Por Gabriel Montoya*
“!Viví laCiudad como turista¡ Alojarte en un hotel 5 estrellas, ganarte copas en los mejores bares o recorrer los encantos de la Ciudad donde vivís como si fueras un turista, es una experiencia única y diferente”. Estas son algunas de las propuestas que la Agenda Cultural del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ofrece desde su sitio web. Pero los espacios que promueven la cultura alternativa porteña, y que se hallan en las antípodas de la lógica comercial impulsada desde los organismos oficiales, no solo encuentran enormes dificultades para difundir sus actividades, sino que además sufren en forma constante el cierre de sus locales por la inexistencia de una figura legal que enmarque adecuadamente sus actividades.
El decreto de Necesidad y Urgencia número 02/10, firmado el 19 de noviembre de 2010 por Mauricio Macri, eliminó la figura de Club de Cultura. “Los locales de uso cultural deberán adecuarse a las normas de seguridad de teatros independientes, clubes de música en vivo y salones de milonga y peña”, sentencia la norma. De esta forma, con el fin de habilitar sus locales, los centros culturales y sociales se vieron obligados a registrarse en categorías que no identifican ni amparan la gran diversidad de actividades que realizan.
Al no contar con una figura que abarque en forma específica la totalidad de las acciones desarrolladas en los centros promotores de la cultura emergente, algunas de esas actividades se encuentran, inevitablemente, fuera del marco de la ley. Los inspectores de la Agencia Gubernamental de Control se amparan en esa ilegalidad para clausurar estos espacios, por el simple hecho de realizar acciones que no encuadran en una habilitación como bar, boliche o local comercial.
Un ejemplo de ese accionar es el que en junio determinó la clausura del local de San Nicolás Social y Cultural, ubicado en el barrio de Floresta, cuando un artista con su guitarra tocaba para unas cincuenta personas. Los funcionarios del Gobierno de la Ciudad procedieron al cierre aduciendo la “falta de permiso para realizar un show de música en vivo”, según relató Pablo Vergani, integrante del espacio.
Un episodio similar, y durante el mismo mes, sufrió el Centro Cultural Casa Orilla del barrio de Belgrano, que al no contar con habilitación como ˝Café-Bar˝ fue clausurado mientras un trío acústico brindaba un show para cuarenta espectadores. Fernando Ressia, miembro del centro comentó: “No queremos figurar como local comercial porque no somos eso. Después de pagar la multa, deberemos habilitarnos como Teatro Independiente, algo que, si bien se acerca más a nuestra actividad, tampoco la identifica en su totalidad”.
El 21 de julio, le llegó el turno a la Casa del Pueblo ubicada en Entre Ríos 488, sede de la Unidad Socialista para la Victoria. Mientras se desarrollaba un festival en protesta por los cierres de los centros culturales, los inspectores del Gobierno de la Ciudad procedieron a cerrar el local argumentando una falta de habilitación para la realización ese tipo de evento.
Estos son sólo algunos ejemplos de una extensa lista de espacios culturales no oficiales que sufrieron su clausura en los últimos meses por decisión política de la gestión macrista.
Las innumerables vicisitudes que actualmente deben atravesar los centros culturales de la Ciudad de Buenos Aires para permanecer con sus puertas abiertas, hacen imperioso que sean tratados en la Legislatura los dos proyectos de ley presentados en 2011 por el Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos (MECA). Ambas propuestas buscan la creación de ˝una figura que permita la habilitación definitiva de los Centros Culturales y Sociales, comprenda la especificidad de estos espacios y proteja su actividad˝, como así también el fomento y apoyo a los centros no oficiales.
Aunque el Jefe de Gobierno sostenga que Buenos Aires es “la Capital Cultural Latinoamericana”, con sus políticas no hace más que fomentar la centralización de las expresiones artísticas en los ámbitos oficiales y comerciales, con el consiguiente cierre sistemático de los centros autogestionados. Sin la modificación del actual rumbo cultural que impulsa el PRO, los representantes del arte emergente y alternativo tendrán cada vez menos espacios donde exponer sus obras. Entretanto, será difícil ver a estos artistas en “los hoteles cinco estrellas o en los mejores bares” que la Subsecretaría de Cultura elige exhibir como un supuesto reflejo del arte porteño.
*Militante de la Juventud Socialista para la Victoria Ciudad de Buenos Aires