viernes, noviembre 22

LA SEDUCCIÓN FATAL

por Mercedes Ezquiaga

La exposición «La seducción fatal. Imaginarios eróticos del siglo XIX», que abre sus puertas al público mañana en el Museo Nacional de Bellas Artes -curada por Laura Malosetti Costa- reúne 65 obras de artistas europeos y argentinos del siglo XIX -entre pinturas, esculturas, grabados, fotografías e impresos-, que sobrevuelan el erotismo, el desnudo, el voyeurismo y la seducción.
Conformada en un 90 por ciento por obras que pertenecen a la colección del museo –tal como destacó su directora, Marcela Cardillo, durante la inauguración para prensa- la muestra se organiza en cuatro núcleos que hacen anclaje en el erotismo y la violencia, a través de los raptos; las prisioneras y cautivas; el desnudo, como voyeurismo y trasgresión; y las musas modernas o femme fatale.

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Se trata de una colección particularmente rica en pintura y escultura de fines del siglo XIX y la primera década del XX, el momento en que fue creado el museo y los coleccionistas porteños de la Belle Époque adquirían las obras de arte europeo que irían a enriquecerlo.
“Desde mediados del siglo XIX -cuando la popularización de la lectura y de la imagen impresa en diarios y publicaciones periódicas multiplicó el ritmo y la difusión de los cambios en la cultura- y al menos hasta el final de la Belle Epoque con el impacto de la Primera Guerra Mundial –de la que se cumple un siglo-, los más antiguos tópicos de la imaginería erótica de Occidente se reformularon y transformaron para el consumo burgués”, explicó Laura Malosetti Costa.
El recorrido, en una sala ambientada con luces tenues y paredes oscuras, recibe el espectador con una preciosa pintura de marco circular del parisino Edouard-Marie-Guillaume Dubufe, una acuarela sobre papel entelado titulada “Eros y Psique” que Eduardo Schiaffino adquirió para el museo en 1906, realizada por uno de los pintores decorativos más celebrados e influyentes de Francia.
“Gestos elocuentes de deseo y terror contrapuestos” son los que caracterizan al núcleo temático dedicado a los raptos, como representación del deseo de tomar por la fuerza a una mujer –una temática que se aparece desde la antigüedad como un motivo básico del erotismo masculino- especialmente a través de los centauros, caracterizados con cuerpo de hombre y de caballo.

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La moda orientalista y los relatos de Las mil y una noches salpican la imaginería del segundo apartado de la muestra, de “Prisioneras y cautivas”, como el pequeño óleo sobre tabla del francés Jean-Jospeh-Benjamin Constant, “La flor del harén”, que retrata un fino rayo de luz que ilumina el cuerpo desnudo de una mujer en su aposento, vigilada por dos eunucos.
“La ninfa sorprendida” de Edouard Manet y “El despertar de la criada” de Eduardo Sívori -cuerpos que no respondían a los cánones tradicionales de belleza y sensualidad- grafican de manera contundente una tercera zona dedicada al desnudo como punto de llegada de la trayectoria de una artista: “los artistas empezaban con naturalezas muertas y paisajes, pero el desnudo era el punto de llegada en la formación artística”, describió la curadora.
Seductoras, femme fatale y musas modernas: en los últimos años del siglo XIX y principios del XX la figura de mujer fatal se volvió casi una obsesión en las artes plásticas, la literatura, el teatro y poco después el cine que fue representada como “una heroína fría, impasible, bella y perversa”.
Así, sorprende la imponente pintura “La Emperatriz Theodora” de Jean-Jospeh-Benjamin Constant, “Laca china” del argentino Gregorio López Nagull o “Musidora” del español Julio Romero de Torres, musas modernas enmarcadas en “un imaginario erótico de fin de siglo que en muchos casos fue visto como misoginia”, reconoció Malosetti Costa.
Es que gran parte de las obras exhibidas –se puede leer en uno de los textos de sala- se inscriben en los tópicos hegemónicos consagrados y admitidos en relación con la mirada y el deseo masculinos sobre el cuerpo de las mujeres.

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La muestra, que incluye además una obra del uruguayo Juan Manuel Blanes, fue organizada en colaboración con la Biblioteca Nacional, que por estos días destina su Sala del Tesoro –en el edificio de Agüero 2502- a exhibir grabados y publicaciones eróticas de su acervo.
Además, la Biblioteca Nacional convocó a veinte destacados literatos contemporáneos para escribir sobre las obras de esta exposición, textos que funcionan en la sala como epígrafes alargados que suman un estímulo intelectual al relato desarrollado.
La exposición, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación y de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, se podrá visitar con entrada libre y gratuita, hasta el 15 de marzo de 2015 en el Pabellón de exposiciones temporarias del edificio de avenida del Libertador 1473, de martes a viernes de 12.30 a 20.30; sábados y domingos de 9.30 a 20.30.

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