Ante el crítico contexto económico, la falta de iniciativas gubernamentales, agrava la situación laboral de la juventud, que, en el territorio porteño registra indices de desocupación alarmantes. Las gestiones de Macri y Larreta reemplazaron las políticas de protección laboral por acciones de marketing. En este contexto, el mega evento Expo Empleo, surge como una muestra palpable de las políticas tendientes a afianzar la precariedad laboral en el empleo joven.
Según un informe del Espacio Proyectar Ciudad, en el primer trimestre de 2019 el desempleo alcanzó los dos dígitos. El 10,7% de todas las personas que viven en la Ciudad y buscan trabajo, no lo encuentra. El indicador de actividad laboral en la Ciudad marcó un retroceso interanual de -4,5%, la mayor caída de la serie. Con este panorama recesivo, la tasa de desempleo en la Ciudad resulta la más alta en los últimos cinco años.
El desempleo afecta en mayor medida a las personas jóvenes. En la Ciudad de Buenos Aires, 98.000 jóvenes estuvieron desocupados en el primer trimestre de 2019, con lo que tenemos que de cada dos personas desocupadas, una es joven.
Dentro del amplio grupo de jóvenes en situación de desempleo se advierten dos casos muy diferentes: las tasa de desocupación de las personas con más de 24 y menos de 30 años es del 10,1%; mientras que para las personas de 16 a 24 años el desempleo trepa al 35,2%.
Hace un año, para el mismo trimestre de 2018, la tasa para los y las jóvenes menores de 24 años ascendía a 23,2%, lo que permite ilustrar el impacto diferencial que la crisis tuvo sobre esta franja etaria.
En términos absolutos, en el sector más joven el último año sufrió agudas reconfiguraciones económicas: en el primer trimestre de 2019, hubo 5.200 personas ocupadas menos que hace un año, en tanto 14.000 jóvenes inactivos -porque estudiaban y no trabajaban- salieron a buscar trabajo en un contexto como consecuencia del deterioro del poder adquisitivo de los hogares, que genera que nuevos miembros tengan que salir a buscar trabajo.
Un aspecto característico del actual proceso de deterioro de las condiciones de trabajo para las personas jóvenes es, además de la propia falta de empleo, el incremento de la proporción del trabajo no registrado. La población joven ocupada suele estar principalmente empleada en relación de dependencia, no obstante es frecuente que ésta se dé bajo condiciones contractuales irregulares.
Entre los asalariados y asalariadas de 16 a 24 años, menos de la mitad se desempeña en empleos con descuento jubilatorio (49,2%). El dato sugiere una tendencia al rápido incremento de la informalidad laboral. Si bien la cantidad de casos relevados por la Encuesta Trimestral de Ocupación e Ingresos no es demasiado amplia para generar evidencia concluyente respecto a esta tendencia, [1] el 49,2% de tasa de registración laboral contrasta con el 56,2% de hace un año y el 64% de hace dos años.
En paralelo, se advierte tanto un incremento del trabajo sin descuentos ni aportes, como una suba del trabajo en relación de dependencia en el que los y las jóvenes hacen los aportes por su cuenta (monotributo). Este año el 9,1% de las personas jóvenes asalariadas realizaba sus propios aportes, mientras un año atrás era el 6,2% y en 2017 era el 3,3%. Más allá de las reservas metodológicas que se han presentado al respecto de estos datos, se advierte que las estadísticas comienzan a reflejar un fenómeno sistemático de acelerado deterioro en la calidad laboral de los y las jóvenes.
Este fenómeno registrado en la Ciudad de Buenos Aires es el correlato de las políticas aplicadas por el gobierno de Cambiemos a nivel nacional, que redunda en la destrucción del trabajo de calidad y creación de empleos precarios.
Otro factor adicional de vulnerabilidad del empleo joven está vinculado a la expansión del empleo bajo las denominadas “plataformas”, empresas que no reconocen la relación de dependencia con su personal (Rappi, Glovo, Pedidos Ya, Uber). Se trata de empleadores mayormente radicados en la Ciudad de Buenos Aires, con mayor tendencia a contratar trabajadores y trabajadoras jóvenes.
Las trayectorias educativas del grupo de jóvenes de 25 a 29 años muestran condiciones de base que no son particularmente adversas para su posibilidad de empleo. Más del 87% terminó sus estudios secundarios y más del 70% tuvo algún paso por estudios de nivel superior. Los datos muestran una leve mejora respecto a los años previos en los niveles de educación secundaria completa. Sin embargo, esta mejora educativa no se traslada a instancias de formación superior. Si bien la proporción de personas de 25 a 29 años con estudios superiores completos en 2019 se mantiene estable en relación con los años previos (31%), con las personas que no obtuvieron su título se observa una mayor tasa de deserción. En 2016, el 25% de las personas de 25 a 29 con estudios superiores incompletos había declarado ya no asistir más a ningún establecimiento educativo. En 2019, esa proporción se elevó a 39,4%.
