La muestra temporaria ‘Ser Mujeres en la ESMA II’, centrada en la vida de las sobrevivientes después de su salida del centro clandestino de detención (CCD), seguirá con su carácter itinerante una vez que finalice su exposición en el Museo Sitio de Memoria ESMA, donde aún puede ser visitada hasta el próximo 22 de octubre.
En la entrada al Museo Sitio de Memoria ESMA se encuentra el guion original de la muestra permanente intervenido por marcas violetas para señalar la ausencia de la mirada de género en el lenguaje, ya que en aquel momento solamente se hablaba de «detenidos-desaparecidos».
La intervención fue el resultado del trabajo de la primera muestra ‘Ser Mujeres en la ESMA I: Testimonios para volver a mirar’ (2019), que focalizó sobre la violación diferencial de los derechos humanos que vivieron las sobrevivientes durante su cautiverio, por su condición de mujeres.
«Había estado ausente todo lo que las mujeres habían sufrido. Estaban invisibilizadas ellas mismas, los paneles estaban escritos en masculino. La primera muestra hizo esa revisión y el Museo se hacía cargo de esta primera omisión», explicó a Télam una de las curadoras de la muestra, María José Guembe.
A diferencia de su antecesora, ‘Ser Mujeres en la ESMA II: Tiempo de encuentros’, se pregunta por lo ocurrido con las sobrevivientes después de la salida del ex Centro Clandestino de Detención (CCD).
En la primera sala, a través de paneles se recupera la voz de las sobrevivientes a partir de los testimonios judiciales y de una serie de entrevistas que tuvieron con el equipo del Museo, que las convocó para «ver cosas que no aparecían» en sus relatos en los diversos juicios de lesa humanidad en los que bridaron sus testimonios.
También se pueden ver dos vídeos con los relatos de 16 sobrevivientes. En el primero, se les consulta sobre la militancia en términos de igualdad de género, y en el segundo, se les pide que les den un mensaje a las jóvenes militantes de hoy.
En la segunda sala, se expone otra serie de entrevistas donde se indaga a las sobrevivientes sobre el día en que fueron liberadas, sobre el silencio del después, en cómo justificaban el tiempo de su ausencia y los estigmas sociales que recibían.
Guembe explicó que lo que se pretende con la segunda exposición es «ver qué pasó después», enfatizando en las «cosas en las que se diferenció ser una sobreviviente mujer, de lo que podría haber sido la experiencia para los varones».
Y en la última sala, se incorpora la «pata artística» con una obra conceptual de la artista Florencia Giovagnoli que trabaja sobre la idea de «los puntales», que son elementos utilizados en la construcción con el fin de sostener la creación de una nueva estructura.
La obra está rodeada por paredes que llevan escritas palabas como «tristeza», «tortura», «violación», «sexualidad», que fueron seleccionadas por las sobrevivientes y que ayudan a situar el mensaje artístico en las visitas.
En tanto, el mes pasado fue publicado un libro realizado por el Museo en articulación con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), en el que se convocaron a académicas para su elaboración.
«Todo el proceso de investigación para la muestra estuvo atravesado por preguntas. Todas estas preguntas generaron reflexiones diversas que no quisimos perder, sino compartir y amplificar. De esa voluntad de generar espacios para la memoria colectiva es que surgió esta publicación», explicó la integrante del CELS, Vanina Escales a esta agencia.
Por su parte, la directora ejecutiva del Museo, Mayki Gorosito, consideró que «es función» del Sitio de Memoria «producir conocimiento y transformarlo, ya sea en muestras temporarias o en otras iniciativas».
«Así surgió la primera muestra, y ahora la segunda. El libro y las itinerancias, recogen todo ese desarrollo», completó.
Tras su finalización el 22 de octubre, la exposición se prepara para ser itinerante el 9 de diciembre en el Centro Cultural Museo de la Memoria (MUME) de Montevideo, en Uruguay, donde se articularán los contenidos de las muestras I y II.
Dice la cronista Marina Jiménez Conde, en un artículo publicado en la agencia de noticias Télam: «La muestra ‘Ser Mujeres en la ESMA II’ recupera el testimonio de las sobrevivientes del centro clandestino de detención (CCD) que, a la luz del intercambio con las nuevas generaciones feministas, resignificaron su tiempo en cautiverio y lograron comprender que no fueron ‘torturadas como el resto de los militantes’, en referencia a la violencia sexual»,
En este sentido, cita el testimonio de Ana María ‘Rosita’ Soffiantini, sobreviviente de ese CCD que señala «No existía la pregunta de qué te pasó, y a la vez, existía el ‘por algo se la habrán llevado’, y encima después nos preguntaban, ‘¿y vos por qué te salvaste?'».
‘Rosita’, nombre que le quedó de sus años de militancia en Montoneros, estuvo secuestrada durante dos años en el CCD donde funcionaba la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y es parte de los 200 prisioneros que, según estimaciones, lograron sobrevivir tras sus cautiverios en ese lugar, en el que desaparecieron alrededor de cinco mil .
Foto/fuente: Télam