Los momentos del juego en los niños, que en vacaciones son más extensos y suelen desarrollarse en espacios y escenarios diferentes, tanto para quienes viajan con su familia a un centro turístico como los que se quedan en sus casas o van a la colonia, agudiza todos aquellos aspectos de la actividad lúdica que es esencial en la infancia y da la posibilidad para entablar un vínculo distendido y creativo entre padres e hijos, lo que no evita que afloren a su vez viejos o nuevos conflictos.
Los especialistas coinciden en general en que el niño construye a través del juego, despliega sus fantasías, tramita las cosas que le preocupan y pasan, y se divierte, al tiempo que comparte con pares y padres, según las distintas circunstancias y edades, situaciones en las que aparecen los limites, la competencia, la solidaridad, la comparación, la diferencia, las reglas, el desafío, el compartir.
El médico Tomás Newkirk, de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), remarcó la importancia del juego para el desarrollo del niño y partió de plantear que «hay distintas realidades, distintas infancias y muchas maneras de transcurrir la niñez» y que al llegar las vacaciones muchas veces los padres y los niños tienen una situación de estrés.
En este sentido, rescató las vacaciones como «un tiempo de relajarnos, de descubrir aspectos de nuestra vida que a veces en el ritmo que llevamos no podemos ver», y se centró en el juego que es «especialmente para el chico y para los adultos también un momento como de ‘cargar las pilas’, de volver a encontrarnos con cosas de nuestra vida muy importantes».
Jugar al fútbol, a los dados, remontar barriletes, ir a la plaza, jugar en la arena, hacer una travesía, son distintas actividades lúdicas para compartir padres e hijos, que va acompañado también con el hecho de que ese padre quiere descansar y los chicos piden hacer más cosas.
Para los padres «es un muy buen momento para conectarse con los chicos y con el juego que uno también tenía de chico, y a veces hasta reparar la falta de juego, lo que uno no pudo tener con sus padres en algún momento de la vida», expresó Newkirk.
«Creo que como adulto -continuó- es importante fomentar el momento del juego , cuidar que ese momento de juego sea una situación segura y también mezclarnos en el juego en la medida que los chicos nos dan esa posibilidad porque la vamos a pasar muy bien».
En este marco, consideró que «el juego es un momento de conexión con lo mas creativo que tenemos todos», y precisó que cada edad de la infancia tiene sus particularidades pero «el juego es siempre una manera de interpretar el mundo, una manera de elaborar lo que les pasa, cuando están sanos, cuando están enfermos y cuando tienen problemas», dijo el especialista.
Otro de los temas que atraviesan a la familia en vacaciones son los conflictos, esos que pudieron haber estado presentes durante el año o son nuevos, y que según Newkirk «no hay que escaparle; prácticamente siempre va a haber peleas, discusiones», y se refirió a otra fuente de conflicto como la electrónica, que puede o no ser, según como se maneje.
Muchas veces el tema de la televisión, la computadora, el celular, los juegos electrónicos «son un chupete electrónico que nos soluciona un problema, pero nos puede traer otro más importante», señaló el especialista tras contrastar con la idea de que «tampoco hay que demonizarlas, porque son un soporte que disfrutamos mucho, y creo que hay que poder manejar los tiempos».
Por su parte, la psicóloga Marcela de Bernardo, del Servicio Infanto Juvenil del Centro de Salud Mental Número 3 Ameghino, de Buenos Aires, precisó que «tenemos que situar el juego como un elemento fundante de la psiquis, de ahí la importancia que esté presente durante la vida», en tanto dijo que «lo lúdico en si implica un espacio de creación e invención que excede el juego infantil».
Con respecto a qué lugar tienen los procesos lúdicos durante la época de receso escolar «seguramente varia, no solamente por factores socioeconómicos, sino también depende de los recursos psíquicos con los que cuenta la familia para dar lugar al juego», precisó la psicóloga.
Asimismo, se refirió al hecho de que el tiempo de receso es mayor para los niños que para sus padres, por lo que muchos van a colonias o a actividades pautadas, mientras sus padres trabajan.
«Aquí se potencia la interacción con los pares y en el mejor de los casos con la naturaleza, y si la propuesta resulta interesante incluso se producen procesos de aprendizaje y se incrementa la autonomía de los niños», dijo al referirse a propuestas surgidas en los últimos tiempos en las colonias basadas en prácticas de artes, y a la recuperación de espacios públicos como un posible lugar de encuentro lúdico.
«Este tipo de prácticas son fundamentales en tanto no hay nada más seguro para un niño que la experiencia de estar jugando en la calle sabiéndose cuidado entre muchos». aseguró la especialista.