por Lucía Pereyra
Durante esta última semana, hemos sido testigos de un notable incremento en el tratamiento mediático de temas de índole económica en nuestro país. Aspectos como el dólar, el Banco Central, el Tesoro y el Riesgo País acaparan la atención de los medios de comunicación, mientras que asuntos de vital importancia para la ciudadanía son relegados a un segundo plano. Se obstina en mantener en el centro de la conversación pública cuestiones complejas y técnicas que, si bien son relevantes para la economía nacional, no reflejan la realidad cotidiana del ciudadano común.
La cruda realidad de la pobreza y la indigencia
Simultáneamente, los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y diversas instituciones privadas revelan un panorama alarmante: el derrumbe de los ingresos populares, el incremento de la pobreza y la indigencia, así como una distribución de la riqueza que se vuelve cada vez más regresiva. Este contexto nos lleva a preguntarnos: ¿Dónde queda la justicia social en medio de tantas cifras y análisis técnicos? La realidad es que la población está lidiando con un aumento intermitente en el costo de vida, lo cual repercute directamente en su capacidad de satisfacer necesidades básicas.
En este marco sombrío, los jubilados y jubiladas de nuestro país no se encuentran exentos de esta cruda realidad. La situación es devastadora: muchos de nuestros compatriotas reciben haberes que no solo son insuficientes, sino que se encuentran por debajo de la línea de indigencia. Las perspectivas de mejoras son prácticamente nulas, y la presión política parece orientarse hacia la realización de reformas que amenazan con convertir las jubilaciones existentes en un mero “subsidio a la vejez”.
Privatización del Sistema Previsional: Un riesgo latente
Desgraciadamente, la situación se complica aún más por la existencia de campañas mediáticas provenientes de sectores políticos afines al oficialismo, incluyendo partidos como el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y diversas variantes del peronismo. Estas campañas parecen tener un claro objetivo: lograr consenso en la implementación de medidas que promuevan la privatización del sistema previsional. Hemos comenzado a escuchar con preocupación propuestas que apuntan a debilitar aún más un sistema que ya es falible, empujando a muchas personas hacia un futuro de incertidumbre y preocupación.
Un contexto político desalentador
Es importante contextualizar esta problemática en un marco político que se vuelve cada vez más repugnante. Recientemente, un grupo de legisladores de La Libertad Avanza (LLA) realizó una visita a un penal federal para manifestar su apoyo a individuos condenados por crímenes de lesa humanidad. Esta acción resulta incongruente con los valores de justicia y reparación que la sociedad anhela y afecta gravemente la percepción que se tiene del actual gobierno respecto a su postura frente a la dictadura.
Por otro lado, es alarmante ver cómo el Presidente de la Nación sobreactúa en las conmemoraciones del atentado a la AMIA, a pesar de su admiración por el entonces presidente Menem y su entorno de ministros que deben explicar su papel en la trama de impunidad que acompaña este suceso. Nos encontramos, entonces, ante una profunda hipocresía en el discurso político que clama por libertad, democracia y república mientras ignora o minimiza las atrocidades que han marcado nuestra historia reciente.
Reflexiones sobre la Historia y la Memoria
Sin la intención de incursionar en un revisionismo histórico, resulta pertinente que aquellos que se aferran a los principios de libertad y justicia reflexionen también sobre otros actos violentos en la historia argentina, como los bombardeos a Plaza de Mayo en 1955 y la Masacre de Napalpí en 1924, donde los crímenes no fueron producto de excesos, sino de decisiones premeditadas y sistemáticas contra sectores vulnerables de la población. Estos acontecimientos nos recuerdan que las injusticias no son meras anécdotas del pasado, sino lecciones que debemos considerar para evitar su repetición.
Un llamado a la unidad y la organización
Ante esta alarmante y complicada coyuntura, quienes forman parte de la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilados y Pensionados consideran imperativo actuar con urgencia. La consigna de la hora debe ser la unidad y la organización de todos los trabajadores. «Necesitamos forjar alianzas sólidas no solo para defendernos de la brutal agresión económica, política, judicial y cultural que enfrentamos, sino también para avanzar en la construcción de un proyecto emancipador que garantice una sociedad justa y democrática», plantean.
Al tiempo que sostienen que «la situación que enfrentamos exige una respuesta colectiva, un movimiento que no solo replantee las injusticias del presente, sino que también nos permita imaginar un futuro en el que cada argentino y argentina, sin distinción, pueda vivir con dignidad y respeto. Este es un momento crucial para actuar, para unir nuestras voces y nuestras luchas en pro de un cambio significativo y duradero. Es hora de levantarnos, de organizar nuestras fuerzas y de construir el futuro que merecemos. La historia nos observa; no podemos fallarle».