jueves, marzo 6

MIÉRCOLES DE JUBILAD@S

El miércoles 19 de febrero, los alrededores del Congreso Nacional se convirtieron en un escenario vibrante de resistencia, donde más de un millar de trabajadores, en su mayoría jubilados, se agruparon con determinación y fervor, relata el comunicado de esta semana de la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilad@s y Pensonad@s de todo el país.

Con una historia que se remonta a 35 años de lucha constante, los representantes de un sector olvidado y menospreciado por todos los gobiernos de turno marcharon desafiando el clima de violencia y represión que se ha vuelto habitual en las manifestaciones de la oposición.

A pesar de la amenazante y agresiva presencia de fuerzas de seguridad: policías federales, agentes de la Gendarmería y efectivos de la Prefectura Nacional, l@s jubilad@s no cedieron ni un milímetro. A lo largo de la jornada, llevaron a cabo un «semaforazo» —forma de protesta en la que los manifestantes hacen sonar sus bocinas en los semáforos—, que se erigió como un acto de resistencia cívica frente a un gobierno que ha optado por la represión como su principal herramienta de control.

Ni los escudos ni los gases lacrimógenos que lanzaron los agentes de seguridad pudieron desinflar el coraje de los presentes. Algunos podrían desestimar a los jubilad@s como “abuelit@s” que no representan una amenaza, pero este encuentro reveló a personas dignas y eficaces que batallan por sus derechos, quienes además se aliaron con otr@s trabajadores que también sufren las consecuencias de las políticas económicas implementadas. Esta unión fue un respiro de esperanza en medio de un panorama oscuro, en el que la lucha colectiva se erigió como un llamado a la solidaridad frente a una adversidad compartida.

El presidente Javier Milei, en un acto que muchos catalogaron de insensible, ha hecho de la represión una de sus principales estrategias de gobierno. Se ha denunciado que, en lugar de escuchar los reclamos de quienes han dedicado su vida al trabajo y al servicio, su administración ha tomado decisiones que agravan la desigualdad y debilitan las condiciones de vida de los jubilados. «Están gastando los recursos de los jubilad@s para garantizar las ganancias de los poderosos», expresaron varias voces durante la manifestación, en un claro rechazo a las políticas que favorecen a las élites mientras empujan al resto a la pobreza y la precarización.

En este momento crítico, la denuncia sobre la derogación de la “moratoria previsional” fue una de las consignas más repetidas. Según los datos que circulan entre los manifestantes, nueve de cada diez mujeres y siete de cada diez hombres no tienen acceso a la jubilación en la actualidad. En este sentido, el llamado a la acción es claro: este miércoles 26 de febrero, se espera una nueva concentración frente al Congreso para continuar reclamando la prórroga de la moratoria, una medida que podría cambiarles la vida a miles de ciudadanos.

No sólo el recorte de derechos es motivo de la indignación; también se mencionó la sistemática impunidad con la que actúa Milei, a quien muchos consideran un títere de los poderes económicos que manejan los hilos del país. La implementación de criptomonedas como parte de la política económica del gobierno fue vista como otro ejemplo más de la falta de respeto y consideración hacia la ciudadanía. Estas decisiones han echado por tierra los ahorros y proyectos de vida de innumerables jubilad@s, sumergiéndolos en un mar de incertidumbre.

«¡Unidad en la lucha en las calles! ¡Fuera Milei!», fueron las consignas que resonaron con fuerza y determinación a lo largo de la jornada. Para muchos, esta no es solo una batalla por derechos laborales y previsionales, sino un grito de resistencia contra un sistema que parece haberse olvidado de quienes construyeron el país con su esfuerzo y dedicación.

La historia reciente muestra que estos movimientos de trabajador@s y jubilad@s no son en vano; representan una chispa de esperanza que desafía la opresión. La lucha por la dignidad y los derechos laborales es una tarea que no termina, y los ecos de su resistencia sugieren que el camino continuará, con la promesa de que, unidos y organizados, pueden derribar las barreras de la injusticia.

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