El déficit de viviendas de la ciudad de Buenos Aires se incrementó en un 77,6 por ciento entre 1991 y 2010, y alcanzó el 70 por ciento durante los últimos 10 años, lo que explica que la ciudad «lejos de haber avanzado, ha retrocedido» en materia habitacional, según se desprende de un trabajo realizado por investigadores del Conicet.
«Lo que se hizo en la Ciudad de Buenos Aires no fue suficiente, fue ‘a cuenta gotas’. No hay políticas ni de vivienda, ni de recuperación de inmuebles y suelo urbano, ni de penalización de la tenencia de inmuebles ociosos», sostiene Mercedes Di Virgilio, integrante del área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG-UBA), y del Conicet.
Por ese motivo, señala Di Virgilio, «la ciudad no ha avanzado ni con el Plan Federal, ni con el Procrear. Para poder implementar esos planes debió activar políticas para recuperar tierras vacantes, y no lo ha hecho».
«El déficit habitacional afectaba al final de 2001 a unos 86.185 hogares (que representaban el 8,4 por ciento del total de los hogares residentes en la CABA); 5.690 hogares más que en 1991, cuando los hogares afectados eran 80.495 (el 7,9 por ciento del total de hogares residentes en la ciudad), según datos de la Dirección Nacional de Políticas Habitacionales de la Subsecretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano, en los que se basaron los investigadores.
En ese marco, 229.306 porteños estaban afectados por situaciones habitacionales deficitarias. En 2010, a los 86.185 hogares con problemas de vivienda se sumaron 56.739 nuevos, el 70 por ciento más que en 2001.
«Hacinados, muchos en pocos ambientes pequeños, y mal ventilados. Así viven los habitantes de barrios de una densidad edilicia y poblacional importante», dice Di Virgilio en un intento por describir la situación de los habitantes de las villas. Tras la investigación del área Estudios Urbanos del IIGG-UBA, Di Virgilio y María Carla Rodríguez escribieron un artículo en la revista «Voces en el Fénix» en el que aseguran que «la ciudad incrementó su déficit de vivienda en un 77,6 por ciento entre 1991 y 2010».
«Es cierto: entre 1991 y 2010 la proporción de hogares afectados por problemas habitacionales en la ciudad aumentó un 77,6 por ciento. Del aumento ocurrido en los últimos 20 años, aproximadamente el 70 por ciento se explica por el del período 2001-2010», precisa Di Virgilio. La situación se torna aún más crítica si se tiene en cuenta que la población de la ciudad no crece desde fines de la década de 1940. La investigadora detalla que: «Hasta 2010 existían en la ciudad 342.842 inmuebles deshabitados. Según datos del Censo de Población y Vivienda de ese año, el parque habitacional de la ciudad de Buenos Aires comprendía 1.425.840 viviendas y el 24 por ciento de ellas estaban desocupadas». En tanto las estadísticas oficiales, sostiene el informe, «los hogares que habitaban en inmuebles ocupados y los que se encontraban en situación de calle estaban habitualmente subestimados».
«Resulta evidente, entonces, que en materia habitacional la ciudad, lejos de haber avanzado, ha retrocedido», reafirma Di Virgilio, «porque el Estado no ha desarrollado políticas activas». En este sentido, para Di Virgilio, la protesta que realizan en el Obelisco los habitantes de las villas de la ciudad de Buenos Aires tiene una demanda múltiple: «La urbanización de los asentamientos, que hace a las condiciones de habitabilidad de esos barrios, no se ha cumplido y por eso es una deuda pendiente del gobierno porteño», sostiene
No obstante, si bien la situación es bastante pareja en todas las villas de la ciudad, el grado de urbanización alcanzado depende también del tamaño de los asentamientos. Algunos, muy grandes, han tenido más dificultades que los más chicos para avanzar en ese proceso», aclaró. Tal es el caso de la Villa 19, de General Paz y Ricchieri, «que por tener apenas siete manzanas, pudo avanzar en su urbanización más que otros asentamientos», detalla.
Otra de las demandas de los vecinos tiene que ver con la regularización de los alquileres, que la investigadora estima como «muy compleja debido a la informalidad que desde ‘el vamos’ tiene la situación dominal de esos inmuebles». «¿A quién se le da la tenencia del inmueble? ¿al que lo construyó?, ¿al que vive hace mucho tiempo? ¿a quién lo compró y lo alquila?», se pregunta.
Además, estima que «hay una segunda capa del conflicto que tiene que ver con la consecuencia de transferir por parte del Estado el dominio de esas tierras a los que viven en ellas». En cuanto a la regularización dominial, «el Estado debería asumir políticas activas de protección de esas tierras frente a las iniciativas del mercado inmobiliario», opina la investigadora.