Sin tiempo para la planificación, a contrarreloj libreros y libreras tuvieron que redoblar sus esfuerzos y capacidad de trabajo para no dar cierre definitivo a sus espacios. Los responsables de las librerías que funcionan con envíos puerta a puerta, recomendaciones y consultas vía teléfono, WhatsApp o redes sociales durante la pandemia registran un leve repunte en sus ventas, señalan que trabajan muchas más horas y plantean dificultades a la hora de renovar su stock.
Pablo Pazos, de la librería porteña Arcadia, destaca que en este tiempo «lo difícil fue conseguir y reponer los libros. Aún hoy sigue siendo un tema complicado» y agrega que «por otro lado la mayor venta también se vio afectada por las comisiones que aplica Mercado Libre (muchas veces el segundo canal de venta de la librería)».
«Hay que seguir trabajando pensando nuestro diálogo, cómo diferenciarnos de otros. Sin dudas, por ese camino es la salida así que no queda más que enriquecerlo y aprovechar lo que nos brinda la tecnología», dice María Oyhanarte, de Libros del Pasaje y agrega «No vamos a bajar los brazos, hemos salido de muchas crisis, veremos cómo sigue el camino de libreros y librerías que son ámbito mágicos», expresa la responsable de una de las librerías del barrio de Palermo.
Con el trasfondo de la pandemia, las librerías tuvieron que reinventarse, afilar sus perfiles digitales, activar sus redes sociales y desarrollar estrategias para vender sus libros de una forma que la mayoría no habituaba en la antigua normalidad.
«La complicidad de los amigos clientes nos permitió en los primeros meses aumentar la venta. La gente compraba en cantidades inusuales, por solidaridad y por tener más tiempo disponible para la lectura», cuenta Pablo Pazos, de Arcadia Libros, que desde entonces trabaja el doble de tiempo «porque las redes no tienen horarios» y en la librería se hicieron de bicicletas para «salir a repartir libros».
María Oyhanarte hace hincapié en el lazo comunitario del barrio: «Somos un negocio del barrio que lo trasciende porque teníamos un montón de actividades, mucha vitalidad, y eso el barrio lo agradece porque nos enriquecemos todos con ese movimiento. Nadie se salva solo y nos necesitamos entre otros para salir adelante».
Durante este tiempo «cadetería mata ubicación, es decir, el servicio de cadetería nos puso en pie de igualdad con las grandes librerías de cadenas. Si antes la ubicación del centro, que es donde la mayoría de las personas circulan, significaba una ventaja para las grandes librerías, ahora en cambio estando en casa es lo mismo dónde pedir el libro», argumenta.
Frente a la dificultad del contacto, cada vez que puede hace los envíos personalmente: «Especialmente en este contexto me parece importante el encuentro, no se puede subestimar la parte humana y afectiva relegada en esta pandemia. Y haber sido parte, por ejemplo de muchos ‘libros-regalo’, creo que es otro matiz importante que muchx librerxs descubrimos en este contexto», dice Pazos y relata que incluye en cada envío un regalo sorpresa como proyección a futuro y para motivar la compra de más de un ejemplar, «no se trataba de descuentos especiales sino que con la compra de determinada cantidad de libros se regalaba uno».
FT