Por Natalia Concina
Mary-Claire King, la investigadora estadounidense que puso a punto la prueba genética que permite desde 1984 identificar a los nietos apropiados durante la dictadura, volvió a la Argentina después de 30 años y en el comienzo de una estadía repleta de actividades y reconocimientos visitó hoy el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), donde aseguró que «es increíble para una persona de ciencia tener tanta emoción».
«Viniste hace casi 40 años por primera vez a la Argentina para ayudar a desarrollar el ‘índice de abuelidad’, y la emoción que tenés en este momento seguro tiene que ver con la forma en la que te impactó la búsqueda de las Abuelas de Plaza de Mayo», le dijo Mariana Herrera, directora general del BNDG, a Mary-Claire King mientras la abrazaba en el hall de entrada del edificio de la institución, esa «hija» de su ciencia comprometida con la búsqueda de la verdad.
Sin dar un discurso general, sino entablando diálogo con cada persona que se le acercaba para saludarla, King, de 77 años, recorrió las instalaciones recibiendo una y otra vez palabras de agradecimiento que ella retribuyó con absoluta humildad y algún comentario que demostraba lo real del cada intercambio.
Cuentan en el libro «Las Abuelas y la Genética-El aporte de la ciencia en la búsqueda de los chicos desaparecidos» que una mañana de 1979 las Abuelas de Plaza de Mayo leyeron en el diario una noticia que las llenó de esperanza: un hombre que negaba su paternidad fue sometido a un examen de sangre comparativo al del presunto hijo y resultó ser el padre.
«Ahí se nos prendió la lamparita y se nos ocurrió la idea de usar la genética para identificar a nuestros nietos», recuerda en el texto Estela Carlotto, presidenta de la institución, y añade que «por entonces buscábamos mirando las caritas».
En busca de una ciencia que les diera una prueba irrefutable, las abuelas recorrieron hospitales, universidades y laboratorios hasta que llegaron a la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).
Fue entonces cuando Eric Stover, director del programa de Ciencia y Derechos Humanos de la AAAS, discutió el tema con el científico chileno Cristián Orrego (que trabajaba en el National Institutes of Health) y éste los contactó con Víctor Penchaszadeh, genetista argentino exiliado en Estados Unidos, quien finalmente las derivó con Mary-Claire King, una joven, pero ya muy prodigiosa genetista de Berkeley, California.
Allí comenzó un trabajo intenso entre el equipo de la investigadora y Abuelas que incluyó visitas de ambas partes, en las que cada vez se lograban cristalizar mejor las necesidades, al tiempo que se perfeccionaban las respuestas científicas.
Hacia 1984 Mary-Claire King trabajó junto a un equipo del Hospital Durand en el caso de Paula Eva Logares, la primera nieta que recuperó su identidad gracias a una prueba genética.
En esos primeros momentos, los genes que se podían analizar eran los conocidos como HLA, los mismos que se usan para determinar la histocompatibilidad de un órgano y su posible receptor a la hora de un trasplante.
«Vos eras muy chiquita y recuerdo que corrías por todos lados», le dijo la científica a Paula, tras abrazarla en el hall de entrada del BNDG; Paula saludó a King tomada de la mano de Elsa Pavón, su abuela, la persona que luchó para encontrarla y lo logró.
«Gracias Elsa, sin la lucha de ustedes no hubiéramos hecho nada de esto. Ahora me han dicho que trabajas en el laboratorio con las secuencias genéticas», le bromeó King a Elsa Pavón, seguramente para salir de la emoción que ambas atravesaron mientras se daban un largo abrazo.
El caso de Paula fue previo a la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, que se dio en 1987, cuando tras nuevos descubrimientos científicos, mejoras y simplificaciones tecnológicas, Mary-Claire logró determinar que el denominado ADN mitocondrial que se hereda a través de la madre era clave para determinar con una precisión indiscutible la identidad.
«Pareciera que Dios hizo el ADN mitocondrial para que lo usen las Abuelas», le dijo en 2014 King a la periodista científica Luciana Díaz para el diario Perfil. A las cualidades de este aspecto biológico hereditario por línea materna se sumó el desarrollo de una técnica sencilla a través de PCR para identificarlo: la combinación era perfecta; en paralelo, también se identificó una «línea paterna» a través del cromosoma Y.
En 1993, Claire había venido a la Argentina por última vez a «poner a punto» la técnica, y desde entonces no había regresado.
«¿Doce mil muestras? Es muchísimo, cuánto trabajo», le dijo King cuando llegó el turno de hablar con Florencia Gagliardi, directora de Investigación y Desarrollo del BNDG, quien le detalló que esas personas fueron las que se acercaron porque tenían dudas de su identidad, en tanto hay otra base con 300 familias que aportaron sus muestras.
Antes de subir a descubrir la placa que lleva su nombre, con el que bautizaron al laboratorio del Banco, la genetista estadounidense recibió de manos de la diputada de la Ciudad Victoria Montenegro (también nieta recuperada) una placa en la que la declararon Huésped de Honor por parte de la Legislatura porteña.
A la emotiva recorrida se sumó la noticia de la declaración Museo de la Memoria ESMA como Patrimonio de la Humanidad por la Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), lo que fue celebrado por todas las personas presentes.
La agenda de Marie-Claire King continúa esta tarde en la Facultad de Ciencia Exactas de la UBA, donde recibirá el título de Honoris Causa de esa casa de altos est19udios, en tanto que mañana brindará una conferencia a las 16 en el Centro Cultural de la Ciencia sobre «El aporte de la Ciencia al Derecho a la Identidad».
Fuente / Foto: Télam