por los infiltrados, no por la gente que genuinamente nos acompaña.
A dos meses, seguimos pidiéndole públicamente a Patricia Bullrich que no siga defendiendo a la Gendarmería, que se dirija al pueblo y que nos explique todo eso que dijo sobre el accionar de sus Fuerzas, ¡porque mintió! Y pese a eso, continúa al frente de un Ministerio que sólo nos garantiza Inseguridad, como principal cara visible de tanta impunidad. A contramano, como aliciente, hemos conseguido un paso importante para renovar nuestras esperanzas, con el reemplazo de Guido Otranto como juez de la causa. Pues el magistrado Gustavo Lleral al menos tuvo la deferencia de comunicarse con nosotros, en un gesto que nadie había tenido antes. Y sí, debemos darle tiempo para que conozca bien el caso, pero tengo la ilusión de una Justicia imparcial, para que por fin la investigación pueda avanzar. Recién entonces, podremos trabajar en conjunto para conocer la verdad y para conocer la condena a los responsables. Sólo entonces, después de tanto avasallamiento, sentiremos que existe un Estado con ganas de saber o, por lo menos, de tendernos una mano…
Van a tener que responder, qué han hecho con mi hermano.