por Pedro Fernández
El poeta y dramaturgo Juano Villafañe es el autor de «Confesiones de un escritor», obra que recorre algunas de las ideas, textos e intenciones del escritor desaparecido Haroldo Conti y que se puede ver viernes y sábado en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación.
Con dirección y puesta en escena de Manuel Santos Iñurrieta y actuaciones de Gustavo Pardi, Diana Kamen y Gabriela Parera, «Confesiones de un escritor» se sitúa en una «vaga atemporalidad» poblada de voces en la que «tres personajes transitan como si estuvieran dentro de la vida y la obra de Haroldo Conti», para repensar la escritura y el ánimo que subyacente por detrás de la obra del gigante autor de «Sudeste», «En vida» y «Mascaró, el cazador americano», entre otras novelas y cuentos.
El lugar, imaginario, se sitúa en la última noche de Conti previa a su secuestro en 1976 y el texto teatral surge como un impulso motivado por su cuento inconcluso «A la diestra», cuya última página escrita quedó en la máquina de escribir de su casa de Villa Crespo antes de ser secuestrado.
¿Podría contarnos la génesis de Confesiones de un escritor, cómo decide encarar este proyecto?
En el año 1984 en grupo de escritores que venía del Taller Literario Mario Jorge De Lellis decide hacer una revista en homenaje a Haroldo Conti. Con ese objetivo nace la «Revista de Literatura Mascaró» que contó originalmente con la colaboración de grandes escritores latinoamericanos como Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Ernesto Cardenal, Juan Gelman, Nicanor Parra. «Revista Mascaró» de esta forma alcanzó el gran objetivo de ocupar uno de los primeros espacios en la vida literaria argentina en post-dictadura. La apertura democrática nos había colocado ante las miradas de todo el mundo cultural y de esta forma la propia «Revista Mascaró», en homenaje a Haroldo Conti, se había transformado también en un homenaje a otros escritores desaparecidos como Lucina Alvarez, Miguel Ángel Bustos, Rodolfo Walsh, Miguel Ángel Bustos, Roberto Santoro. Los hijos de Haroldo Conti, Alejandra y Marcelo nos entregaron para publicar en la «Revista Mascaró» por primera vez, un cuento que había quedado inconcluso en la máquina de escribir el día que habían secuestrado a Haroldo Conti en su casa de Villa Crespo en el año 1976. Ese cuento inconcluso se llamaba «A la diestra» y era un texto que el propio Haroldo Conti había comenzado a escribir a propósito de la muerte de una tía suya muy querida. La edición de ese cuento en la «Revista Mascaró» tal cual lo había dejado Haroldo Conti se transformó en un hecho simbólico de lo que significó la represión y el terrorismo de estado en nuestro país. Desde el momento que recibí ese cuento siempre pensé que dentro de ese cuento inconcluso había potencialmente una obra de teatro. Pasó el tiempo y hace unos cuatro años, decidí ponerme a escribir esta obra de teatro.
¿Tratándose de un escritor de la dimensión de Conti y pensando en una puesta teatral, cuáles fueron los principales escollos u obstáculos que tuvo que atravesar en el armado de la obra?
JV: Desde que inicie la escritura de «Confesiones de un escritor» siempre pensé que la obra no debía ser biográfica. Desde el origen de la escritura había pensado que la obra de teatro estaba escrita dentro de ese cuento inconcluso que Conti había titulado «A la diestra». Por otra parte, como se trataba de un cuento inconcluso, también se trataba de hacer una obra de teatro que fuera inconclusa. Por eso abordé la escritura desde las poéticas del río, la llanura, los entornos urbanos. Pensé en hacer una obra con una suma de escritos circulares que van girando sobre sí mismos y en esa rotación se despliega la propia obra. Me propuse trabajar con los giros del lenguaje como juego teatral, considerando siempre que la obra tenía un afuera y un adentro sistemáticamente; si se hablaba: afuera había un río, si se polemizaba: afuera había una maratón, si se amaban las cosas: afuera había un gran árbol. En ese juego de ir venir se iban colando distintos momentos de la vida y de la obra de Haroldo Conti. Y todo debía pasar dentro de la última noche de Haroldo Conti. La obra se desarrolló con fluidez, naturalmente, sin forzar ninguno de los cuadros.
La obra intercala textos del propio Conti, cómo fue ese trabajo entre la escritura teatral y su literatura, cómo se fueron encontrando esos lenguajes y esas palabras?
