Por Equipo ABA (*)
Recientemente salió al aire la publicidad de una reconocida marca de café y chocolates en la que se puede observar a distintas personas que son llamadas con diversos apodos aludiendo a alguna característica física particular. Es claro ver como cuando los apodos dejan de ser simpáticos para estas personas y comienzan a tomar un tono más ofensivo, ellas cambian su expresión mientras que el locutor se ríe. Si bien entendemos que el sentido de la publicidad apunta a otra cuestión y no tenemos nada en contra de la marca publicitada, como organización comprometida con la lucha contra el Bullying y la Violencia Escolar, desde Equipo ABA (www.equipoaba.com) creemos que no podemos dejar pasar esta oportunidad para expresar nuestro desacuerdo con esta forma de hacer publicidad.
Lo que se ilustra en estas imágenes es una realidad cruel que muchos chicos viven de manera cotidiana en las aulas y que constituye una de las muchas formas que la violencia escolar puede tomar: Los apodos ofensivos son una forma de maltrato verbal. Hacer publicidad de esta manera contribuye a naturalizar este fenómeno como una cuestión normal, como algo que no sólo no está mal sino que por el contrario, es divertido y está de moda hacer. Esto va en la dirección contraria a todo nuestro trabajo de concientización sobre la importancia de estos eventos (en este caso particular, las burlas) que si bien siempre existieron, no significa que sean situaciones normales o deseables en el desarrollo y la escolaridad de los chicos.
Tanto por nuestro trabajo en escuelas de todo el país, como en las investigaciones que existen sobre este tema, encontramos que las burlas y los apodos ofensivos hoy en día constituyen una de las formas de maltrato más frecuente reportadas por los chicos en las escuelas. Esto se debe en parte a la aceptación y naturalización de la burla como tal, muchas veces pasando desapercibidas por los adultos y por tal motivo, sin ningún tipo de consecuencias y total impunidad. Muchos chicos refieren no quejarse porque si lo hacen, los acusan de «mala onda», que «no se la bancan» y los tildan de amargos, entonces lo aceptan y ríen, para en realidad poder ser integrados y aceptados socialmente. Muchos chicos nos dicen: «Le decimos así cariñosamente! A él/ella no le molesta». ¿Dónde está el límite? Creemos que esto tiene que ver por un lado con la empatía, con el respeto al dolor ajeno: si resulta ofensivo o humillante para la otra persona entonces ya deja de ser gracioso. Y por otro lado también tiene que ver con los valores que elegimos promover como sociedad: si queremos una comunidad inclusiva tenemos que entender que no existe ninguna razón para hacer de una diferencia motivo de burla, ya sea que se trate de un rasgo físico, étnico, religioso, sexual, de capacidades o habilidades diferentes, etc. Sabemos que los medios de difusión masiva tienen un enorme poder e impacto en el modelado de los valores sociales. Mucho podemos hablar del respeto por la diversidad, la tolerancia, la inclusión social, pero consideramos que no es este el camino para llegar a ello. No es esta la manera de promover la concientización y el respeto. Mostremos otros modelos de relación, promulguemos valores saludables para nuestra sociedad, hagamos publicidad de otra manera. Es por esta razón que les pedimos a la marca en cuestión, las agencias de publicidad y a los medios que las emiten que reconsideren el continuar transmitiendo los mencionados spots y tengan en cuenta estas cuestiones a la hora de hacer su trabajo, de manera ética y coherente con la sociedad en la que todos queremos convivir, de manera sana, justa, democrática e inclusiva. Los invitamos a todos como miembros activos de la comunidad a tener un pensamiento crítico sobre lo que vemos y actuar con responsabilidad sobre lo que comunicamos.
Agradecemos todos los mensajes que nos han llegado en referencia a esta cuestión, de las personas que al igual que nosotros se preocupan y comprometen por hacer algo para que las cosas cambien y esto no siga sucediendo. Necesitamos como sociedad hacer algo diferente para obtener resultados diferentes, y unidos podemos aumentar la fuerza de nuestros reclamos. Si entendemos que cada uno de nosotros podemos hacer algo por erradicar el Bullying y la Violencia de nuestras escuelas, sin importar si estamos o no vinculados al ámbito de la educación, entonces podremos hacernos responsables en la misma dirección para no permitir que la violencia se cobre más víctimas; podremos así asumir un compromiso social en contra de la violencia. Después de todo, como dijo alguna vez Einstein, «El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad».
(*) Anti-Bullying Argentina