Decenas de personas en pequeños grupos, con barbijos y junto a niños en bicicletas o monopatines, paseaban esta mañana por la calle Valle, entre Emilio Mitre y Centenera, en el barrio porteño de Caballito, en una de las áreas peatonales habilitadas por el Gobierno porteño, una medida festejada por comerciantes que levanta algunas dudas entre infectólogos.
«Me parece que sancionaron lo que viene sucediendo de hecho en la calle y en los bares, porque ya circula mucha gente», señala Pablo Rodríguez, investigador del Conicet mientras caminaba junto a su hija de 7 años.
El vecino de Caballito se mostró de acuerdo con la apertura de zonas peatonales pero pidió que «la gente sea consciente que no tiene que salir a pasear todo el día» y dijo que «se deberían generar campañas de concientización porque sino van a subir los casos» de coronavirus.
Al contrario, Carmen Maceo, una mujer de 80 años que vive en un edificio en Valle y Cachimayo, dentro de la zona peatonal, aseguró que se trata de «una medida que obstaculiza y no sirve», aunque su preocupación se centraba en la pérdida de lugar para estacionar, al igual que la de otros vecinos.
«Mi marido es discapacitado y tiene estacionamiento justo acá, ¿cómo vamos a hacer?, ¿esto es solo el fin de semana?, para mi es un problema», señaló Maceo mientras se quitaba el barbijo.
Martin Delicandro, un vecino de 44 años que acompañaba a su hijo de 7, que circulaba en bicicleta, coincidió con Carmen. «No hay cocheras por acá, y esto a la tarde es un caos de gente», dijo.
En las tres cuadras que comprende la zona peatonal de Caballito, que desde este fin de semana se habilitó como peatonal al igual que varias cuadras de Devoto y San Telmo, hay cuatro bares y una panadería que este sábado tenían sus mesas ocupadas sobre la vereda, lo que motivaba el optimismo de los comerciantes.
«Creo que en este momento de la pandemia es riesgoso pero nos permite reponer lo que perdimos en estos meses, porque yo desde mayo estoy trabajando al 20%», contó Marta Flores, propietaria desde hace 15 años de la panadería ubicada en la esquina de Valle y Emilio Mitre. «Esto a la tarde explota de gente», contó.
Mariano Bruseliano, un joven de 27 años que trabaja como cajero en un bar justo enfrente de la panadería que tenía sus diez mesas externas ocupadas, avaló la nueva medida. «Va a mejorar el pequeño polo gastronómico que hay en el barrio, porque estamos muy golpeados», apuntó.
«La ocupación de las mesas se repone todo el tiempo porque la gente circula mucho hace tiempo y nosotros nos cuidamos con barbijo, alcohol y solo hay un 20% del personal», detalló Bruseliano sobre las medidas de higiene que adoptó el bar.
El plan del Gobierno porteño contempla el cierre parcial y total de calles en 15 áreas, una por Comuna, para bloquear el tránsito vehicular y ganar espacio para la circulación de la gente entre locales gastronómicos.
El vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, señaló que en esos establecimientos «se cumplen los protocolos» sanitarios, aunque admitió que siempre puede haber casos de violaciones, y anunció que hoy se van a «reforzar los controles».
Por su parte, el infectólogo Eduardo López, quien integra el Comité de expertos que asesora al Gobierno nacional, se mostró a favor de las aperturas «siempre que la gente cumpla con los protocolos: el distanciamiento social y el uso de barbijo».
«Hay que evitar las aglomeraciones, porque si la gente se saca el barbijo y está horas hablando al lado del otro, tiene que saber que el aire libre no elimina el riesgo de contagio, lo disminuye pero el riesgo está», señala López, tras asegurar que «hay que monitorear el cumplimiento de los protocolos porque si no fracasamos».
Al contrario, Laura Barcán, médica infectóloga del Hospital Italiano y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), rechazó la decisión de colocar mesas fuera de bares y restaurantes en la Ciudad.
«Es muy contrastante esta medida con lo que está pasando, el número de casos va en aumento y si bien el contagio es menor al aire libre, no es nulo», resaltó.
Pese a que Barcán dijo entender las necesidades económicas, señaló que «no es un momento adecuado para abrir más cosas» y afirmó que esta medida, junto con los bares «va a estimular a que la gente salga a caminar y si el problema son las aglomeraciones, sin distancia, no veo cómo lo van a disminuir».