jueves, noviembre 21

LA NOCHE DE LOS DIBUJANTES

por Milena Heinrich
«La noche de los dibujantes», reunirá mañana en el porteño bar Santos 4040 a un centenar de autores como Horacio Altuna, Maitena, Isol, Quino y Tute, con la propuesta de que los fondos recaudados aporten a seguir consolidando un colectivo potente pero solitario y que la Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) tenga una sede propia.
Con Horacio Altuna, el creador del personaje «El loco Chávez», como capitán de esta convocatoria, mañana desde las 19 hasta el sábado a las 2 de la mañana, casi 100 ilustradores, historietistas y humoristas gráficos se darán cita para dibujar por una causa solidaria, pues los fondos recaudados irán a ADA.
Aunque esta edición ya agotó las entradas, desde la asociación anticipan que en noviembre próximo habrá una nueva.
Algunos de los que mañana estarán dibujando en vivo son Alcatena, Daniel Paz, Diego Parés, Erlich, Gustavo Sala, Isol, Langer, Liniers, Lucas Nine, Lunik, Maitena, Mandrafina, El Niño Rodriguez, Rep, Risso, Ignacio Noé y Sendra, en tanto que por cuestiones de salud, Quino y Carlos Garaycochea no podrán hacerlo pero sí estarán acompañando a sus colegas y serán homenajeados.
«La idea es recaudar fondos, convocar a más dibujantes a ser parte de Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) y dar visibilidad, porque este tipo de cosas pueden mover públicamente el mundo de la historieta y la ilustración, que siempre forma parte de la cultura popular pero de la que muchas veces estamos ocultos», señaló Horacio Altuna, socio honorífico de ADA.
Pero la noticia del evento no es únicamente su encuentro, dado que para los lectores será la oportunidad de adquirir una obra original, un hecho no menor si se tiene en cuenta, como explica Laura Varela, miembro de la comisión directiva de ADA, que para muchos autores «la circulación de obra, la compra de originales genera autonomía y un mercado que da trabajo. Y además es patrimonio de valores que quedan en una casa, en una familia».
«Estamos en los medios pero no somos mediáticos», sentencia Altuna, el historietista considerado el embajador del género a nivel mundial, quien desembarcó de España hace menos de una semana para abanderar el evento en el que también habrá música y actuaciones, como la de Horacio Fontova.
«Es una profesión muy individual, por eso estos encuentros cobran especial relevancia. Es muy importante el contacto con el otro», asegura por su parte Domingo Mandrafina, una de las generaciones con más trayectoria, mientras que en esta línea Max Aguirre coincide, como todos, con la necesidad de «juntarnos y vincularnos más: esta fiesta será un gran momento para ello».
«Ocasiones como estas -agrega entonces Altuna- sirven para visibilizarnos con los otros y con nosotros, para que los dibujantes se solidaricen y sean un poquito menos gregarios de lo que son, que nos juntemos»; en tanto que Alejandra Lunik, creadora de «Lola», coincide en que iniciativas como éstas «visibilizan y organizan» porque «aunque nos conocemos muchísimo a partir de nuestro trabajo no nos tratamos tanto cara a cara».
Ocurre, como dice Lunik, que el de dibujantes es un grupo profesional para el cual «agremiarnos es difícil por la atomización de nuestra profesión, trabajamos muy disgregados y de manera muy individual, solitaria, y la asociación apunta a asesorarnos, tener una base de datos con los precios que se manejan en el mercado o interceder en casos de plagio y de disputas por derechos por ejemplo».
«Si laburás en un diario te defiende el sindicato de periodistas, pero como dibujante no tenés jubilación, no existe una Casa del Actor para recibirte de viejo. Los jóvenes se arman algo con el monotributo pero los mayores de 60, con una profesión históricamente a la deriva, no tienen nada que les garantice un retiro digno», grafica sobre esto el humorista gráfico Tute, artífice de «Batu».
En esta línea, el hijo de Caloi se hace eco de la «tarea solitaria» y exhorta a que los fondos recaudados colaboren con ADA «para que finalmente se haga una sede y se cuente con los medios para defender nuestros derechos postergados, porque ADA históricamente se ha ocupado de defender los derechos de los dibujantes, de los nuevos y los consagrados que, sin gremio y muchas veces sin laburo fijo, son muy maltratados».
En este sentido Laura Varela esclarece que ADA, que nuclea a unos 300 socios, no funciona como un gremio, aunque muchas de las veces «intentamos poder contener los derechos de los dibujantes», e insta a que uno de los pasos a seguir para impulsar la unión es «lograr visibilidad, sumar más socios y sobre todo dar cuenta del lugar de pertenencia que tiene ADA».
Max Aguirre, quien formó parte varios años de la asociación, agrega que conseguir una sede física, como pretende la noche de mañana, «amplía las posibilidades de cualquier agrupación, desde la certeza de en dónde estar ubicado hasta poder usar esas instalaciones para reuniones y actividades que generen ingresos que permitan mayor autarquía financiera que la que pueden ofrecer los socios con sus cuotas, y con ello un despliegue de actividades más virtuoso para ofrecer mejores servicios».
Aislados y todo, los dibujantes de la Argentina han sabido hacerse lugar en el escenario mundial con una producción de calidad que nadie puede negar. Quino con Mafalda; Isol, distinguida con el premio Astrid Lindgren 2013, uno de los galardones más prestigiosos del mundo en literatura infantil; Liniers y otros tantos que dieron vida a mundos de trazos maravillosos, integran la gran nómina de plumas locales.
«Estoy casi seguro -opina Altuna- que no hay país en el mundo que tenga una cantidad tan grande de dibujantes e ilustradores de calidad como la Argentina en proporción a su población. Decir dibujante argentino califica en el mundo. Hemos dado grandes maestros que andan dando vueltas o que han estado en una primera fila en todo el planeta, como Alberto Breccia o Carlos Nine. O actualmente José Muñoz, que es premio de Angulema».
Fructífero y diverso, el colectivo de dibujantes de la Argentina sumará un nuevo capítulo de esos encuentros desperdigados que los vuelven a reunir entre los suyos, pero también con los lectores, con quienes la conexión «es permanente, aunque la oportunidad de encontrarnos con ellos y con nosotros no siempre se dé», resume Altuna.

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