Crónica visual de Emiliano Guerresi
El viernes 13 de diciembre de 2023, el arte en el conurbano bonaerense tomará un giro significativo con la inauguración de «Un fuego no será suficiente para todo esto», en la Casa del Bicentenario, ubicada en Riobamba 985, la primera muestra individual de Emiliano Guerresi. Esta exposición, que podrá recorrerse hasta el 16 de febrero de 2024, despliega un total de cincuenta obras que invitan al espectador a sumergirse en una crónica visual del sur de Buenos Aires, un lugar donde lo cotidiano se entrelaza con la lucha social, la memoria colectiva y la profundidad de la infancia.
Guerresi, nacido en 1991 y residente de Ezpeleta, ha sabido canalizar su experiencia vital en sus creaciones. Utiliza elementos que muchos considerarían basura: chapitas de cerveza, tapas metálicas y trozos de madera, que pacientemente adornan y sirven como soporte para pequeñas pinturas que, aunque ausentes de grandilocuencia, nos ofrecen un contenido de gran peso. Es en esas huellas del pasado, en aquellos objetos descartados, donde el artista encuentra su voz, su materia prima y, quizás, su propia historia.
La pregunta que emerge al contemplar sus obras es: ¿qué es lo que nos muestra Guerresi con su selección de materiales y su enfoque temático? Su trabajo parece proponer una reflexión sobre el abandono y el descarte en nuestras sociedades. Mientras los perros de sus pinturas permanecen sin dueño, los paisajes que habitan son también testigos silentes de una realidad en la que lo que se descarta suele ser más que simple desecho; se convierte en un eco de lo que fue, de las vidas que allí resonaron, y de una cultura que, por momentos, se vuelve invisible.
La luz amarillenta que predomina en sus creaciones tiene algo de melancolía, de voz en off que narra historias de vida, de sufrimiento, pero también de esperanza. Al recrear espacios desolados pero cargados de vida, nuestros sentidos son confrontados con la idea de que lo abandonado no es únicamente un objeto, sino que lleva consigo historias, sueños y esperanzas. En esta línea, Guerresi nos invita a revisar nuestra visión del territorio, a dejar de lado el desapego y la indiferencia que muchas veces rigen nuestras interacciones con el entorno y con el otro.
La exposición cuenta con un texto curatorial que nos adentra en el universo de Guerresi. Verónica Gómez, la curadora, invita a los visitantes a reflexionar sobre la esencia del abandono y del descarte, así como sobre el proceso de creación de una nueva narrativa. Gómez plantea que el artista se convierte en un coleccionista de soledades, una figura que recoge en su quehacer cotidiano esos trozos de vida que se consideran superfluos. Ante nosotros se despliega un paisaje donde los márgenes de la sociedad se hacen visibles, donde los niños que juegan en terrenos baldíos muestran su fuerza y resiliencia en un entorno que parece dispuesto a olvidarlos.
El uso repetido de elementos como los perros, que simbolizan tanto la compañía como el abandono, acentúa una dualidad que es recurrente en la vida del conurbano. Guerresi rinde homenaje a las luchas colectivas, a las vivencias que a menudo pasan desapercibidas para el gran público. Nos muestra su periscopio personal, entrenado para captar la diversidad de experiencias que constituyen el sur del conurbano; un lugar donde el arte no es un privilegio, sino una herramienta de resistencia y de reivindicación.
Un fuego no será suficiente para todo esto; no solo es el título de una exposición, sino un mantra que resuena con fuerza en el entramado social argentino. La obra de Guerresi nos confronta con la urgencia de comunicar y representar a aquellos que, aunque invisibles en el discurso oficial, son los verdaderos actores del paisaje urbano. El fuego, entonces, se nos presenta como una posibilidad de renacer, de fuego purificador que limpia lo viejo y da paso a nuevas narrativas; pero también como una advertencia: no se trata solo de revivir las historias, sino de reconocer que hay estructuras que deben cambiar, que las reglas del juego deben ser más justas.
La obra «Al principio de todo», donde se retrata una pelota reventada, abre un campo de reflexión acerca de la distribución de recursos en la sociedad. Guerresi nos lanza una pregunta angustiante: ¿qué futuro les espera a las generaciones venideras si desde el comienzo todo está tan dañado? La calavera de la pelota invita a pensar en la precariedad de lo que se da por sentado; y nos recuerda que las superficies de juego suelen estar marcadas por desigualdades profundas.
La muestra «Un fuego no será suficiente para todo esto» es más que una colección de cuadros; es una declaración de principios, una llamada a mirar hacia los márgenes, a escuchar lo que muchas veces queda silenciado. Emiliano Guerresi, con su mirada atenta y su pincel en mano, nos enseña que incluso en los espacios más olvidados de la vida cotidiana, se esconde una rica vida cultural, una historia conmovedora, una resistencia testimoniante. Al recorrer estas obras, no solo se observa; se participa, se reflexiona y, sobre todo, se siente que el arte puede ser un medio poderoso para la transformación social. En un mundo donde el abandono y el descarte parecen normalizados, Guerresi nos recuerda que siempre hay esperanzas de nuevas narrativas, siempre hay fuego en los márgenes.