Desde que el sol comienza a asomarse por el horizonte y los primeros rayos dorados iluminan la vasta urbe, Buenos Aires revela su esplendor oculto. Una perspectiva desde lo alto transforma la familiaridad de sus calles y edificios en un lienzo vibrante de historia y modernidad. Esa fue la experiencia compartida por más de 20 mil personas que participaron en las visitas guiadas a los miradores porteños, organizadas por el Ministerio de Cultura de la Ciudad. Estas excursiones, que agotaron sus cupos en cada recorrido, ofrecen una oportunidad única para descubrir los secretos que se esconden entre los picos de esta metrópoli.
Los miradores, que permiten contemplar a Buenos Aires en toda su magnitud, son puntos extraordinarios que, en pocas ocasiones, se abren al público. A través de estas visitas, los ciudadanos y turistas pueden obtener una comprensión más profunda del crecimiento urbano, la transformación arquitectónica y la evolución cultural de la ciudad a lo largo de los años. En cada una de estas paradas, los participantes se ven inmersos no solo en la belleza de la vista, sino también en las historias que esos sitios poseen, relatos que se entrelazan con la identidad misma de la capital argentina.
Entre los tesoros más solicitados, el Edificio Cassará se destaca como un mirador icónico. Inaugurado en 1902, su terraza ofrece una vista privilegiada del emblemático proyecto arquitectónico de la Avenida de Mayo. Este paseo no solo es una aventura visual, sino también un recorrido por la historia del urbanismo argentino. En este mismo contexto, la Galería Güemes, construida en 1915, destaca por haber inspirado a figuras literarias tan relevantes como Antoine de Saint-Exupéry y Julio Cortázar, quienes encontraron en la estética del lugar un refugio para sus inquietudes creativas.
Pero la ruta de los miradores no se limita solo a los clásicos del centro. En el barrio de Palermo, el edificio del Automóvil Club Argentino, erigido en 1942, es un exponente clave de la arquitectura racionalista en el país. Este edificio, con su diseño funcional y su historia vinculada al desarrollo del automóvil en Argentina, es testimonio de cómo la tecnología y la estética pueden coexistir en perfecta armonía.
No se puede omitir la importancia del mirador Massimiliano Bencich y el edificio Miguel Bencich en esta travesía panorámica, ni el valioso sitio arqueológico de La Cisterna, que revela vestigios de la historia precolombina de la región. Asimismo, la explanada de la Plaza Mitre y la Basílica Santa Rosa de Lima añaden un aire de espiritualidad y paz a la experiencia, recordando la diversidad de la ciudad más allá del bullicio cotidiano.
El Retiro, como puerta de entrada a la metrópoli, alberga otro de los miradores más emblemáticos: la Torre Monumental, inaugurada en 1916. Con sus 60 metros de altura, ha sido testigo del dinamismo urbano a lo largo de más de un siglo y fue el mirador más visitado del año, especialmente afluente tras su reciente reacondicionamiento. Su reapertura al público ha generado un auténtico fervor tanto en turistas como en vecinos, quienes ahora pueden contemplar un vasto panorama de la ciudad desde sus alturas, enriqueciendo su apreciación de los paisajes porteños. Si bien de lunes a viernes estas visitas tienen un costo diferencial para residentes y visitantes, los días miércoles el acceso es gratuito, lo que permite democratizar la experiencia y hacerla más accesible para todos.
De cara a la temporada 2025, el Ministerio de Cultura está trabajando en la creación de nuevos miradores. Esta iniciativa busca expandir el programa de Patrimonio de Buenos Aires hacía más barrios, con especial atención en la zona sur del territorio porteño.
A medida que el sol se oculta en el horizonte, la silueta de Buenos Aires se va transformando en un espectáculo de luces que destilan ancianidad y modernidad. Desde lo alto, la ciudad despliega una perspectiva única que resalta su belleza y su rica historia. Las visitas guiadas a estos miradores son mucho más que un simple viaje visual; son una profunda inmersión en la historia urbana de Buenos Aires. Cada mirador ofrece una narración, una historia cuya trama entrelaza los senderos del tiempo con los magníficos edificios que cuentan la vida y evolución de la ciudad. La experiencia permite al público no solo admirar la magnitud de la metrópoli, sino también comprender su crecimiento urbano, sus desafíos y sus logros.
Uno de los organismos que ha capturado la atención de los visitantes es el Edificio Cassará, construido en 1902. Desde su terraza, los asistentes pueden contemplar la Avenida de Mayo, una arteria emblemática que conecta el pasado con el presente, testigo del fervor político y social que ha marcado a la capital argentina. Esta avenida, con su arquitectura de estilo europeo, ofrece una interesante perspectiva sobre cómo Buenos Aires se proyecta al mundo, resaltando su atractivo cosmopolita.