La obra intercala diálogos teatrales y poemas escritos por mí, junto a textos, fragmentos y pensamientos del propio Haroldo Conti. Se trata de una escritura que siempre está asociada a las poéticas de Haroldo. A veces yo mismo invento esos diálogos o fragmentos, a veces intervengo sobre algunos textos y en otros casos establezco diálogos con los personajes como si hablara Haroldo Conti. Hay que pensar que los tres personajes que son dos mujeres y el escritor, en ningún caso están tipificados estrictamente representando a Haroldo Conti y ni a las mujeres de Conti. Existe como una vaga atemporalidad donde los personajes transitan como si estuvieran dentro de la vida y la obra de Haroldo Conti. Gustavo Pardi, el actor que representa al escritor, siempre habla como si hablara Haroldo Conti, de la misma forma las actrices Diana Kamen y Gabriela Parera son las grandes compañeras y hacedoras también de la obra literaria de Conti, pero son mujeres fuera de cualquier tiempo cronológico. También el gran músico Pepo Migliori ofrece un concierto en vivo narrando posibles historias musicales de las acciones de Haroldo Conti. No hay tipificaciones ni estereotipos en la representación actoral. Pero hay que decir que el director Manuel Santos Iñurrieta trabajó intensamente conmigo en la dramaturgia total de la obra, su rol fue muy importante.
¿Descubrió alguna nueva luz en la literatura de Conti a partir del trabajo de inmersión en su obra y vida que significó el armado de esta puesta?
Yo creo que la obra de Haroldo Conti tiene infinidad de pasajes teatrales y es muy cinematográfica, particularmente su novela «Mascaró, el cazador americano». Pero el descubrimiento de la obra como tal y el descubrimiento de la propia obra de Conti, aunque parezca extraño, se terminaron de resolver durante la puesta en escena y en los ensayos de la obra. El trabajo que realizó Manuel Santos Iñurrieta fue realmente excelente. Se logró hacer una obra poética y profundamente afectiva sin recurrir a los clásicos coloquios de la nostalgia. Se fue transformando en una obra muy vital. Tanto Manuel Santos Iñurrieta como yo leímos detalladamente la obra de Haroldo Conti, y desde mi texto original Manuel Santos trabajó para darle a su vez nuevas literaturas dramáticas para arraigar el propio texto sobre el escenario con el gran trabajo de los actores. La propia dramaturgia de luces diseñada por Horacio Nóvelle permitió justamente definir un mundo mágico y hasta onírico. O sea que la obra original se terminó de construir con los ensayos, con la puesta en escena, con las luces, como en realidad debe ocurrir con todas las obras de teatro. Inclusive el trabajo mágico permitió que Manuel Santos descubriera un final que no es un final, porque la obra no termina nunca.
¿Cuál cree usted que es el rasgo distintivo de Conti como intelectual?
Haroldo Conti fue un intelectual íntegro. Un poeta de la literatura, un revolucionario en la política, un hombre integrado al mundo y compañero de las mujeres y de los hombres. La obra, en algunos de los diálogos dramáticos, expresa estas dimensiones del escritor que siempre antes que la literatura prefiere la vida y antes de acumular prefiere entregarse a los demás. Haroldo Conti siempre vivió para sus compañeras, sus compañeros, sus hijos, los trabajadores y los personajes que habitaban en los entornos urbanos y rurales. Hemos tratado en esta obra con todo el equipo artístico de comprometernos con el gran hombre que fue Haroldo Conti. Su última novela «Mascaró, el cazador americano» es una metáfora de su gran aventura literaria por los caminos del continente.
Con autoría de Juano Villafañe, dirección y puesta en escena de Manuel Santos Iñurrieta, actuaciones de Gustavo Pardi, Gabriela Perera y Diana Kamen; Música Original de Pepo Migliori; Asistencia de Dirección de Marina García; Asistencia Técnica de Rodrigo Isequilla; Diseño de Iluminación de Horacio Novelle; Diseño de Vestuario de Alicia Gumá; Diseño de Escenografía de Diego Maroevic y Producción ejecutiva de Juan Gabriel Yaca, «Confesiones de un escritor» ofrece funciones los viernes a las 19.30 y los sábados a las 22.15 en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación (avenida Corrientes 1543).
Foto/Fuente: Télam