La Legislatura porteña sanción definitiva a la ley que permite la remoción de los monumentos a Juana Azurduy. Actualmente, la gran escultura que recuerda a la patriota altoperuana que combatió por la independencia se encuentra emplazada en el Parque Colón, detrás de la Casa de Gobierno de la Nación. Una vez que la normativa, aprobada por el cuerpo legislativo el jueves 13 de junio, sea promulgada por el Ejecutivo, Juana Azurduy será colocada en un espacio verde frente al Centro Cultural Néstor Kirchner.
La fundamentación de esta iniciativa, gestada en la Jefatura del Gobierno porteño, se sustenta en el megaproyecto denominado Parque del Bajo, que estará delimitado entre las avenidas Belgrano y Corrientes. Donde hoy se emplaza el monumento a Juana Azurduy se construirá un espejo de agua que hará de soporte al helipuerto presidencial, cuyas normas de seguridad deberán ser determinadas por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC). Además, la norma autoriza la construcción de hasta dos subsuelos para estacionamiento de automotores.
Casualmente la iniciativa -que contó 34 votos positivos (PRO, FR, SP) 18 negativos (FpV, interbloque Evolución, BC, FIT, CNM) y 2 abstenciones (BP)-, fue aprobada un día después del aniversario del nacimiento de la patriota altoperuana que vino al mundo un 12 de julio de 1780, en Chuquisaca (Bolivia). Apenas comenzada la guerra por la emancipación, sumó a las tropas de su esposo Manuel Padilla. En esa travesía murieron cinco de sus seis hijos, de hambre, de frío y de inanición. En medio esas batallas parió a su última hija, quien la acompañó hasta los últimos días. El breve relato de su vida, que sigue a continuación, da una muestra de la magnitud histórica de esta figura que, tal vez por criolla, por morocha y por mujer, merece ser corrida de la vista presidencial.
Juana Azurduy se sumó a las luchas emancipadoras participando de la revolución de Chuquisaca, acompañó a su esposo Manuel Padilla en la dirección de la Republiqueta de Laguna y lo reemplazó luego de su muerte poniéndose al frente de esa guerrilla patriota. Participó de los combates que libró el Ejército del Norte conducido por Manuel Belgrano y más tarde se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes. En 1821, a la muerte de Güemes y sin haciendas ni tierras, que le habían sido incautadas por los realistas, se vio reducida a la mayor pobreza. Así la encontró Bolívar en 1825, quien al ver las condiciones miserables en que vivía, la ascendió al grado de coronel, le otorgó una pensión y, avergonzado, le comentó a Sucre: “Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”. Pasó largos años en Salta solicitando al gobierno boliviano la restitución de sus bienes confiscados. La pensión que Bolívar le había otorgado le fue quitada en 1857 por el gobierno del dictador José María Linares, perteneciente a la noble y acaudalada familia de los condes de Casa Real y Señores de Rodrigo en Navarra, emparentados con la nobleza española. Juana Azurduy, que perdió a su esposo y a cinco de sus seis hijos en la guerra y que tanto había hecho por la independencia americana y tan poco le había sido reconocido, murió en la más extrema pobreza el 25 de mayo de 1862.