Ante el panorama crítico del empleo y, en particular, del empleo joven, se ha vuelto notoria la falta de políticas del Gobierno de la Ciudad sobre el tema. En sus doce años de mandato, el PRO-Cambiemos ha desarticulado las instituciones con las que contaba el Estado porteño para promover la producción y el empleo. De hecho, el presupuesto destinado a políticas laborales representa apenas el 0,7% del presupuesto total de gastos de la Ciudad. Las políticas de empleo por sí mismas rara vez son relevantes en la creación de nuevos puestos de trabajo, sino que en todo caso implican una estrategia de fomento para que los puestos de trabajo disponibles sean ocupados por un colectivo específico. Por ello, deben ser llevadas adelante como parte de una estrategia más amplia de fomento de la producción y el trabajo, que incremente la cantidad de puestos disponibles.
En el caso de los y las jóvenes la necesidad de implementar políticas de empleo se justifica por la relevancia que tiene el ingreso al mundo del trabajo en sus trayectorias vitales: quienes inician su trayectoria laboral en situación precaria tienen más posibilidades de continuarla de esta forma.
En este punto, la mirada del Gobierno porteño es condescendiente con las tendencias a la precarización y generalmente se basa en un discurso acerca del potencial emprendedor. Es una visión que quita responsabilidad al Estado de su obligación de generar políticas destinadas a la creación de empleo. La responsabilidad, por lo tanto, está completamente volcada sobre el individuo, quien tendría la capacidad de formarse e insertarse en el mercado laboral, o bien de trabajar por su propia cuenta, sin que haya condicionantes sociales y macroeconómicos derivados del tipo de políticas económicas, educativas, laborales y sociales.
Esa concepción ausente del Gobierno porteño sobre el empleo pasó desapercibida durante el período previo a 2015, mientras se creaba empleo a nivel nacional durante los años de crecimiento económico y existían políticas protección y mejoramiento de la calidad laboral.
Sin embargo, luego del cambio de orientación en la política económica y laboral a escala nacional, la falta de políticas del Gobierno de la Ciudad quedó expuesta. Sus únicas iniciativas en materia de empleo joven son las ferias de empleo y las becas Potenciate. En ambos casos, se trata de acciones extensamente promocionadas en los medios de comunicación, que transmiten la idea de un gobierno preocupado sobre el tema, cuando en realidad son acciones deficientes en los propios términos en que han sido concebidas y absolutamente ineficaces para resolver las necesidades de sus destinatarios.
El caso de la Expo Empleo es paradigmático. En su edición de 2018, se prometieron más de 20 mil puestos de trabajo. En un contexto de crisis, la convocatoria fue excepcional y acudieron más de 170 mil personas, de acuerdo con los organizadores. No obstante, el Gobierno porteño informó luego que sólo 1800 jóvenes consiguieron trabajo durante la feria y no existe un seguimiento posterior acerca de si mantuvieron el empleo o no.
En la edición de 2019, se prometieron más de 10 mil puestos, aunque un análisis del sitio web reveló que la oferta se limitaba a 4 mil, [2] principalmente en empresas que se caracterizan por tener una muy alta rotación de personal, como agencias de empleo temporario o locales de comidas rápidas.
A través de la Expo Empleo, el propio GCBA da la espalda a los estándares de regulación y protección del trabajo y facilita el posicionamiento de marketing de empresas con alta rotación, quienes además organizan, al borde del cinismo, juegos de competición entre los y las jóvenes tales como el torneo de armado más veloz de un combo de comida rápida.
Las becas Potenciate se basan en la misma concepción trivial acerca de las necesidades de formación laboral. Se trata de becas para institutos privados, en algunos casos de cursos breves sin título oficial, y en otros de títulos tercarios o universitarios que ya tienen oferta pública, como diseño gráfico. La lógica de las becas Potenciate sugiere que los y las jóvenes que aún no cuentan con un ciclo de formación luego del secundario no lo hicieron porque no había nadie que les pagara la cuota de un instituto privado. Peor aún, se trata de una oferta educativa que no ha sido evaluada en función del perfil productivo de la Ciudad y de las posibilidades reales de inserción laboral.
[1 ]. La encuesta relevó a cerca de 200 jóvenes de esas edades que respondieron ser asalariado/as.
[2]. http://proyectarciudad.org/expo-empleo-2019-menos-empleo-menos-jovenes-y-mas-marketing/