por Leila Torres
En un contexto de crisis habitacional en el que el acceso a la vivienda como derecho humano es una discusión impostergable para muchas familias porteñas, se inaugura el domingo próximo en la esquina de Humberto Primo y Bolívar una muestra sobre la «Huelga de las escobas» o la «Huelga de inquilinxs», un movimiento que se inició en los barrios de San Telmo y la Boca que en septiembre de 1907 protestó por las condiciones sanitarias, de hacinamiento y las constantes subas en los alquileres.
A las 18 horas del domingo, la esquina de Humberto Primo y Bolívar, en el barrio de San Telmo, será testigo de una instalación artística que tendrá como protagonistas a las escobas. Elemento de limpieza y símbolo doméstico, se volvieron también una herramienta de lucha, portadas por miles de mujeres y niños como autodefensa frente a los desalojos.
Uno de los disparadores de la muestra es la «Huelga de inquilinxs» o «Huelga de las escobas», un movimiento que en septiembre de 1907 se inició en Buenos Aires, en los barrios de San Telmo y La Boca y luego se extendió a otras ciudades del país, para reclamar contra las condiciones sanitarias y las constantes subas en los alquileres que formaban parte de la oferta habitacional de entonces, una realidad que inevitablemente conecta con el momento crítico que se replica en muchas zonas urbanas del presente.
En aquella organización popular orientada al reclamo de mejores condiciones de vida donde se estima que participaron 120 mil las personas, el joven anarquista de 15 años Miguel Pepe alcanzó a decir: «Barramos con las escobas las injusticias de este mundo», antes de ser asesinado.
¿Cuántos otros significados encierran la escoba? «Hay una tradicional frase mexicana, no me la voy a acordar tal cual, que decía algo así como que la casa no se erige sobre el terreno, sino sobre la mujer. Me resonó mucho a esta huelga de escobas porque también estamos hablando de una época en la que la doméstica, la casa, la mujer, eran culturalmente un equipo muy fuerte», reflexiona la creadora de la muestra, Silvina Babich.
«La escoba no solo fue un objeto amenazador, no deja de ser un palo, ¿no? sino también representa cuestiones de género que venimos transformando día a día porque la mujer tenía una carga doméstica fuertísima y su herramienta -y hasta por momentos su arma- ha sido la escoba», define Babich, quien recupera la frase «te saco a escobazos» como ejemplo.
Pero en el arte siempre se puede ir un poco más allá: «También tiene que ver con delimitar un territorio porque la escoba conduce, guía, selecciona y limpia el territorio o mi territorio», dice la curadora.
De esta manera, afuera queda el polvo, la pelusa, la basurita que no se quiere dentro del hogar. «Cuando hablamos de barrer, ahí también entra, ahí sí entra un sinfín de simbolismo que tiene que ver con el barrer literal de aquellos sólidos o residuos sólidos que no tenemos dentro en nuestro lugar de vivienda y también tiene que ver con, hoy en día, con el barrer de energía o, como yo te decía, sacar escobazos, barrer todo aquello negativo para mí, para mi hábitat, para mi casa, ¿no? Entonces, obviamente, en esta situación en que la pelea era por una lampa, la escoba es como que tiene todo tanto, tantísimo que ver en esto que yo dejo ver en este objeto.
Con una puesta gráfica y una instalación de escobas con diferentes materiales, técnicas de realización y significaciones, se desarrollará esta activación que pone en primera plana la crisis habitacional que atraviesa la ciudad.
A semanas de la sanción de la Ley de alquileres, en Buenos Aires ese déficit aprieta fuerte. La problemática puede observarse en el aumento de la población en situación de calle, falta de oferta del mercado inmobiliario para cubrir las necesidades existentes y una elevadísima cantidad de viviendas ociosas.
«La mía es una escoba choza», cuenta Rosario Cárdenas, sobre su obra hecha fundamental con inflorescencia de palmeras, un material que -según cuenta- obtuvo de su propio jardín. Cuando empezó a prestar atención a lo que surgía en el proceso creativo, se dio cuenta que tenía que ver con la cuestión de la vivienda.
«Le agregué arriba una punta de lanza, arriba del palo, como una forma de defensa y de resistencia», explica Cárdenas. La escoba choza, además, está vestida con collares que dialogan con un proyecto de collares en el que está trabajando la artista. «Cuando trabajo con fibras vegetales, me conecto muy fuertemente con una experiencia de vida etnográfica de trabajo en un grupo étnico africano, en Namibia, hace muchos años», explica la artista sobre el proceso de la obra.
Como los materiales no son solo físicos, Cárdenas identifica que esta experiencia que la marcó y que duró 12 años, es parte de la creación artística. Con eso, busca visibilizar «la importancia de lo africano en la conformación de la población argentina. Sobre todo, en los conventillos, incluso en el origen del tango y en las protestas», detalla la artista.
«Otra inspiración fuerte es el libro ‘Walden’ de Henry David Thoreau, que es una crítica tan fuerte a la civilización, y que quizás, más indirectamente, pero con mucha fuerza, está vinculado al tema de la vidriera que es la vivienda. Esto es más bien una búsqueda de nuevas formas de habitar», agrega Cárdenas.
La activación de la muestra, ideada y coordinada por Cecilia Leegstra, tendrá lugar en la esquina Humberto Primo y Bolívar el domingo 12 de noviembre a las 18 horas.
Las colaboraciones gráficas se realizaron gracias a Laura Xamena, Ailen Possamay,
Tinta Migrante, Cecilia Leegstra, Leila Rosas y Serigrafía Orilleras.
Mientras que la instalación de las escobas estuvo curada por Silvina Babich. De su taller, participaron los y las artistas, Guadalupe Piqué, Isolda Nuñez Portillo, Isabel Mozzoni, Marcela Calamita, Felipe Gaglianone, Julia Martínez Herrera y Rosario Cárdenas.
Foto / Fuente: Télam