martes, diciembre 3

DIA DE LA MUJER AFRO

El 25 de julio de 1992 mujeres afrodescendientes de 32 países de América Latina y el Caribe se reunieron en República Dominicana para visibilizar sus luchas y resistencias definiendo estrategias que les permitieran enfrentar distintas formas de opresión como el racismo, el sexismo, la exclusión, la violencia y la pobreza desde una perspectiva de género. Desde entonces se instituyó esta fecha como Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora.

Con una vida atravesada por la música, la danza y la militancia, María Elena Lamadrid, afroargentina y descendiente en quinta generación de africanos esclavizados, visibiliza a través del candombe la cultura y presencia de la comunidad afro como parte de los cimientos de la historia del país y advierte que persiste la “discriminación” y el «desconocimiento» de la esclavitud en el país.

«Mi historia es de baile» y ahora «de bailarina pasé a cantante», contó María Elena Lamadrid, de 88 años, quien acaba de terminar de grabar su primer disco de candombe porteño, como registro de la memoria musical de los afroargentinos en Buenos Aires, en los estudios del predio de Tecnópolis, ubicado en el partido bonaerense de Villa Martelli.

«Mi vocación era la visibilización, que se conociera que aquí hubo esclavos cuando esto era una colonia, esa era mi tarea. Porque siempre dicen que es un país con descendencia europea, pero estamos nosotros presentes», enfatizó.

En este sentido, consideró que la madre de la patria «es negra» y «aborigen» porque «fuimos los primeros en luchar por la libertad del país, y aún hoy -los pueblos originarios- siguen luchando por sus tierras».

Además, mencionó que actualmente la discriminación hacia los afrodescendientes todavía existe, y no solo «con el uso de palabras, sino cuando vas por la calle te miran como ‘bicho raro’, te miran el pelo, no te creen que seas argentina, y se sorprenden al escuchar que en nuestro país hubo esclavos; hay un desconocimiento total».

María Elena porta el apellido que proviene del militar Francisco Aráoz de Lamadrid, quien bautizó a un antepasado suyo que fue secuestrado del continente africano y traído a la fuerza a nuestras tierras en el siglo XIX.

«Mis tatarabuelos y abuelos fueron traídos por los invasores y vendidos a la gente aristocrática de acá», detalló y remarcó que mantuvieron el apellido «porque es la forma de visibilizar que fuimos esclavizados».

Lamadrid vivió con su madre y dos abuelos en el barrio porteño de Flores, en la casa de Argerich 350 donde funcionaba el salón «La Armonía», en el que se daban clases de tango una vez por mes y el candombe se realizaba puertas adentro.

«En las reuniones familiares se tocaba y se bailaba candombe», recordó.

«Los primeros que salían a bailar eran mis abuelos, y el primer candombe que sonaba era ‘Mamita’, la primera canción que se le dejó cantar a los esclavos posteriormente al derrocamiento del gobierno de Juan Manuel de Rosas», remarcó.

A los 10 años, aprendió las letras de las canciones de candombe que hoy componen su disco junto a un tango y un bolero.

«El candombe bailado y tocado lo tenés que sentir. Es algo de cercanía, de amistad, de compromiso», puntualizó.

«Las raíces las llevo en el alma, por eso todos los temas que yo canto en el disco tienen un porqué», añadió.

El 25 de julio de 1992 mujeres afrodescendientes de 32 países de América Latina y el Caribe se reunieron en República Dominicana para visibilizar sus luchas y resistencias definiendo estrategias que les permitieran enfrentar distintas formas de opresión como el racismo, el sexismo, la exclusión, la violencia y la pobreza desde una perspectiva de género. Desde entonces se instituyó esta fecha como Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora.

Foto / Fuente: Télam

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