El último oso polar del zoológico porteño, Winner, falleció el 25 a la madrugada a causa de la alta temperatura ambiente, según autoridades de ese paseo. En Nochebuena -en una jornada con sensación térmica cercana a los 50 grados- el oso presentaba un cuadro de hipertermia, por lo que la guardia de feriados llamó a veterinarios del lugar, pero cuando estos llegaron, cerca de la 1, el animal había muerto, dijo Miguel Rivolta, director de Bienestar Animal del parque.
El especialista comentó que muchos osos polares -pueden vivir unos 30 años en cautiverio- murieron de viejos en las mismas condiciones en que estaba Winner y estimó que «se trató de una situación muy particular generada por la conjunción del ambiente y del individuo».
Luego de señalar que este animal, de 16 años, era muy activo e inquieto, precisó que «murió por el excesivo calor. Las altas temperaturas fueron determinantes, aunque no se descarta que la pirotecnia le haya provocado un cuadro de nerviosismo que le impidiera termorregular».
«Ocurre a veces que animales como éste forman cuadros irreversibles. La fisiología de un oso polar es muy complicada. Es tal vez uno de los animales más susceptibles del zoo», añadió.
Sin embargo, Pablo Redner, miembro del Consejo Profesional de Veterinarios, dijo a Télam que para un oso polar, «cuyo hábitat natural son las temperaturas bajas y que en cautiverio puede tolerar hasta 10 ó 20 grados, se deberían haber previsto cuidados especiales», en una día con tan altas marcas térmicas.
Tras comentar que uno de los principales cuidados era controlar la temperatura del agua, afirmó que «evidentemente la muerte del oso polar tuvo que ver con no haber podido estabilizar ese instrumento que le posibilita al animal regular su temperatura».
«Los animales en cautiverio luego de varios años sufren un acostumbramiento a ese estado y pueden tolerar condiciones que no son las de su hábitat natural, pero requieren cuidados especiales», dijo Redner.
Este especialista precisó que «solo los veterinarios del zoológico pueden decir cómo influyeron otras circunstancias, como el comportamiento habitual del oso u otros factores que lo hayan estresado, para que el animal muriera».
En este sentido, Rivolta había aclarado que a Winner no se le administraron sedantes ante los efectos que le produciría la pirotecnia, «porque está contraindicado».
Según este veterinario, un animal dormido con calor tiene más probabilidades de morir porque no puede termorregularse mediante el jadeo o accediendo a una fuente de agua.
En tanto, destacaron tras la muerte de Winner el deterioro del zoológico y cuestionaron la renovación de la concesión del predio de Palermo a la empresa que lo gerencia desde hace 20 años, pese a una auditoría que refería falta de mantenimiento del predio.
Por su parte, los de la legisladores opositores al PRO acusaron hoy a esta gestión y a la concesionaria del predio por esta muerte y la desaparición de otras especies. «Es importante que la muerte de este animal, que siendo aún joven pagó con su vida las condiciones a las que fue sometido durante su cautiverio, sirva de antecedente para que en la Ciudad de Buenos Aires tomemos conciencia y no volvamos a tener osos polares», sostuvo Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico.
Su par kirchnerista Francisco «Tito» Nenna mencionó que habían propuesto una auditoría «que determinara el estado del patrimonio arquitectónico del zoológico y revisara las condiciones en que se encontraba la fauna, pero el macrismo se empecinó en prorrogar la concesión una y otra vez o impulsar una licitación sin auditar».
La renovación de la concesión, siguió este diputado, se dio «pese a que se apilaban denuncias sobre desaparición de especies animales, falta de mantenimiento e inversión y complacencia indefinida con el sector privado. El deterioro del zoológico es responsabilidad absoluta del Gobierno porteño».
El 19 de octubre último, la empresa Jardín Zoológico, que es la concesionaria de ese predio de Palermo desde 1991, ganó la licitación para continuar su explotación por cinco años, con un canon mensual de 1.010.000 pesos.
Los ediles mencionaron un informe de la Auditoría General de la Ciudad, de 2008, que atribuía a los gestores la pérdida de 100 especies faunísticas y falta de mantenimiento en el predio.
Gabriela Cerruti, del bloque Nuevo Encuentro, destacó que «fue la Auditoría de la Ciudad la que denunció el desastre que es la actual concesión del Zoo, pero Macri se la renovó igual».
María José Lubertino, expresó «no puede haber un zoológico con la concepción del siglo 19 con animales que están en situación de maltrato por el solo hecho que está fuera de su hábitat natural».
El oso polar es el mayor mamífero carnívoro y vive en el medio polar y zonas heladas del hemisferio norte, aunque a causa del deshielo de la región tiene problemas para conseguir su alimento y es considerado internacionalmente especie en peligro de extinción.
Las autoridades del zoológico anunciaron que no traerán un animal similar para reemplazar a Winner, debido a que el ambiente en Buenos Aires «no es propio para un oso polar».
La colección faunística figura en 7 de las 550 hojas de pliego de licitación
Los animales del zoológico porteño sólo figuran en siete páginas de las 550 que conforman el pliego de concesión de ese paseo confeccionado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos, que ganó la firma Jardín Zoológico tras 20 años de gestión.
Uno de los párrafos referidos a la situación y cuidado de las especies, señala que «las colecciones faunísticas pertenecen al Gobierno de la Ciudad».
«Las conservación y el mantenimiento de las especies será realizado por el concesionario ateniéndose a las pautas científicas fijadas por el GCBA», apunta el documento.
También estipula que «los recintos deben cumplir con las condiciones mínimas ambientales, sanitarias y de seguridad que garanticen el bienestar del animal».
Otro párrafo advierte que «el concesionario deberá proporcionar a cada una de las especies un enriquecimiento ambiental en sus recintos».
«El concesionario deberá establecer medidas específicas de seguridad en las instalaciones y en cada uno de los recintos de los animales para prevenir cualquier riesgo de la salud o integridad física del visitante», puntualiza en otra parte.
Fuente: Télam