Venerados, controvertidos, olvidados, algunos de los rostros icónicos de la escena social y cultural de la Argentina contemporánea dialogan en la sucesión de retratos que Gianni Mestichelli presenta en el Centro Cultural Recoleta bajo la curaduría de Renata Shussheim: poses casuales o curiosas de Leopoldo Marechal, Ringo Bonavena, Astor Piazzolla, Mercedes Sosa, Arturo Jauretche y Jorge Luis Borges, entre tantos otros.
El nombre de Mestichelli puede pasar inadvertido para la mayoría pero no así sus míticos retratos, como el de Bonavena con la mirada desafiante proyectada hacia las volutas que despide el cigarrillo que sostiene entre los labios. O la tristeza lacerante del actor y performer Batato Barea, camuflado entre bucles rubios y nariz de payaso.
«Iconos argentinos» se titula la muestra que hasta el 24 de marzo permitirá conjeturar sobre la extensa cadena de significados que se condensan en esa fracción de segundo cristalizada por la cámara inquieta del fotógrafo, nacido hace 71 años en Italia pero radicado en la Argentina desde que tenía tres.
«La muestra vincula dos disparadores: por un lado el trabajo de Gianni, que tiene unas fotos increíbles, y por el otro la idea de mostrar figuras representativas de la cultura y reflexionar sobre la manera en que nos relacionamos con nuestros ídolos. Se trata de los personajes que armaron la Argentina moderna», apunta Renata Schussheim.
«Son fotos muy frescas que atesoran momentos inesperados, donde los retratados no posan y aparecen por ejemplo tomando un vaso de leche o rascándose un ojo -explica-. Son fotos más periodísticas que artísticas. Capturan un momento interesante o gracioso que se da de manera casi azarosa».
Las formulaciones de la curadora están en sintonía con la manera en que Mestichelli percibe su labor, más próxima al periodismo que al arte: «Yo me siento fotógrafo y no artista, dos campos que a veces se mezclan mucho. El artista plástico puede deformar, complementar, desfigurar… A mí en cambio me gusta mostrar, reflejar sin distorsionar», sostiene.
Mestichelli inició su profesión en 1965 como reportero gráfico y desde entonces recorrió las principales redacciones de la época, como Europa Press, Daily Express, Siete Días, Panorama, Claudia, Parabrisas, Diario El Mundo, Radiolandia, Antena o Editorial Atlántida, y fue también autor de portadas de libros, discos y marquesinas de teatro.
«Antes no había producción alguna. Los periodistas gráficos de mi generación a lo sumo llevábamos una lámpara o un flash para tirar un rebote pero nada más que eso -evoca-. Me siento en ese sentido como un personaje del subdesarrollo. Mi trabajo es muy diferente del que hacen grandes íconos de la fotografía como Annie Leibovitz, que suele reinterpretar al personaje retratado… para mi gusto, incluso, lo deforma», detalla.
«La muestra de alguna manera propone dos lecturas. Una para aquellos que conocen al personaje retratado y otra para los que no. En este segundo caso la propuesta tiene otras implicancias, porque se trata de descubrir a alguien que se desconoce, poniendo el acento seguramente en otros matices de la fotografía», indica Mestichelli.
«Iconos argentinos» registra gestos mínimos que complementan o incluso contradicen el perfil público asociado al retratado, como en el caso del cómico Jorge Porcel, inmortalizado con expresión melancólica. Igual que el actor Alejandro Urdapilleta, en pose pensativa pero inocultablemente triste.
«No es algo buscado. Es sabido que los cómicos son tristes. Creo que el personaje trasciende a la persona. Las imágenes a veces se transforman en icónicas y al hacerlo cristalizan también al retratado en un rasgo, como el caso de la melancolía de Urdapilleta, Porcel o Batato Barea. La foto de este último es emblemática porque lo define en múltiples sentidos, desde el trasvestido, el clown y el sufrimiento», explica.
Entre los retratados hay actores, actrices, performers, escritores, artistas plásticos, poetas, cantantes, periodistas, compositores, cineastas, productores, directores, deportistas, políticos y músicos. Están Sergio Renán, Inda Ledesma, Arturo Jauretche, Atahualpa Yupanqui, Luis Alberto Spinetta, Jorge Guinzburg, Mercedes Solsa, Noma Pons, Carlos Monzón, entre muchos otros.
«La gente proyecta mucho en los ídolos. Se deposita claramente en los demás fantasías de poder, aspiraciones… -señala Schussheim-. Hay algo por momentos también algo un poco impiadoso hacia los ídolos. Una figura como Bonavena, por ejemplo, en otro país hubiera tenido otro recorrido, menos atravesado por el olvido tal vez».
A pesar de la proximidad o la ligera ilusión de intimidad que genera el vínculo entre fotógrafo y retratado, o incluso de la recurrencia -a Borges, por ejemplo, llegó a fotografiarlo en cinco oportunidades-, Mestichelli sostiene que a lo largo de su profesión eludió entablar amistad con las figuras que pasaron por su lente.
«No soy afecto a establecer vínculo con la gente a quien retrato. Nunca me saqué una foto con ninguna figura conocida, excepto con Vinicius de Moraes, a quien me unió una relación casi paternal», cuenta el fotógrafo.
«Tuve la suerte de frecuentar a Borges y bromear con él, o presenciar cómo construía un poema, pero la verdad es que nunca se me ocurrió generar una relación más profunda. Era un personaje extraordinario que calibraba las palabras hasta que encontraba la expresión justa que lo satisfacía», recuerda.
Tantos años a la búsqueda del gesto furtivo o inesperado han dejado en Mestichelli un conocimiento cabal de los alcances del oficio y la constatación de que la imagen más elocuente tiene lugar al margen del zoom y los flashes: «La foto más poderosa es la que me llevo en la memoria. Es mucho más rica, porque contiene silencios o miradas que la cámara nunca logra atrapar», concluye.
por Julieta Grosso