El escritor Osvaldo Bayer presentó su último libro “Los cantos de la sed”, en el que reúne poemas nunca antes publicados de su adolescencia, época en la que “solamente quería ser poeta, de ninguna manera escribir prosa”, confesó el también periodista e historiador en lo que fue un encuentro emotivo y con homenajes de sus amigos y lectores en la Feria del Libro de Buenos Aires.
“Maestro”, “gracias por abrirme los ojos”, “usted es un referente” y otros elogios se escuchaban mientras Osvaldo Bayer, algo más encorvado pero siempre con una plácida sonrisa, subía la escalera mecánica para ir camino a la presentación de su libro en la sala Victoria Ocampo de La Rural, a paso lento por sus años pero sobre todo por los abrazos, halagos y fotos de sus lectores.
“Imagínense la emoción de uno con este acto, después de haber sido perseguido en el exilio, de mis libros quemados, de pronto aquí en un espacio como este, es de una gran emoción”, expresó Bayer más tarde, al cierre de encuentro donde presentó “Los cantos de la sed” junto a Jorge Gurbanov, Julio Ferrer, Marcelo Valko y Rodolfo Braceli.
Pero la emoción también estuvo signada por lo significativo de su último libro en el que despliega poesías escritas entre sus 15 y 21 años, publicadas casi siete décadas después por Ediciones Continente. “Imagínense –insistió Bayer- el agradecimiento de un viejo de 88 años que se ve su libro de adolescencia impreso”.
“Cuando era adolescente solamente quería ser poeta, de ninguna manera escribir prosa. De ahí que surgió este libro pero nunca fue impreso”, contó el escritor para luego ponerle voz a dos de aquellos poemas: “Escorpio” escrito a sus 16 y “Acuario” a sus 19.
Es que ese hombre que no envejece sino que “enjovece”, como lo pintó Rodolfo Braceli, perfila en esos poemas la sed de su juventud, de la sorpresa, pero también del dolor. En cambio ahora, “mi gran dolor es que mis amigos Rodolfo Walsh, Paco Urondo, que dieron su vida y fueron torturados bestialmente, no pueden ver el triunfo de sus obras”.
Se refería al cálido abrazo que le brindaron los lectores en la presentación en la feria, donde cada uno llegó con un libro bajo el brazo para recibir la firma de su gran autor. “Estoy muy contento de mi vida, de haber luchado, de haber sufrido por esa lucha en los años de exilios, del éxito de mis obras, de hoy estar hablando en Buenos Aires, pero tengo un dolor muy grande que mis queridos amigos no pudieron ver esto”.
“¿Dónde está la infinita bondad de Dios que no les permitió ver esto? Ese en el fondo es mi gran dolor, y cuando me aplauden pienso en ellos que merecen este aplauso más que yo”, dijo Bayer sobre esa lucha suya “de llegar a la igualdad en la libertad”, y el público acompañó con “presentes, ahora y siempre”.
Por su parte, Jorge Gurbanov, editor de Continente, destacó que “Osvaldo no solamente tiene la trascendencia en Argentina sino también en Latinoamérica; con sus jóvenes 88 años es un ejemplo para la juventud, un referente. Reivindicador de la lucha de los pueblos originarios, del papel de la mujer, esa lucha maravillosa por desroquizar el país”.
A su turno, Julio Ferrer, autor de “Osvaldo Bayer íntimo. Conversaciones con eterno libertario”, lo describió como uno de “los intelectuales de pueblo más importantes” y como “un maestro, por el ejemplo de vida, su ética y sus valores insobornables”.
Ante una sala llena en un domingo de “súper clásico” (por el partido Boca-River) pero con el “más clásico de todos: Bayer”, como broméo Gurbanov, Marcelo Valko relató algunas experiencias compartidas con Bayer, todas ellas atravesadas por “sus gestos grandes, de humildad y bondad, porque no solo hay que ser sabio sino una persona de buen corazón y desde que lo conozco le vi muchos gestos de un sabio de buen corazón…”, condensó.
Rodolfo Braceli, a cargo del prólogo “Los cantos de la sed”, sostuvo sobre la semilla poética de esos versos veinteañeros y lo que vino después en su obra: “Bayer no podía ser historiador, y alumbrar a los sucesivos genocidios tan naturalizados, sino fuese en su índole poeta, no podría sin ser poeta ser anarquista, es decir, ser pacifista. Y no podía ser Bayer, como es, un anarco viviente, sin ser poeta”.
En este sentido, aseguró que “Bayer es un ejemplo viviente de la palabra hasta las últimas consecuencias, de la palabra sin red, de la palabra arrojada. Entonces es imposible ser Bayer, ser un anarco viviente, sin ser poeta desde el carozo de su corazón…. Viendo sus libros y su vida podemos decir que Bayer es `el` poema”, remató Braceli.
Sonrisas sostenidas, aplausos continuados, la atención en cada una de sus palabras y las ganas reiterativas de agradecerle por su obra y su lucha, hicieron de la presentación de “Los cantos de la sed” un verdadero homenaje de parte de sus colegas y amigos pero fundamentalmente de sus lectores argentinos.